Por León Valencia
La izquierda tiene el reto de darle a la derecha uribista una lección civilizatoria, una lección democrática, una lección de lealtad a las instituciones. Qué aprendan como se hace oposición leal y legal. Qué aprendan como se hace oposición sin puñaladas traperas. Que aprendan como se hace oposición respetando y alentando la reconciliación, la defensa del país en el exterior, la causa de la paz y la seguridad. Por ahí derecho la izquierda le mostrará al país como será un eventual gobierno suyo. Porque hay una ley de hierro en la política: una fuerza se comporta en el gobierno como lo hace en la oposición.
Se me revuelve todo por dentro, en el corazón y en la conciencia, cuando oigo a los uribistas hablando de unidad del país, de respeto a las reglas, de legalidad, del que la hace la paga, de la verdadera paz, de doblar la página de la polarización. Me tengo qué decir calma… Serena el espíritu… No puedes ser como ellos.
Los uribistas transgredieron todas las normas de la oposición democrática. En la política exterior, revolviendo las aguas cuando estábamos en el grave litigio con Nicaragua, con el miedo a perder San Andrés y Providencia; o deambulando en los foros internacionales tratando de poner freno a la inversión económica o a la cooperación con toda clase de argumentos desproporcionados e injustos; o envenenando aún más las difíciles relaciones que hemos tenido con Venezuela en los últimos años.
En la búsqueda de la paz y la conquista de la seguridad interna. No hablo de las críticas a las negociaciones de la Habana, no hablo de la necesaria controversia que debía despertar la compleja tarea de terminar una guerra de más de cincuenta años. Hablo de la conformación de aparatos clandestinos para capturar información reservada de las conversaciones y difundirla, de la filtración de coordenadas secretas cuando el traslado de los negociadores de la guerrilla, de las mentiras descaradas sobre el proceso.
Hablo de algo que nadie había hecho… El intento de dividir a las Fuerzas Armadas, estableciendo relaciones indebidas con algunos mandos y alentando la confrontación a su interior entre sectores retirados opuestos a la paz que hablaron en algún momento de darle un golpe de estado a Santos y la cúpula en ejercicio que, en medio de las dificultades, respetó la negociación y cumplió a cabalidad con el desescalamiento del conflicto.
En el respeto a las tareas humanitarias en medio de un conflicto desgarrador. Quizás la labor más noble, la más justa, fue la de empezar el reconocimiento y la reparación de las víctimas y, ni en esta causa, hubo lealtad de los uribistas. No tuvieron la más mínima consideración con la ley de víctimas y restitución de tierras. Se fueron a lugares clave, donde paramilitares y grandes propietarios se habían aliado para arrebatarles la tierra a sangre y fuego a los campesinos pobres, se fueron a manifestaciones para defender a los despojadores y fue en ese momento donde Uribe proclamó a voz en cuello “La resistencia civil”.
No digo más para no cansarlos. En contraste con ese tipo de oposición, la izquierda tiene que ponerse bajo el paraguas del Estatuto de Oposición y reclamar su derecho a la réplica en cada episodio de controversia, hacer un férreo control político desde el Congreso, acudir a la Comisión de Relaciones Exteriores a plantear sus ideas sobre la marcha de nuestra política externa y actuar hacia el exterior como nación.
Tiene que tratar con toda responsabilidad y respeto a las Fuerzas Militares y de policía en su difícil tránsito a la reconciliación, defender la paz apegándose al ordenamiento jurídico y obligando a que los uribistas recorran el camino de la constitución y de la ley para deshacer los acuerdos, algunos de ellos convertidos en artículos de la constitución o en obligaciones legales tramitadas con celo ante la comunidad internacional.
Tiene que acudir a la protesta ciudadana pacífica sin las grandilocuencias de la “Resistencia Civil” sólo para buscar justicia, sólo para que se cumplan las obligaciones del Estado, sólo para fortalecer la democracia con una presencia de los ciudadanos en las calles y en la vida pública.
Veremos si el presidente Duque y el uribismo respetan la oposición democrática o se comportan de la manera ilegal y tramposa como se comportaron cuando estaban en la orilla de la oposición al gobierno de Santos.
Fundación Paz y Reconciliación-Pares.