noviembre 2, 2025 6:24 pm
La opacidad de los Premios Nobel: una mirada crítica a su origen, propósito y cuestionada legitimidad

La opacidad de los Premios Nobel: una mirada crítica a su origen, propósito y cuestionada legitimidad

POR ALONSO YUPANQUI DE LA CHIRA / BLANCA MONTOYA /

Los Premios Nobel, considerados uno de los máximos reconocimientos a nivel internacional en los campos de la ciencia, la literatura y la paz, han cimentado un prestigio casi incuestionable desde su creación a principios del siglo XX. Sin embargo, detrás de su supuesta imagen filantrópica y su aparente neutralidad, se esconden elementos de opacidad y controversia que invitan a una revisión crítica de sus motivaciones y alcances, especialmente en lo referente a su papel en la consolidación de la hegemonía occidental y la promoción de intereses políticos y económicos específicos.

El testamento del guerrerista ingeniero sueco Alfred Nobel (1833-1896) estableció la creación de unos premios que debían reconocer los avances en beneficio de la humanidad. No obstante, la institucionalización de estos galardones en Suecia y Noruega, dos países profundamente vinculados a las potencias occidentales y alineados culturalmente con Europa y, posteriormente, con Estados Unidos, ha generado sospechas sobre su verdadera imparcialidad.

A lo largo de más de un siglo, la lista de laureados revela una clara prevalencia de científicos, escritores y líderes políticos provenientes de Occidente, lo que ha contribuido a consolidar el modelo cultural y científico dominante, relegando a menudo a exponentes de otras regiones o corrientes de pensamiento. Esta tendencia no es casual: responde a la necesidad de Occidente de legitimarse como centro del saber, la innovación y la paz, utilizando el Nobel como herramienta de ‘soft power’ y respaldo simbólico a sus aliados y representantes.

Un ejemplo paradigmático de la instrumentalización política de los Nobel lo constituye el Premio de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, conocido popularmente como el “Premio Nobel de Economía”. A diferencia de los galardones originales, este premio fue instaurado recién en 1968 por el Banco de Suecia, en el contexto de la consolidación del modelo neoliberal y la expansión del pensamiento económico dominante surgido en Europa y Estados Unidos.

La decisión de denominarlo “Nobel” respondió, más que a una voluntad filantrópica, a una estrategia publicitaria que buscaba dotar de legitimidad y prestigio internacional a una disciplina marcada por profundas disputas ideológicas. El premio ha servido, desde entonces, para validar y difundir las teorías económicas alineadas con el capitalismo financiero y el libre mercado, relegando enfoques alternativos como el keynesianismo, el estructuralismo o las perspectivas críticas del Sur Global. Así, el Nobel de Economía ha sido un instrumento para promover el modelo neoliberal y reforzar la hegemonía intelectual y política de Occidente.

La entrega del Premio Nobel de la Paz ha sido, quizás, el aspecto más polémico en la historia de estos galardones. Si bien su objetivo declarado es honrar a quienes han contribuido de manera excepcional a la paz y la solidaridad mundial, la realidad muestra que algunas decisiones han estado marcadas por intereses políticos y estrategias de legitimación.

El caso de Henry Kissinger en 1973 resulta paradigmático: galardonado mientras ocupaba un rol central en la política exterior estadounidense, fue señalado por su participación en conflictos y operaciones encubiertas que distan del ideal pacifista. De manera similar, Barack Obama recibió el Nobel de la Paz en 2009, apenas iniciado su mandato, cuando aún no había demostrado logros concretos en materia de desarme o resolución de conflictos; su administración, de hecho, continuó con intervenciones militares y operaciones cuestionadas. Más reciente es la nominación y premiación de figuras como la cuestionada venezolana María Corina Machado, cuya trayectoria política ha estado marcada por la confrontación y el respaldo a políticas de injerencia extranjera, lejos del espíritu de paz y reconciliación que el galardón pretende encarnar.

Estos ejemplos evidencian cómo el Nobel de la Paz puede ser utilizado como herramienta de validación política y diplomática, más que como reconocimiento genuino a la labor pacifista y solidaria.

