El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, determinó que mediante garrote e intimidación más de 200 policías antidisturbios desalojaran por la fuerza en la madrugada de este sábado 19 de noviembre a las personas que habían instalado en la emblemática Plaza de Bolívar de la capital, el campamento por la paz.

A las tres de la mañana cuando las personas que se encontraban resguardándose de la lluvia en el campamento por la paz notaron la presencia de más de 200 miembros de la Policía Nacional y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) que rodearon las carpas que aún se encontraban.

Durante el humillante operativo fueron golpeadas, insultadas y hasta amenazadas varias personas por los antidisturbios.

Los uniformados quitaron las carpas que estuvieron en el lugar por 42 días y retiraron a los manifestantes. La mayoría de ellos aseguraron que en la acción fueron golpeados por lo que publicaron en sus redes sociales videos que muestran las agresiones que sufrieron. “Desmontaron el campamento y quitaron todas las cosas que estaban ahí”, aseguró Carolina Osorio, una de las voceras.

Los policías, obedeciendo órdenes del gobierno de Peñalosa, ubicaron buses y amenazaron a los manifestantes con montarlos ahí. Consideran que la acción es desproporcionada puesto que desde el principio se trató de una protesta pacífica, contando con el aval incluso del Gobierno nacional y de los negociadores de paz. La sensación de impotencia por parte de los manifestantes no se ha podido ocultar.

“Me golpearon en la cabeza, me rompieron el labio. Me golpearon tres veces en el caso, sino hubiera tenido casco me hubieran rebentado la cabeza. Eso es brutalidad contra alguien que pide la paz”, expresó una de las víctimas del brutal ataque policial.

El gobierno de Peñalosa, por su parte, expidió un comunicado lleno de excusas y mentiras para tratar de justificar su torpe accionar contra una expresión en pro de la convivencia y la reconciliación como el campamento por la paz.