Por Yohir Akerman
El martes 8 de noviembre, además de definirse el futuro de los Estados Unidos por cuenta de la elección de su próximo presidente, también será un día crucial para la independencia en la información y el futuro de los noticieros en Colombia. Me explico.
n junio de 2015, con el nombramiento de David Luna como ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones se revivieron dos ideas: primero la de entregar un nuevo canal privado para romper el control de la televisión que tienen desde hace 20 años Caracol y RCN. Segundo, mejorar las condiciones de operación del Canal Uno, una señal pública cuyos espacios son operados por productores independientes. Todo muy bien hasta ahí.
El ministro Luna, en coordinación con la Autoridad Nacional de Televisión dirigida por Ángela María Mora Soto, diseñó una hoja de ruta para que los oferentes interesados en la licitación del Canal Uno se inscribieran en el proceso. El martes se cierra la licitación de la ANTV pero todo parece indicar que es una carrera que ya tiene un caballo ganador.
La historia es así.
El Plan Nacional de Desarrollo del presidente Juan Manuel Santos definió en el artículo 41 que el Canal Uno podrá ser adjudicado a un solo operador, distinto a como ocurre actualmente que existen tres concesiones: Consorcio Jorge Barón Televisión Ltda, Unión Temporal Colombiana de Televisión NTC y Compañía de Medios de Información Limitada CM&.
Según el pliego de condiciones definitivo, así como las respuestas a las observaciones del proyecto de pliego de condiciones publicada por la ANTV hace menos de un mes, el puntaje para medir todas las licitaciones es sobre 1000.
De la totalidad de los puntos, 50 por ciento es el valor de la propuesta económica y el resto se divide en, 300 puntos por los atributos de producción y programación y 200 puntos del incentivo al componente colombiano.
Eso quiere decir que la mitad del puntaje es un saludo a la bandera, puesto que todas las propuestas de los oferentes van a tener con algunos matices atributos de producción y programación e incentivos al componente nacional, generando que lo que realmente pese o haga la diferencia en el proceso licitatorio sea la propuesta económica. Y cuando lo que importa son los pesos, la licitación se convierte en una subasta.
¿Quién tiene mayor músculo para ofrecer en una puja: el hombre más rico de Colombia o los independientes que ahora manejan ese canal? No es una respuesta complicada.
El grupo del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo quiere quedarse con ese canal público, eliminando las alternativas de información independientes, sin tener que dar la dura cuota inicial que pagaron Caracol y RCN por sus canales. Y, mejor aún, con la red de transmisión e infraestructura del Estado pagada por los contribuyentes.
Un negociazo.
Como se dijo antes, esa licitación nació de una modificación legal para poder entregar el canal a un solo concesionario, lo cual es razonable siempre y cuando ese grupo garantice la pluralidad de voces. Pero aunque el espíritu de la ley es el acertado, en la práctica eso se va a convertir en un regalo de la red de transmisión pública al banquero más poderoso del país. Eso es equivalente a que las personas de estrato seis reciban subsidios del Sisben. Inaceptable.
Con este proceso se va a perder el último eslabón de independencia entre medios de comunicación y grandes grupos económicos ya que se desaparecerán los dos únicos noticieros que no eran controlados por poderes empresariales: Noticias Uno y CM&.
Un atentado a la independencia.
Sobre todo porque una mirada a los medios de comunicación muestra la pesada mano de los grupos económicos más grandes de Colombia en los contenidos. La familia Santo Domingo es dueña de Caracol Televisión, la cadena Blu Radio y el diario El Espectador, entre otros medios. Por su parte la Organización Ardila Lülle es dueña de RCN Televisión, RCN Radio y próximamente del diario La República.
Es difícil hablar de pluralismo informativo cuando un canal es de la Organización Ardila, el otro es de la familia Santo Domingo y el tercero, que era público, se lo va a quedar el señor Sarmiento Angulo.
El banquero no es nuevo en esto, ya es dueño de El Tiempo, City TV, las revistas Motor, Don Juan, Elenco, Hola, el periódico ADN y próximamente del Canal Uno. Las consecuencias de la falta de pluralidad se han visto en el cubrimiento de sus medios de temas bancarios y de las concesiones de infraestructura en donde su grupo tiene grandes intereses.
Pero pocos medios de comunicación tocan el tema ya que el grupo Sarmiento Angulo es el mayor anunciante en Colombia.
Fuera de eso, la persona que lidera el proyecto de quedarse con el Canal Uno dentro del grupo de Luis Carlos Sarmiento, es su hija Luz Ángela, quien está casada con el señor Antonio José Ardila, hijo de Carlos Ardila Lülle, dueños del canal RCN. El perfecto matrimonio antimonopolio.
@yohirakerman
El Espectador, Bogotá.