Fausto Rivera Yánez / El Telégrafo
La escritora colombiana Laura Restrepo, quien participa de la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, se refirió en entrevista con el diario El Telégrafo, a los alcances del proceso de paz en Colombia entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la insurgencia de las Farc.
Esta reconocida autora de varias novelas como Delirio, Demasiado héroes, Hot sur, El leopardo al sol, sostuvo que si bien en las negociaciones de La Habana hay un ingrediente político importante, también “hay un ingrediente mucho más amplio, ético, humano, filosófico”. Por ello, advierte, “no hay que perdernos la paz”.
Apartes de la entrevista con Restrepo son los siguientes:
- Usted que fue nombrada miembro de la comisión negociadora de paz entre el gobierno y la guerrilla M-19, en 1983. ¿Cómo mira el tránsito, el actual proceso de paz que lleva su país?
- Creo que Colombia ha sido un país, una nación históricamente azotada, torturada por la guerra, por la violencia, pero al mismo tiempo es un país con una enorme vocación de paz. Se puede contar la historia de la guerra y de la paz en Colombia como dos etapas alternativas, como dos pasiones. A mí me tocó estar entre los protagonistas de esa negociación, que fue la primera en Colombia, pero también en América Latina. Era como la idea inconcebible de que un grupo armado pudiera llegar a términos de acuerdo con un gobierno para deponer las armas, y que se callaran los fusiles para que se escucharan las voces.
- ¿Cómo han diferido los procesos de paz?
- Ha sido muy distinto. En ese momento la negociación era en caliente, sobre el propio escenario nacional, y yo creo que, por un lado, fue más violenta, más contradictoria, porque estaba surcada por permanentes hechos de guerra, atentados, muertes, pero al mismo tiempo, fue un proceso que arrastró mucha pasión popular. La gente se sintió involucrada desde el principio. Fue protagonista de ese proceso que para mí tuvo como culminación la Constitución del 91. Que el proceso de paz de los ochenta haya estado ligado al proceso constituyente, pues para mí es obvio, porque la mayoría de escaños los tuvo la guerrilla que negoció.
- ¿Y cuáles son las condiciones actuales del proceso de paz?
- Las Farc son otro tipo de guerrilla, primero militarmente, con mucho más peso del que tenía el M19. También tienen una historia muy larga, que en sus orígenes tuvo una vinculación fuerte con el movimiento campesino, con grupos de resistencia contra la violencia de partidos tradicionales. Pero también tienen una historia de degradación de sus propios ideales, en la medida en que parte de su militancia, de su estructura, se volcó sobre la delincuencia común, lo cual les hizo perder mucho el cariño de los colombianos. No puedes meterte en los negocios ilegales y mantener tus banderas políticas con claridad, creas una confusión y la gente ya no entiende. Y dentro de eso le reconozco a esta nueva generación de dirigentes de las Farc su vocación de paz, que han sabido defender con integridad.
- ¿Qué opinión le merece la gente que votará a favor del no en el referéndum?
- La oposición al sí es nefasta. Hoy hay que estar incondicionalmente por el sí. ¿Quién no va a querer que se desarmen las Farc y se inicie un proceso de paz con el grupo armado, fuera del ejército? Hay que estar por la paz. Ahora, ¿qué pasará después, cómo se va a implementar esa paz; qué alcances, limitaciones tiene? Es una discusión enorme la que nos espera, pero lo primero es garantizar el plebiscito.
- ¿Siente que la ciudadanía ha estado más involucrada en este proceso?
- La negociación duró cuatro años y a lo largo del último año el país se ha ido involucrado y entusiasmando con la idea de la paz. El hecho de que a la paz le salga una oposición tan beligerante, como puede ser la de Álvaro Uribe y los suyos, ha hecho también que la gente tome conciencia de que esta negociación es algo importante que no se puede perder. Ha ido pegando un anhelo. Y, sí, las negociaciones se hicieron afuera, con representantes de la guerrilla, del gobierno, con acuerdos en su gran medida escondidos, no había como una convocatoria real en la gente. Pero creo que eso se ha revertido y el plebiscito es una buena manera de comprometer a la gente para que refrende el proceso.
- ¿Cuál es el pleito que podría haber?
- Que eso se quede en una movida política, electoral. Que el plebiscito se convierta en elecciones anticipadas. Si bien hay un ingrediente político importante en todo esto hay un ingrediente mucho más amplio, ético, humano, filosófico. No hay que perdernos la paz.
El Telégrafo Ecuador.