Por Diego Otero Prada / Razón Pública
Qué se sabe – y qué se estima- sobre los varios mecanismos que hacen o harían que la paz para Colombia sea “un buen negocio”. Las cifras son inciertas, pero las mejoras en el clima de inversión y el recorte de gastos billonarios se darán sin duda alguna.
Habrá beneficios
La teoría económica sugiere con firmeza que la paz de Colombia se plasmará en beneficios contantes y sonantes.
El primero de ellos es el ambiente de seguridad en las ciudades y especialmente en las zonas rurales. El segundo consiste en reducir los gastos para la guerra del sector público y del privado.
Pero si bien la paz es necesaria para cualquier país, la economía depende de las políticas económicas que adopten los gobiernos. O sea que la paz es condición necesaria pero no suficiente del progreso económico. Y esto se ve con claridad en los muchos países donde no hay guerra pero no crecen debido al tipo de políticas que adoptan.
En Colombia la paz traerá un ambiente de seguridad que se verá reflejado de varias maneras. Por ejemplo se facilitará el turismo internacional e interno. Las agencias internacionales serán las primeras en recomendar en sus planes turísticos que se visite a Colombia, un país que tiene mucho que mostrar por su topografía, sus playas, la variedad de climas y la diversidad de regiones y costumbres.
Además, la seguridad atrae inversión extranjera e incentiva la inversión nacional, especialmente en las zonas rurales. Dado que el conflicto colombiano ha sido predominantemente rural y en zonas alejadas, el agricultor, el campesino y el capitalista podrán dedicarse tranquilamente al desarrollo rural porque desaparecen los secuestros, las amenazas, el abigeato, el despojo de tierras y bienes y el desplazamiento forzado.
El campo debería ser el más beneficiado en un clima de paz. El agricultor no temerá invertir porque sabe que sus inversiones no serán objeto de despojo y la gente podrá movilizarse por los caminos rurales, llevar sus productos a los mercados urbanos, celebrar fiestas sin miedo, adelantar proyectos productivos e invertir en maquinaria agrícola.
Por otra parte el Acuerdo de La Habana incluye un plan de desarrollo rural muy bien estructurado cuya ejecución sería un gran impulso para la economía del campo. El plan es un conjunto de medidas en muy diversos frentes que deberían haberse hecho hace décadas. Se tienen allí programas de vivienda rural, irrigación, salud, educación, vías terciarias y adjudicación de tierras.
Bajar los gastos de la guerra
Para el Estado, los gastos dedicados a mantener un ejército de 270.000 hombres se reducirían con el tiempo ya que este personal tan numeroso no se requiere en un país sin guerrillas, lo cual permite desplazar recursos hacia actividades productivas. Igualmente, los daños a la infraestructura desaparecen, lo que reduce los costos para los sectores eléctrico, petrolero, carbonífero y de transportes.
En el libro Gastos de Guerra de 1964-2016: 179 000 millones de dólares perdidos mostré lo que nos ha costado este conflicto interno de más 52 años, sin incluir las erogaciones por los atentados a la infraestructura nacional. Al final, en dólares de 2014 el gasto en guerra para el gobierno oscila entre 142.493 y 179.275 millones de dólares.
El gasto para la guerra en pesos de 2014 es equivalente a entre 1,45 y 1,82 veces el presupuesto nacional de 2016, entre ocho y diez veces el presupuesto de inversión y entre 35,1 por ciento y 43,9 por ciento el Producto Interno Bruto (PIB) de 2016.
Para ver la magnitud del gasto en guerra y seguridad de Colombia vale la pena referirse al Plan Marshall para recuperar a Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, cuyo costo en dólares de 2014 ascendió a 117.877 millones de dólares, o sea, entre el 65,8 por ciento y el 82,7 por ciento de lo que ha costado el conflicto para el Estado colombiano.
En 2016 se asignaron 20 billones de pesos al gasto de guerra. Este dinero podrá ahorrarse paulatinamente a medida que desaparezcan los factores de conflicto como las guerrillas y los paramilitares.
No se puede, por supuesto, rebajar rápidamente las Fuerzas Armadas a 70.000 miembros, que sería lo normal, pero este es un proceso que podríamos iniciar. Si no hay conflicto se reducen las erogaciones en compra de material y equipos, movilización de vehículos, aviones y helicópteros que son tan intensos en consumo de energía y por lo tanto dan lugar a gastos elevados (la guerra es intensa en energía).