La imagen de filantropía, ciencia y solidaridad que rodea a los Premios Nobel funciona, en muchos casos, como una fachada que disfraza su naturaleza política. El galardón no solo consagra trayectorias individuales, sino que legitima modelos de sociedad, paradigmas científicos y proyectos políticos afines a la hegemonía occidental. Así, la falsa filantropía se convierte en una estrategia de diplomacia cultural, la ciencia en un campo de batalla ideológico y la solidaridad en un recurso retórico para justificar decisiones alineadas con intereses de poder.

La ausencia de transparencia en los criterios de selección, la concentración geográfica de los premiados y la tendencia a privilegiar a exponentes del establishment occidental refuerzan la percepción de opacidad y sesgo político que rodea a los Nobel.

Compleja trama de intereses políticos, económicos y culturales

El siguiente texto hace parte del libro ‘El dominio mediático’ (México, 2010) de autoría de la psicóloga clínica mexicana, filóloga y docente de literatura de la UNAM, Blanca Montoya.

El análisis crítico de los Premios Nobel revela una compleja trama de intereses políticos, económicos y culturales que trascienden la supuesta filantropía o el reconocimiento al mérito. Desde su origen, estos galardones han servido para respaldar a exponentes de las ciencias occidentales y líderes políticos alineados con la hegemonía de Estados Unidos y Europa. La creación del Premio Nobel de Economía en 1968 y la polémica selección de algunos galardonados con el Nobel de la Paz son ejemplos claros de cómo la legitimidad y el prestigio de estos premios pueden ser instrumentalizados para consolidar proyectos de poder.

En definitiva, los Premios Nobel, lejos de ser neutrales y universales, son un reflejo de la política internacional, disfrazados bajo el manto de la filantropía, la ciencia y la solidaridad

Dentro del ámbito educativo y cultural, sociedades, asociaciones, fundaciones y otros grupos crean premios para quienes destacan en diversas disciplinas. La mayoría de estos premios insertos en la ideología dominante no tienen como fin último galardonar el mérito de quien sobresale, sino que obedecen a otros intereses: un intercambio entre “amigos” para hacerse publicidad, cooptarlos para alinearlos dentro del sistema restándoles libertad, o bien premiarles su sometimiento. Así, científicos, artistas o luchadores sociales entran al sistema y se involucran en redes de poder para abonar a su prestigio y alcanzar puestos, contratos, privilegios u otros merecimientos. Son principalmente políticos, no necesariamente se relacionan con talento sino con que sean reforzadores de la ideología dominante, se otorgan por su influencia o su relación con grupos de poder. Como toda regla tiene sus excepciones.

El Premio Nobel es el más afamado de esos premios. En primera instancia tiene un origen siniestro. Fue instituido por la voluntad expresa en su testamento de Alfred Nobel, inventor de la dinamita y empresario multimillonario que hizo su fortuna a partir de la industria minera y también de guerra. Es decir, se origina de la explotación capitalista y de la muerte.

El Nobel es un premio ciertamente oligárquico, lo entrega nada menos que el Rey de Suecia, y lo decide un grupo elitista. Se otorga a investigadores sobresalientes en Física, Química, Fisiología y Medicina, Economía, Literatura y la Paz con una intención ideológica capitalista. Hasta donde sé sólo han sido tres quienes no se dejaron cooptar por esa hipócrita manipulación y rechazaron el premio: Jean Paul Sartre y Boris Leodinovich Pasternak, premios de Literatura, y Le Duc Tho, premio Nobel de la Paz.

El Premio Nobel de la Paz que según el testamento de Nobel se otorgaría “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los Ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz” se ha otorgado hasta 2010 a ciudadanos de los siguientes países:

Estados Unidos (24), Reino Unido (15), Suiza, Cruz Roja (12), Francia (9), Suecia (5), ONU (5), Bélgica (4), Alemania (4), Sudáfrica (4), Israel (3), Austria (3), Noruega (2), Canadá (2), Unión Soviética (2), Egipto (2), Timor Oriental (2), Bangladesh (2), Argentina (2); Finlandia, Dinamarca, Países Bajos, Italia, Irlanda, Polonia, Birmania, Japón, Corea del Sur, Tibet, India, Palestina, Irán, Ghana, Kenia, México, Costa Rica, Guatemala y Vietnam (que fue rechazado) han recibido sólo uno. Es decir, Estados Unidos (24) y el Reino Unido (15), la cabeza imperial que más guerras ha desencadenado tiene 39 en total, el 32 %.

