Por Eduardo Sarmiento Palacio
En las cifras de cuentas nacionales reportadas por el DANE para el primer trimestre, la producción de las actividades que tienen mayor capacidad de liderazgo y disponen de información más confiable creció por debajo de cero. En las cifras de demanda divulgadas posteriormente, el consumo crece por encima del promedio y la inversión desciende; la economía opera con un exceso de ahorro sobre la inversión o, lo que es lo mismo, con un exceso de ingreso nacional sobre el gasto. Para completar, en las cifras de abril, el empleo crece 0 % y el desempleo retornó a los dos dígitos. La información en conjunto revela la evolución de los últimos cuatro años. La economía opera en un estado de deficiencia de demanda efectiva que se manifiesta en la tendencia decadente del empleo y el crecimiento económico.
Los resultados aclaran la ineficacia del Banco de la República para igualar el gasto con el ingreso nacional. La tasa de interés no baja para reducir el ahorro y aumentar la inversión. La tasa de referencia no tiene mayor efecto sobre la tasa y el volumen del crédito. Se controvierten los postulados del libro de texto que señalan que las economías tienden al equilibrio con el apoyo de la política monetaria. Por su parte, la discrecionalidad de la política fiscal es interferida por la regla fiscal que obliga a mantener el déficit por debajo del déficit en cuenta corriente.
En la sabiduría convencional se considera que el balance externo entre los ingresos y egresos de divisas se debe lograr con el tipo de cambio y la política comercial. Asimismo, el balance interno entre el ingreso nacional y el gasto se debe obtener con las políticas fiscales y monetarias. Sin embargo, el país opera con un déficit en cuenta corriente que no puede ser contrarrestado con la libertad comercial y cambiaría. La tasa de cambio es determinada por el precio del petróleo y el mercado internacional. Lo mismo puede decirse de la política comercial y los TLC que están anclados en el libre comercio. El desajuste se corrige con una política fiscal contractiva, de déficit fiscal inferior al déficit en cuenta corriente, que reduce el crecimiento y el empleo.
Los estados de exceso de ahorro, o si se requiere de gasto por debajo del ingreso nacional, se presentan bajo condiciones monetarias y fiscales altamente contractivas. Es una evidencia de la ineficacia de la política del Banco de la República de tasa de interés y de la política fiscal para estimular el gasto. En cierta manera se configura el fracaso de la trilogía del banco central autónomo, austeridad fiscal y tipo de cambio flexible.
El balance interno y externo es una condición necesaria para el pleno empleo, la estabilidad y la eficiencia, y constituye la función central de la política macroeconómica. En la concepción del banco central autónomo se considera que el propósito se consigue por conducto del mercado y la política monetaria de tasas de interés. Sin embargo, los hechos se encargaron de demostrar que el mercado no puede hacer la tarea por el enorme desajuste de la balanza de pagos y por la tasa de interés internacional cero. Hay que buscar otros medios con sentido práctico.
La alternativa es una mayor presencia del Estado en la coordinación de la política fiscal y monetaria para establecer el déficit fiscal por encima del déficit en cuenta corriente y selectividad comercial cambiaria para propiciar la sustitución del petróleo y el carbón por la industria y la agricultura. El expediente revertiría la tendencia descendiente de la producción y el empleo y despejaría el panorama de los próximos años.
El Espectador, Bogotá.