Por Marisol Bowen
En mitad de la más vulgar barbarie pública, del castigo inmoral de los mercaderes medios de comunicación del Ecuador, de la sentencia indolente de una sociedad envenenada, del dedo acusador del traidor mayor, de la calumnia de ministros aparecidos de dudosa reputación, de la condena de políticos corruptos y condenados, de la deslealtad de los asambleístas con precio y las declaraciones invisibles de los acusados y testigos, que insistían en que Glas jamás fue parte de licitación o concurso alguno; Jorge Glas fue condenado a 6 años de prisión, el 13 de diciembre de 2017, sin una sola prueba en su contra.
Para lograr el objetivo, utilizaron con inconcebible descaro el código penal que fue derogado en el año 2014, cuando entró en vigencia el nuevo Código Orgánico Integral Penal (COIP), un acto legalmente improcedente, ya que de haberse comprobado la asociación ilícita de la que se le acusaba, -lo que no ocurrió-, aunque quisieran condenarlo injustamente, tal como hicieron, y debido que hasta el más vil de los descaros requiere un ápice de verdad, debieron sujetarse al Código Orgánico Integral Penal no al Código Penal desechado. Pero no lo hicieron porque el actual Código Penal contempla hasta 5 años de prisión por este delito, pudiendo Glas acogerse a la sustitución de la pena tal como lo establece la ley, lo que podría darle la libertad. De ahí que se haya soslayado la justicia de manera brutal, con el maquiavélico fin de no permitirle ser libre bajo ninguna circunstancia.
El dictamen oral donde el Tribunal condena a Jorge Glas, debía ser posteriormente escrito para darle la posibilidad de la apelación y que en derecho un Tribunal superior pueda revisar su caso y tomar medidas de justicia. Pero no conforme con la ignominia ejercida contra un hombre inocente, la sentencia escrita fue retenida durante 41 días; cometiéndose una nueva descarada ilegalidad, ya que el Tribunal tenía 10 días como término máximo para notificar la sentencia por escrito, según lo establece el Artículo 621 del Código Orgánico Integral Penal (COIP): “Luego de haber pronunciado su decisión en forma oral, el tribunal reducirá a escrito la sentencia… El tribunal ordenará se notifique con el contenido de la sentencia dentro del plazo de diez días posteriores a la finalización de la audiencia, de la que se pueden interponer los recursos expresamente previstos en este Código y la Constitución de la República”. Violando con este monstruoso accionar jurídico, tanto los derechos constitucionales de Jorge Glas como el mismo debido proceso, para impedir la posibilidad de apelar antes de terminar la jugada planificada cuyo jaque mate era la Vicepresidencia.
La justicia servil fue usada, demostrando con descaro parcialidad, saña y alevosía contra un hombre al que a plena luz del día y sin reparos ni moral, terminó convirtiendo ¡en un preso político!
Dicho accionar doloso anula todo lo actuado, es decir, Jorge Glas a quien todos sus derechos le han sido conculcados, no debería estar preso un solo minuto, la vicepresidenta de los 70 votos deberá irse a su casa, el presidente de las inconstitucionalidades debía ser enjuiciado políticamente y los jueces, el Fiscal, los asambleístas de la omisión y todos los que formaron parte de la aberración jurídica más vergonzosa de la historia del país, deberían estar siendo procesados. Pero eso sólo ocurre en un Estado de Derecho ¡y no en uno sin derechos ni Estado!
Hasta el sol de hoy no aceptan el recurso de apelación interpuesto por Jorge Glas, negándole su derecho a defenderse. Se ha violado el debido proceso, se lo ha dilatado con claros objetivos, se ha violado la Constitución, se le ha quitado a un Vicepresidente la investidura que le dio la voluntad popular, se ha roto en Ecuador el estado de derecho y la Corte Interamericana de Derechos Humanos no se ha pronunciado; se han desmembrado los derechos de un hombre ¡y el mundo guarda silencio! Tan inútiles somos que necesitamos que vengan de fuera ¡a limpiarnos la casa!
Mientras se sacrificaba a un hombre inocente en nombre de los intereses políticos, Lenín Moreno hacía el show al que nos tienen acostumbrados, y para hacerse de la Vicepresidencia envió a la Asamblea una terna además de vergonzosa, ridícula; considerando que dos de las tres mujeres propuestas son ministras y que jamás presentaron la renuncia tal como lo establece la Constitución en el Artículo 113. La Asamblea no tenía nada que analizar, todo estaba dicho con la complicidad aberrante de los asambleístas y Serrano, el bastón de la infamia. La madre de los descaros se gestaba ¡mientras violaban la Constitución!
La maldad ha demostrado a través de Moreno la más brutal de las gulas, de ahí que todo el entramado haya sido concebido con una también vergonzosa consulta popular, cuyas preguntas apuntaban los misiles directo al objetivo: tener lejos de la contienda política tanto a Jorge Glas como a Rafael Correa. No obstante otro objetivo es el poder absoluto del estado poniendo a dedo a los miembros del Consejo de Participación Ciudadana, quienes también con un dedo cambiarán a las autoridades de control del estado. El fin justifica los medios, escribió Napoleón Bonaparte en la última página de un libro; todo para consumar los planes de la destrucción desde el puño mismo del pueblo que acudió a las urnas. Un suicidio masivo sin parangones en la historia de la patria.