Los países europeos, capitalistas de primer mundo, han recibido 60, es decir, el 50 % de los premios, mientras que Estados Unidos, Canadá y la ONU tienen el 25.6 % entre los tres; Asia el 8.3 %, África el 6.6 %, Oriente medio el 4.7%, y América Latina el 4.7 %.

Veamos algunos:

 Theodore Roosevelt (1906): Presidente de Estados Unidos del Partido Republicano. En 1898 acusó a España del hundimiento del Maine en Cuba, donde murieron 266 marinos. Existe una teoría no poco sustentada que además tiene el sello de su estilo, de que fue el mismo Estados Unidos quien lo hundió para tener el pretexto de desatar una guerra. En su discurso sobre política exterior del 2 de septiembre de 1902 Theodore Roosevelt dijo la famosa frase: «Hay que hablar tranquilamente a la vez que se sostiene un gran garrote». Fue principal defensor del expansionismo estadounidense. Controló las posesiones españolas del Caribe y el Océano Pacífico. Logró que Colombia se dividiera porque al no aceptar la construcción del canal instigó a una revuelta en la que Panamá proclamó su independencia y así se consiguió edificar el Canal de Panamá que quedó bajo el control de Estados Unidos. Theo Roosevelt apoyó la intervención imperialista europea contra el gobierno de Cipriano Castro en Venezuela en 1902. Durante su presidencia, el ejército de Estados Unidos instaló en 1903 la base de Guantánamo en Cuba, según un Tratado cubano-estadounidense que a la fecha sigue vigente. En 1904 ocupa la República Dominicana y en 1906, Cuba. Theodore Roosevelt amplió la doctrina Monroe que se sintetiza en “América para los americanos” afirmando que los Estados Unidos debían intervenir para defender sus intereses en todo el mundo. Es decir, la política bélica actual de Estados Unidos, en términos generales, fue la que este premio Nobel de la Paz estableció a principios del siglo pasado.

– Woodrow Wilson (1919): Presidente de Estados Unidos, simpatizante del Kukluxklan,156 llevó a cabo una política intervencionista y convenció a los estadounidenses de entrar en la Primera Guerra Mundial. El “idealismo wilsoniano” se basa en su idea de asegurar que los gobiernos extranjeros “importantes” para los intereses de Estados Unidos estén a cargo de quienes sean afines a los Estados Unidos, aunque éstos no sean más que la representación de una minoría de la población. Tenía la idea de que había necesidad de una élite poderosa, “moral” y con capacidad para ocupar el poder en detrimento y con el desconocimiento de la mayoría de la población. Lo cual garantizaría lo que llamó “democracia liberal”. O sea, lo que tenemos hoy. En 1914 invadió México para obligar la dimisión del golpista Victoriano Huerta y puso en su lugar a Venustiano Carranza. En 1915, después del asesinato del presidente Sam en Haití, aprovechó la confusión del pueblo para desembarcar tropas y empresas estadounidenses instalándose por 18 años en los que miles de haitianos murieron por la represión. En 1916, invadió la República Dominicana para “establecer el orden” y ahí estuvo hasta 1924 en el que dejó un gobierno títere que abriera las puertas a las inversiones estadounidenses.

– Henry Kissinger (1973): exsecretario de Estado de EE.UU. Dentro de los crímenes que se le acusa están:

Argentina: alentó y apoyó a la Junta militar que dio el golpe de Estado. Fue cómplice de ésta en la desaparición sistemática de miles de opositores.

Chile: participó en el golpe de Estado contra Salvador Allende. Organizó la Operación Cóndor, un plan de eliminación de opositores para “combatir el comunismo” en Latinoamérica. Fue sometido a proceso por el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército chileno, René Schneider, en Estados Unidos donde en 2006 la Corte Suprema estadounidense sentenció que su responsabilidad había sido “política” no criminal.

