Por Nancy Paola Moreno R.
En Ales (Cerdeña), el 22 de enero de 1891, nació el italiano Antonio Gramsci. Fue diputado del Parlamento italiano, periodista, filósofo y teórico marxista. Escribió su obra desde la cárcel, ya que estuvo 11 años en prisión por orden de Mussolini y es uno de los pensadores más relevantes sobre los estudios de la cultura. Entre sus obras más importantes están Cuadernos de la cárcel, Cartas a Yulca, Notas Periodísticas (1914 – 1922).
Había sido detenido en noviembre de 1926 y condenado a 20 años, cuatro meses y cinco días de reclusión. Entre los cargos estaban instigación al odio de clase. Gramsci caviló unos segundos, mientras recordaba las adversidades de su infancia: la tuberculosis ósea, desencadenante de su deformación física, la difícil situación económica de su familia y los desafíos como estudiante becado de Filología y Letras en la Universidad de Turín.
A su memoria llegaron imágenes infinitas en sus años de juventud al lado de los trabajadores de las fábricas y su oficio como periodista. Evocó la tinta que escribió en los periódicos El grito del Pueblo, Avanti, L’Ordine Nuovo y La Città Futura. Sobre todo, recordó su emblemática columna Sotto la Mole. De hecho, Gramsci se inició como periodista allí, pues se internó en el mundo del teatro y las cosas cotidianas para dar vida a sus páginas. Paradójicamente, haría famosas las obras de Luigi Pirandello.
Quizás, la esencia del periodismo lo condujo a la comprensión de la hegemonía, uno de los conceptos centrales de la teoría gramsciana. Un periodismo protesta, desafiante, inquieto y crítico frente al status quo. Un oficio para investigar, armar y desarmar las piezas de la historia; para aprender a escuchar cada saber profano, y entonces desaprender el legado autoritario del conocimiento, fundado en las escuelas, universidades, familias, medios de comunicación, partidos políticos e iglesias. Un periodista errante para descubrir todas las formas de reunir las palabras. Un modesto escritor que nunca poseerá la verdad absoluta en sus historias.
Así, Gramsci descubrió la hegemonía como una de las formas en que la clase dominante somete al resto de la sociedad a través de la imposición de una idea cultural, es decir, establece una visión del mundo impuesta sobre las clases subalternas. Esto es en la teoría marxista, la superestructura. La hegemonía se ejerce a través de la economía, política y la cultura. Además, usa a las instituciones religiosas, sistema educativo, medios de comunicación, científicos, directivos de empresas para crear la ideología de la clase dominante. Por ejemplo, Gramsci hace énfasis en la importancia de una Literatura Nacional Popular como figura contrahegemónica.
En la película Antonio Gramsci: los días de la cárcel, el personaje protagonista dice: “Para ejercer su dominio, la burguesía no necesita siempre de la coerción, de la violencia legal. Para encarcelar a millones de mentes, usa armas más sutiles. Lleva siglos persuadiéndonos, y nos persuade día a día, de que sus valores son los valores absolutos. Familia, educación, relaciones laborales, métodos de participación política. La ideología burguesa tiene una respuesta para todo y es una respuesta capaz de convencer y de asegurar el consenso de aquellos que son explotados, que son también engañados en sus sentimientos, en sus ideas. Respiramos la hegemonía burguesa como el aire, mecánicamente. Se ha transformado en el sentido común de la conciencia de millones de individuos”.
Se afilió al partido socialista italiano. Decía Gramsci, “conocí a la clase obrera y comprendí lo que realmente significaban las cosas de Marx que había leído antes por curiosidad intelectual. Así que me he apasionado por la vida a través de la lucha, de la clase obrera”. Sabía que la vida atareada del trabajador le negaba espacios para pensar y reflexionar sobre su condición subordinada. Sin embargo, encontró que la actividad del trabajador también lo conducía a crear solidaridades con sus semejantes y acompañó los consejos de fábrica de Turín. El bienio rojo de 1919 y 1920 demostró la importancia del poder de los trabajadores italianos y la importancia de la asociación sindical.
Más adelante, sería uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano. Y en 1924 se convertiría en diputado del Parlamento Italiano. En su intervención del 16 de mayo de 1925 discute con Mussolini y los demás diputados fascistas. La dictadura ordena su arresto el 8 de noviembre de 1926.
Resistió hasta el 21 de abril de 1937, su última noche en prisión. Su venganza de aquellos 11 años recluido fueron los 32 cuadernos de la cárcel,con aproximadamente 2.848 páginas y las cartas a Yulca. Los primeros retratan su obra política y el segundo se convierte en una reflexión sobre la condición humana y la vida íntima.
Cuando se trata de descubrir los principales aportes de la teoría gramsciana en Colombia, el director del grupo de investigación Presidencialismo y Participación de la Universidad Nacional y docente de ciencia política, Miguel Ángel Herrera, dice: “Recordando a Gaitán, es necesario que el país nacional se rebele y no solo resista a una dominación en la que ya no cree. Es fundamental darle cuerpo a una reforma intelectual y moral que ha tenido dos primeros momentos en fechas recientes: en 1971, cuando se estableció el programa mínimo de los estudiantes, con un paro generalizado que afectó a las universidades, con la Nacional a la cabeza; y luego en 2011, con la lucha contra la reforma reaccionaria de la educación superior, que quedó sin solución”.
Anualmente este grupo realiza el seminario internacional Antonio Gramsci en las instalaciones de la ciudad universitaria. “La reforma intelectual y moral es condición sin la cual no es posible darle piso y arraigo a la paz en las capas medias citadinas, y en los sectores estudiantiles, y en los diversos grupos sociales que constituyen a las multitudes de Colombia, que padecen sin ningún beneficio la globalización capitalista. El país nacional tiene que pasarle la cuenta al país político, y defender la participación democrática que decide. Lo cual supone democratizar el gobierno de la universidad pública y privada, y conseguir la gratuidad de la enseñanza superior para quienes no pueden pagarla, pero tienen los méritos para ingresar, porque culminaron su bachillerato, que no puede seguir siendo un cementerio de ilusiones juveniles”, termina de narrar el profesor.
Así, uno de los principales objetivos de sus escritos consisten en la necesidad de crear a un hombre nuevo, es decir, una revolución intelectual y moral. Seis días después de libertad, el 27 de abril de 1937, Gramsci fallece producto de un estado de salud deteriorado y una hemorragia cerebral. Escribió para vivir. En sus 11 años de encierro una multitud de libros y alguna luz tenue acompañaron aquella pequeña figura humana, mientras creaba las páginas de su historia.
El Espectador, Bogotá.