¿Podemos esperar acaso justicia para Jorge Glas en las manos de sus verdugos? ¡No! Sólo podemos esperar que se cumpla el plan de su destrucción y la más atroz persecución a Rafael Correa como a todos los que huelan a Revolución. El poder estará en manos de los que la Década Ganada convirtió en cadáveres políticos ambulantes. Lo más nefasto de la política ecuatoriana vuelve con más poder del que sus vengativas mentes pueden concebir. La misión es clara, ¡ellos continuarán el trabajo sucio!
Eso sin contar que la Contraloría no se detendrá, con un contralor movido con los hilos de quien lo tienen ilegalmente en ese lugar, es un arma de persecución y destrucción con la que apuntan y disparan, un tiro al piso sin derecho a error. Cuanto más grande el revolucionario, más peligroso para los fines de la miseria humana.
La debacle apenas empieza y no hacemos nada para evitarlo. No sólo han atropellado los derechos de un hombre que yace preso siendo inocente, no sólo se ha violentado la voluntad del pueblo; lo que se ha cocido en la olla de la traición superó los límites del abuso y la infamia, ¡la democracia misma ha sido defenestrada! Estamos ante la más vil dictadura disfrazada de legalidad, la forma política más peligrosa para destruir un país; un cáncer asintomático que nos mina desde adentro, mientras los más ilusos disfrutan del suicidio como las verdaderas ovejas que un día insultaron.
Pero ahí estamos nosotros, -y digo nosotros con absoluta causa común-, los revolucionarios sin principios ni lealtad verdadera; buscando binomios para la presidencia, buscando nombres como recién paridos, ¡escarbando hasta en la basura!
¿Para eso hemos quedado? Para condenar la traición con todos los dientes mientras aplaudimos a muchos de los verdugos de Jorge Glas; para dejar en carne viva el alma servil de los esclavos; sometidos a voluntad a una consulta inconstitucional ¡que nos arrebatará la patria en pedazos!
Ahí estamos, buscando nombres cuando los verdaderos nombres están en juego de perderse si lo permitimos, ¡uno distante y el otro preso!
Ahí estamos, burlados pero mudos de obra; sin la rebeldía de los viejos tiempos, de los viejos hombres ¡que honraban con la vida a la Bandera! Ahí estamos, sin ser los hijos que la patria espera, autómatas e inmóviles, después de haber visto a Rafael Correa gastar sus zapatos por salvarnos de la hecatombe, mientras recorría un país inclinado sin pedir gratitud ¡sino memoria! ¡Y ni eso tuvimos!
Ahí estamos, mirando a nuestro Vicepresidente preso por salvar su dignidad y honrar al pueblo que le dio su investidura, sacrificando su propia vida en un país sin garantías.
Ahí estamos, viviendo sin corazón, disfrutando de lo que nos dejó la Década Ganada; perdiendo un poco de humanidad cada día, incapaces de sentir su dolor como propio, incapaces de mirar que la injusticia contra un hombre es la injusticia contra el pueblo; incapaces de entender que ese hombre es nuestro padre, nuestro hermano, ¡nuestro hijo!
Incapaces de mirar que a donde miremos está él, en este país que ayudó a construir, en esas provincias que tras el fatídico 16 de abril ayudó a levantar hombro a hombro con su gente devastada. En la mirada cansada de su madre, en las lágrimas de su esposa, en la ilusión rota de sus hijos, en el dolor de sus hermanos, en el aire que contaminamos de silencio.
Incapaces de meternos en su piel, de sufrir en su carne, ¡de llorar con sus ojos!
Ahí estamos, buscando nombres mientras su nombre se hace viento, se hace olvido, se hace llanto, se hace angustia, ¡se hace patria!
Somos él, somos su lucha y su fortaleza, hasta su derrota somos si no luchamos. Somos él, ese hombre ¡al que hemos dejado solo! Somos su sangre, somos su pena, somos la puerta de una cárcel que se niega a quedar vacía, somos la batalla que se resiste a ser vencida.
Es en las injusticias donde las valientes voces de la historia gritan, es en las injusticias donde la voz de Manuela Cañizares llega y retumba una vez más en las almas débiles de lucha: “¡Cobardes… Hombres nacidos para la servidumbre!, ¿de qué tenéis miedo…? ¡No hay tiempo que perder!”
Los valientes no esperan ser llamados, ¡acuden al clamor de la patria! La democracia es democracia, ¡sin importar como la ejerce el pueblo! Mientras la patria llora por uno solo de sus hijos, ¡que no descanse una sola sien sobre la almohada!
Que el pueblo tome el nombre del hombre que por él muere, que el pueblo tome el nombre del hombre ¡que por él lucha! Sólo entonces el pueblo unido será un trueno rompiendo el cielo, ¡una ráfaga de valentía haciendo justicia! Sólo entonces, cuando la herida del hombre justo sangre con nuestra sangre, seremos todos ¡un inocente preso!
¡Yo también me llamo Jorge!