El criminal de guerra Henry Kissinger, quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, se entrevista con el sanguinario dictador chileno Augusto Pinochet, en 1976. Ambos fueron protagonistas de primera línea en la ejecución del criminal ‘Plan Cóndor’ en Latinoamérica.

Indonesia: apoyó al régimen genocida de Suharto en el Timor Oriental. – Laos y Camboya: tuvo implicación directa en los bombardeos de Laos y Camboya sin autorización del Congreso en los cuales los jemeres rojos tomaron el poder desplazando a multitudes y asesinando a dos millones de personas.

Sahara Occidental: en 1975 asesoró a los marroquíes y auspició las negociaciones secretas entre éstos y el gobierno franquista, para que el Ejército español se retirara del Sahara y entrara la ocupación de Marruecos y Mauritania. Proporcionó logística, armamento y dinero a éstos y a Arabia Saudí para esta operación que favorece a los intereses estratégicos y comerciales de los Estados Unidos y redunda en un gran sufrimiento para los saharauis que desde entonces siguen resistiendo.

Uruguay: se pronunció en contra de la democracia en 1973.

Vietnam: cuando los Estados Unidos se percataron de que habían perdido la guerra (1973), Kissinger llevó a cabo los Acuerdos de París con el vietnamita revolucionario, militar y político comunista Le Duc Tho, para el alto al fuego y negociar el fin de la Guerra. En el mismo año que Kissinger recibió el Nobel de la Paz también se le otorgó a Le Duc Tho “por los esfuerzos en los acuerdos de paz que pusieron fin a la Guerra de Vietnam”.

Le Duc Tho de manera digna lo rechazó porque aún no se lograba la paz. Henry Kissinger lo aceptó. He ahí una diferencia moral entre un capitalista y ese “comunista”.

En su momento le concedieron el Premio Nobel de la Paz a Henry Kissinger, correctamente definido por Gore Vidal como el “mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo”. Según la escritora y periodista española Magda Bandera, Kissinger colaboró en los planes de organización y expansión del Club Bilderberg del cual es miembro.  Para constituirla, el príncipe Bernardo de Holanda contó con el apoyo de la Banca Rothschild, de Rockefeller y de Henry Kissinger, quienes desde el principio hicieron parte del núcleo fuerte del grupo, al que algunos han bautizado como “los sumos sacerdotes del capitalismo”.

– Jimmy Carter (2002): expresidente de Estados Unidos, aunque ciertamente uno de los menos agresivos, ahí el que no mata saca roncha. Apoyó la represión en Centroamérica, minimizó los actos criminales de Somoza y el Sha de Irán. Intentó una intervención militar mediante la OEA cuando la dictadura somocista se resquebrajaba e hizo todo lo posible por dejar a los sandinistas fuera del Gobierno. Durante su período, la venta de armas se elevó, así como el arsenal nuclear de Estados Unidos y la OTAN.

Dentro de quienes obtuvieron el premio y no procedían del imperio están:

– Andrei Sájarov (1975): un físico nuclear ruso del régimen soviético que participó en la construcción de la bomba atómica, en el desarrollo de la Bomba H, en el diseño de la Bomba Zar, el artefacto nuclear más poderoso que se haya detonado. Paradójicamente luego se puso en contra de la proliferación de armas y de la invasión soviética a Afganistán convirtiéndose en disidente. Lo tuvieron aislado en la ciudad de Gorky por seis años hasta que llegó Mijaíl Gorbachov al poder, regresó a Moscú y fue elegido parlamentario opositor al comunismo en 1989. Es decir, el premio lo obtuvo por opositor al comunismo.

– Mohamed Anwar Al-Sadat (1978): se plegó a la política estadounidense, reconoció al Estado de Israel, aceptando su política económica neoliberal y la represión contra musulmanes en resistencia.

