Por Tamara Lajtman, Arantxa Tirado y Silvina Romano / CELAG
El gobierno ecuatoriano de Lenin Moreno viene mostrando predisposición e interés para posicionarse como un aliado de EEUU en la región. Este acercamiento no solo se materializa en el plano económico (acuerdos comerciales e inversiones) y diplomático (amenaza de Lenin de acabar con asilo de Julian Assange en embajada ecuatoriana situada en Londres).[1] También implica la reanudación de proyectos y actividades conjuntas en el plano de la seguridad. Durante la reciente visita del vicepresidente Pence, esta predisposición se reflejó en la firma de nuevos acuerdos, que por el momento, tienen como colofón la creación de una “Oficina para el intercambio de información con EEUU” y la conformación de un Centro de Inteligencia Estratégica que reemplazará la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senaim), todos organismos que estarán abiertos a la cooperación con EEUU. Mientras tanto, el gobierno ecuatoriano anuncia un plan de fortalecimiento de las FFAA que incluye compra de armas, vehículos, etc.[2] Este panorama se diferencia indudablemente del tipo de relación con EEUU que planteó el anterior gobierno de Rafael Correa, postulando nuevos lineamientos que podrían operar en detrimento de la soberanía y la autodeterminación en ámbitos tan delicados como los de seguridad y defensa.
Por otra parte, este 12 de agosto, el secretario de Defensa EEUU, James Mattis, comienza una gira por algunos países de América del Sur, en el marco de lo que el gobierno de Trump ha denominado “el año de las Américas”. Debe recordarse que desde que el republicano asumió la presidencia, han visitado la región el ex Secretario de Estado, Rex Tillerson, representantes del Departamento de Estado como Thomas Shannon, el vicepresidente Pence y ahora Mattis, Secretario de Defensa. A modo de contextualización de esta visita y considerando los últimos pasos dados por el presidente Moreno, es importante considerar las relaciones con las fuerzas de seguridad de EEUU desde el retorno de la derecha en algunos gobiernos de la región y la diferencia con las políticas de defensa y seguridad mantenida por gobiernos progresistas.
En las tablas a continuación se presenta el “antes y el después” en aspectos clave de los gobiernos de Ecuador, Brasil y Argentina y sus vínculos con las fuerzas de seguridad de EEUU. Se percibe con claridad que no es “todo lo mismo”: hay cambios sustanciales en el realineamiento rápido y contundente a EEUU.
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