Este es un tema muy delicado porque los militares quieren mantener el nivel actual del gasto y promueven otras iniciativas para justificarlo.
Los efectos sobre el PIB
El sector privado también ha tenido que asumir gastos importantes por concepto de pago de secuestros, atracos a hogares, comercios, instituciones financieras, robo de motos y vehículos, atentados al sector productivo, chantajes y otros delitos.
Así mismo, el sector privado ha tenido que dedicar recursos para mantener mecanismos de seguridad tanto de los hogares como de las empresas y de las personas que se refleja en los más de 500.000 vigilantes que hay en el país (prácticamente otro Ejército). Estos son gastos que se evitarán con la paz y que pueden orientarse hacia la inversión.
Para saber cuántos puntos de crecimiento traerá la paz es necesario contar con un modelo macroeconómico que simule un escenario sin paz y otro con paz, de lo contrario entraríamos en el terreno de los supuestos sin ninguna base empírica. En teoría debería haber un impacto positivo, pero no se puede decir que el efecto va a ser de medio punto o un punto sin una modelación de la economía, lo que no se ha hecho.
El efecto sobre el crecimiento económico viene dado por la sustitución de recursos de la guerra a inversión, por una menor presión sobre los gastos militares y dineros destinados a resolver los daños a la infraestructura y por erogaciones para atender el desplazamiento forzado y el secuestro.
En el sector privado, los recursos que se han venido orientando a pagos de seguridad, de secuestro, extorsiones, abigeato y robos de todo tipo pueden desplazarse hacia el consumo o la inversión. Además, puede darse un aumento de la inversión extranjera o interna, que daría lugar a un crecimiento del PIB por el llamado “efecto multiplicador” de la inversión.
¿Qué dicen los estudios?
No hay un estudio riguroso acerca de los efectos de la paz sobre el crecimiento económico. Pero algunos han hecho el intento.
En diciembre de 2016 el Departamento Nacional de Planeación presentó su investigación El dividendo económico de la paz en Colombia. Lecciones de la experiencia internacional, según el cual la paz se reflejará en un aumento adicional del PIB de entre 1,1 y 1,9 puntos porcentuales por año, así como en un aumento adicional del 54 por ciento del PIB per cápita.
En mayo de 2014 la Universidad de los Andes publicó el libro Costos económicos y sociales de conflicto en Colombia ¿Cómo construir un posconflicto sostenible? Los autores de capítulo “Crecimiento económico, conflicto armado y crimen organizado, evidencia para Colombia” concluyen que “la reducción del conflicto armado en un 100 por ciento, y si todo lo demás permaneciera constante, aumentaría el PIB departamental en 4,4 por ciento anualmente, en promedio”.
Marc Hosftetter publicó el Documento Cede No. 19 Paz y PIB. Allí el autor se refiere a varios estudios que presentan un resultado sorprendente, según el cual el ingreso colombiano crecería 4,4 por ciento adicional si desaparece el conflicto, lo cual coincide con las cifras más moderadas del DNP. Pero el autor argumenta que los efectos no serían de esa magnitud y que no durarían por siempre.
Por su parte, la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) y la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda) publicaron en octubre de 2016 el documento Dividendos, beneficios y costos del proceso de paz en Colombia. Allí se parte de que “no existe espacio para pensar e reducir las asignaciones presupuestales a la fuerza pública”; y se afirma “que el beneficio proveniente de la desmovilización guerrillera y de la disminución del narcotráfico podría verse reflejado en una aceleración de nuestro potencial de crecimiento de 0,5 por ciento a 1,0 por ciento por año durante la próxima década”.
El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC) junto con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dio a conocer en julio de 2014 su trabajo ¿Qué gana Colombia con la paz? El estudio mostró que el PIB se duplicaría cada 8,5 años sin conflicto y no cada 18,5 años, como ha ocurrido en Colombia. Así, en 2015, cuando el PIB aumentó en 3,1 por ciento, la cifra hubiese sido 6,2 por ciento. Pero estos son resultados muy optimistas.
Todos estos estudios parten de supuestos discutibles o de comparaciones internacionales, pero no se basan en un análisis cuantitativo mediante modelos de algún tipo que incluyan las variables de un país en paz. Hace falta un análisis más serio que muestre las bondades económicas de la paz. Mientras tanto, lo único que sin duda podemos afirmar es que un país sin conflictos armados internos es propicio para mayores tasas de crecimiento económico.