– Lech Walessa (1983): polaco opositor al comunismo; en 1990 llegó a la Presidencia con el apoyo del Papa Juan Pablo II. Polonia pasó del comunismo a ser un país capitalista al servicio de Estados Unidos con una economía de libre mercado. El pueblo polaco sufrió una reducción del nivel de vida, aumentó el desempleo, cayó el poder adquisitivo de los salarios y se suprimieron los beneficios sociales. Fue un pésimo político, autoritario e impositivo que en las siguientes elecciones obtuvo sólo el 1 % de la votación.

– Oscar Arias (1987): neoliberal costarricense aliado a Estados Unidos y su cómplice en el golpe de Estado a Honduras de 2009.

– Dalai Lama (1989): líder espiritual de la teocracia tibetana. El Tibet era un protectorado británico que pasó a ser protectorado de China en 1907. En aquella época los tibetanos vivían bajo un régimen de servidumbre pues la mayor parte de la tierra era poseída por los lamas. En 1950, el Gobierno chino ocupó el Tibet y en 1951 se redactó un Plan para la Liberación Pacífica del Tibet que fue firmado bajo la presión de China sobre el Dalai Lama y Panchen Lama. Se llevó a cabo una reforma radical en la tenencia de las tierras. En 1956 y a consecuencia de la reforma estalló una rebelión respaldada por la CIA, en dos regiones. El ejército chino doblegó la rebelión en 1959. El Dalai Lama y sus principales colaboradores huyeron a la India, desde donde siguieron apoyando acciones rebeldes contra el ejército chino hasta que, en 1969, la CIA cesó su apoyo. El Dalai Lama y sus colaboradores huyeron porque apoyaban el régimen feudal de la teocracia lamaísta y la preservación del sistema tradicional tibetano. Las inversiones chinas en la provincia autónoma del Tibet han crecido espectacularmente lo que se ha traducido en la construcción de carreteras, aeropuertos, centrales eléctricas, puentes y ferrocarriles. En 1982 Deng Xiaoping invitó al Dalai Lama a regresar, pero éste prefirió permanecer en el exilio, dedicándose a preservar en el norte de la India, Nepal, Bután y Sikkim la cultura tibetana. De tal forma, los merecimientos del Dalai Lama para el Nobel han sido oponerse a la China comunista y alinearse a los países occidentales para que apoyen la independencia del Tibet donde él pueda instalarse a gobernar bajo los parámetros económicos “democráticos” (capitalistas) y teocráticos.

El cuestionado sionista y expresidente de Israel, Shimon Peres, otro de los galardonados con el Premio Nobel de Paz.

– Mijaíl Gorbachov (1990): terminó con el régimen comunista soviético y realizó los procesos de paz de la Guerra Fría, lo cual no es criticable. Sólo se menciona por la noción de alineamiento a los países capitalistas.

– Shimon Peres (1994): político, parlamentario, dos veces primer ministro y presidente del Estado de Israel. Sionista que ha obstaculizado la paz con Palestina traicionando los acuerdos de Oslo que firmó con Isaac Rabin y Yasser Arafat, ambos asesinados. El 24 de mayo de 2010, el diario The Guardian exhibió el documento secreto que comprueba que, en 1975, Shimon Peres ofreció armas nucleares al ministro de Defensa Pieter W. Botha del apartheid en Sudáfrica para que las empleara contra los ciudadanos negros.

– Barack Obama (2009): expresidente de EE.UU., incrementó las bases militares en el mundo, no da fin al bloqueo contra Cuba ni a la prisión de Guantánamo, apoya al Gobierno genocida de Israel, incrementa las tropas en la guerra con Afganistán, apoya el golpe de Estado en Honduras, amenaza con otra guerra en contra de Irán y Corea del Norte y militariza América Latina rodeando a Venezuela con siete bases militares. Premio otorgado debido a “promesas de paz” a un siervo del complejo militar industrial. El “retiro” de las tropas de combate de Irak en agosto de 2010 es un engaño más: si bien la retirada y el fin de las operaciones de combate fue aclamada como un importante hito en la guerra de Iraq, gran parte de los 56.000 efectivos que quedan para “asesoría” continuarán enfrentando los ataques armados. Además, se planea duplicar sus fuerzas militares privadas en Irak, que llegarán a un número estimado de siete mil contratistas.

