septiembre 29, 2025 5:33 pm
La ley del embudo

La ley del embudo

EDITORIAL TSC /

La reciente revocación de la visa estadounidense al presidente colombiano Gustavo Petro por parte del Gobierno de Donald Trump, revela contradicciones en la aplicación de principios como la libertad de expresión y la participación en eventos internacionales, en el contexto de la doble moral y la arbitraria hegemonía de Washington.

La administración Trump justificó la revocación de la visa del presidente Petro alegando que las declaraciones del mandatario colombiano sobre la política exterior de Estados Unidos, especialmente en un asunto como el brutal genocidio en la Franja de Gaza contra la población palestina por parte del Estado de Israel, en el que Washington es claramente cómplice, resultan “incompatibles” con los ‘valores’ y la seguridad nacional estadounidense.

Petro, conocido por su postura crítica frente a la dictatorial hegemonía norteamericana y su defensa de una política exterior soberana, manifestó en Nueva York, en el marco de la 80 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la necesidad de revisar el papel de Estados Unidos en la región, su rol en la sistemática operación de limpieza étnica contra la población palestina y denunció sin ambages prácticas consideradas neocoloniales.

Como bien lo señaló el pronunciamiento oficial de la Cancillería colombiana, la ONU con sede en Nueva York es un escenario que otorga el derecho a los representantes de los Países Miembros valerse del Gobierno de otro País Miembro-Interlocutor para la solicitud y aprobación de una visa oficial, como condición sine qua non conducente a participar en actos, eventos o conferencias enmarcados dentro del desarrollo de la Semana de Alto Nivel de la Asamblea General de este organismo internacional, entre otros, “garantizando la libertad de palabra y la completa independencia en el desempeño de sus funciones, así como la inmunidad de procedimiento judicial, respecto a expresiones orales o escritas”.

“En consecuencia, negar o revocar una visa -como arma diplomática- atenta al espíritu de la Carta de 1945 de una participación in situ con promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión sin consideración de fronteras”, puntualiza la declaración de la cartera de Relaciones Exteriores de Colombia.

Paradójicamente, Donald Trump es uno de los presidentes estadounidenses más reconocidos por sus continuas opiniones e intervenciones en la política interna y externa de otros países. Durante su mandato, el magnate, actual inquilino de la Casa Blanca, ha opinado públicamente y sin reato alguno sobre procesos electorales en Venezuela, Brasil, México y Ucrania, apoyando abiertamente a candidatos de ultraderecha y de tinte fascista o criticando a gobiernos que considera contrarios a los intereses de Washington. Además, tomó decisiones unilaterales que afectan el equilibrio internacional, como la retirada de tratados multilaterales, la imposición de sanciones económicas y la amenaza de intervención militar en países como Venezuela, Irán y Corea del Norte.

En América Latina, Trump intervino directamente en la crisis venezolana, apoyando el reconocimiento del tragicómico Juan Guaidó como “presidente interino” y ha promovido sanciones severas contra el Gobierno de Nicolás Maduro. En México, presionó por la construcción del muro fronterizo y condicionó acuerdos comerciales a reformas migratorias. Estos ejemplos evidencian la frecuencia con la que la administración Trump ha ejercido presión e influencia en la dinámica política de otras naciones, en todos los casos pisoteando la soberanía de los países afectados.

Doble moral

La decisión de revocar la visa a Petro por sus categóricos pronunciamientos sobre la responsabilidad de Israel y EE.UU. en el inhumano exterminio étnico en Gaza expone la llamada “ley del embudo” en las relaciones internacionales: Estados Unidos exige respeto por sus egocéntricos intereses y sus supuestos ‘valores’, pero no duda en intervenir en los asuntos internos de otras naciones cuando lo considera necesario. Esta doble moral es especialmente visible en el trato a líderes extranjeros que cuestionan la arbitraria hegemonía norteamericana como ocurre ahora con la inicua sanción a la libertad de expresión de Petro.

En el actual escenario internacional, la hegemonía de Estados Unidos muestra signos de desgaste ante el ascenso de potencias emergentes y la consolidación de bloques regionales. Sin embargo, las prácticas de presión diplomática y la imposición de sanciones continúan siendo herramientas habituales para mantener su influencia, lo que genera tensiones y cuestionamientos sobre la legitimidad de su rol como “gendarme mundial”.

La decisión de Estados Unidos ha tenido un fuerte impacto en la política interna colombiana. La oposición, liderada por sectores ultraconservadores y algunos cuestionados exmandatarios, aprovechó el episodio para cuestionar la política exterior de Petro y señalar posibles consecuencias negativas para las relaciones bilaterales y la economía nacional. Los medios de comunicación, por su parte, han ofrecido coberturas diversas, desde análisis críticos que denuncian la injerencia estadounidense y defienden la soberanía colombiana, hasta posturas obsecuentes e indignas que responsabilizan a Petro por “provocar” la reacción de Washington.

El propio Petro, en su discurso ante la ONU reafirmó su compromiso con la paz, la justicia social y la defensa de la autodeterminación de los pueblos, cuestionando la ilegitimidad de las sanciones y la exclusión diplomática. Este mensaje ha sido interpretado como una reafirmación de su liderazgo regional y su postura frente a la hegemonía estadounidense.

Es evidente que la decisión de Washington fortalece la posición de Petro en el ámbito regional, al presentarlo como un líder capaz de enfrentar las presiones externas y defender la autonomía latinoamericana.

En definitiva, La revocación de la visa al presidente Petro por sus opiniones sobre la violación flagrante de los derechos humanos y del derecho internacional en Gaza pone de manifiesto la persistencia de la doble moral en el sistema internacional y la tensión entre hegemonía y libertad de expresión.

Este episodio invita a reflexionar sobre la necesidad de fortalecer la diplomacia multilateral y el respeto por la soberanía de los Estados, así como el papel de Colombia en la defensa de los derechos fundamentales y la construcción de un orden mundial justo y equitativo.

La actitud de Petro y la reacción a favor de los sectores democráticos tanto de Colombia como de América Latina evidencian la relevancia del debate sobre la autonomía política y la participación en el escenario global, en un contexto marcado por desafíos y oportunidades para la región.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Síguenos en Redes Sociales

Scroll al inicio