Según el New York Times, el grueso de las fuerzas militares privadas será desplegado en cinco complejos del territorio iraquí, donde realizarán tareas que incluyen maniobrar aviones no tripulados, desplegar fuerzas de reacción y manejar radares para detectar ataques de militantes.

Otro mandatario guerrerista estadounidense como Barack Obama también recibio el despestigiado Premio Nobel de Paz.

En una entrevista con Democracy Now!, el periodista independiente Jeremy Scahill dijo que el plan de retirada del Gobierno de Obama equivalía a una ocupación con nuevo nombre: “Lo que estamos viendo aquí es una ocupación reducida y con un nuevo nombre, al estilo de Obama, que va a precisar de un incremento de fuerzas privadas. El Departamento de Estado está pidiendo vehículos MRAP [protegidos contra minas y emboscadas] y blindados, helicópteros Black Hawk para estas fuerzas paramilitares. Entonces, sí, se puede decir que oficialmente los combates terminaron, pero en realidad continúan detrás de la puerta trasera, ya que se siguen llevando fuerzas paramilitares que son clasificadas como seguridad diplomática, lo cual fue el juego de Bush desde el inicio”.

Quedaría la posibilidad de que Obama pueda influir en la paz entre Israel y Palestina para que justificara un premio.  Recientemente el investigador Wayne Madsen ha compilado varios archivos de la CIA que demuestran sus vínculos con instituciones y personas estrechamente ligadas a Barack Obama, así como a sus padres, su abuela y su abuelo. La primera parte de este trabajo subraya la participación del padre en acciones de la CIA en Kenia, operaciones destinadas a obstaculizar que el comunismo ganara terreno en ese país por la influencia de China y la Unión Soviética en medios estudiantiles.

Las operaciones de la CIA en Kenia tenían también el objetivo de evitar que hubiera líderes africanos no alineados. Eso no basta para inculpar a Obama. Lo que sí sería un criterio inequívoco es que no evitara la guerra con Irán, amenaza de guerra nuclear que hoy se cierne sobre la humanidad y que acabaría con ésta.

– Liu Xiaobo (2010): Activista opositor chino. Independientemente de la importancia que tenga su lucha por la reforma del gobierno o los derechos humanos de China, lo cual sería lícito hacerlo en casi todos los países, analicemos su trayectoria.

Xiaobo, estuvo año y medio preso en China por los hechos de 1989 en Tiananmen, cuando abandonó su estadía como profesor visitante en la Universidad de Columbia, en Nueva York, para encabezar la huelga de hambre en las protestas estudiantiles de la Plaza de Tiananmen que ese verano acabaron en masacre. No parece una sentencia tan terrible si la comparamos con los 27 años de Nelson Mandela en el apartheid; con los 112 años de Ignacio del Valle en México; con la cadena perpetua a cubanos antiterroristas o con los activistas por la paz presos en Iraq por Estados Unidos. Luego, durante veinte años fue disidente y activista político opositor. Hizo su doctorado en Estados Unidos (1994), fue profesor de la Universidad de Columbia, antes, director de Columbia Global Centers en Beijing, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores y del Comité Nacional de Relaciones entre Estados Unidos y China. Publicó varios libros duramente críticos del Gobierno de China en varios idiomas, participó regularmente en medios estadounidenses, PBS, CNN, BBC y NPR y dio conferencias en el Consejo de Asuntos Internacionales, el Centro Americano de Liderazgo Internacional y el Instituto Chino de America, entre otros. Entre sus premios, estadounidenses todos (menos uno de Taiwán), está el de Individual Project Fellowship, Open Society Institute (Soros Foundation), 1998-99. Esta ONG de George Soros jugó un papel importante en el colapso del comunismo en Europa del Este y tuvo activa participación en las revoluciones de colores de Ucrania y Georgia. Varios países han prohibido sus donaciones y fue expulsada de Bielorrusia. Esta ONG actúa como la USAID, derrocando gobiernos que no convienen a los intereses capitalistas. En diciembre de 2009 Xiaobo fue sentenciado a 11 años de prisión por tentativa de “subversión del poder del Estado” en China. El Gobierno chino declaró que “Liu Xiaobo fue hallado culpable de violar la Legislación china”.

El disidente chino y pro Occidente Lui Xiaobo, fue galardonado por esa razón con el Premio Nobel de la Paz.

La parte opositora denuncia que su condena se debió a ser uno de los 303 autores del manifiesto “Carta 08”, inspirado en la “Carta 77” de la oposición de Checoslovaquia que contribuyó al derrocamiento del régimen comunista en 1989. La “Carta 08” acumuló 20,000 firmas en un país de más de 1.300 millones de habitantes. Al margen del juicio, es lógico pensar que, tras todos esos antecedentes, el Gobierno chino temiera que sus actividades hacían peligrar su estabilización.

¿Qué haría Estados Unidos con un estadounidense que se opusiera al capitalismo, fuera ponente académico y figura relevante de medios de comunicación en un régimen comunista, participara en una protesta de gran envergadura y firmara manifiestos subversivos para derrocar al sistema? Estados Unidos ve a China como su rival ideológico y económico. “Noruega” (en realidad, Estados Unidos) argumentó que otorgó el premio a Xiaobo por su supuesta “larga y no violenta lucha por los derechos humanos” en China. Pero Liu Xiaobo no sólo es un disidente, sino un opositor chino aliado a Estados Unidos en contra de China. Esa es la razón por la que ganó el Nobel.

Poniendo las cosas en perspectiva: no fueron considerados los 400 padres que, en 2007, fueron reprimidos por el Gobierno por una petición de ayuda a la sociedad para recuperar a sus hijos esclavizados por empresarios ladrilleros chinos, arriesgando sus vidas por las represalias de las mafias, patrones y autoridades corruptas. Posiblemente no fueron considerados porque la violación de derechos humanos no provenía del “comunismo” chino sino del capitalismo chino.

En Tailandia, aliada al imperialismo, hubo una rebelión civil prodemocrática en 2010 que fue aplastada militarmente con cientos de muertos y miles de heridos. Sus cárceles están llenas de presos políticos, ningún medio ha denunciado o hecho campaña contra ese gobierno bastante más opresor que el de China en 1989. Ninguno de esos luchadores por la democracia, condenados a penas mucho más severas que las chinas por el hecho de criticar al monarca o a los golpistas han merecido siquiera una mención. Algunos fueron condenados por el delito “de lesa majestad”.

El disidente Darunee Charnchoensilpakul obtuvo una condena a 18 años. Claro, en Tailandia el despotismo es capitalista, el totalitarismo es del libre mercado, por tanto, para las oligarquías occidentales la brutal violación a los derechos humanos es conveniente. Ahí no hay “comunismo” que desacreditar.

Rosario Ibarra de Piedra, activista mexicana, ha luchado pacíficamente durante cerca de cuarenta años en defensa de los derechos humanos y los desaparecidos. En 1973, su hijo, Jesús Piedra Ibarra fue acusado de pertenecer a la Liga Comunista 23 de septiembre y en 1974 desapareció tras ser detenido por las autoridades. Desde entonces Rosario Ibarra no ha cesado su lucha, en 1977 funda el Comité Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos (Eureka). A través de huelgas de hambre logró la amnistía para 70 presos en 1978. Ha luchado contra el asesinato de indígenas en Guerrero y Chiapas; ha participado en el esclarecimiento de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez; y ha fundado diversos foros en defensa de los derechos de la mujer. Siendo candidata al Nobel de la Paz en 1986, 1987, 1989 y 2006, no se le ha otorgado, supongo que oponerse a un gobierno servil a Estados Unidos no tiene tanto mérito para el Comité del Nobel.

Las Abuelas de la Plaza de Mayo estaban nominadas este año al Nobel de la Paz por su labor en derechos humanos, en la localización y restitución de la identidad a unos 500 niños robados durante la última dictadura argentina (1976/83) en la que fueron desaparecidas 30 mil personas.

Las Abuelas han logrado identificar hasta ahora a 89 hijos e hijas de detenidas que parieron en cautiverio y luego fueron asesinadas. Qué iba a interesarle a Estados Unidos y su consorte premiar a las Abuelas si su objetivo es atacar a los países que no se someten a su hegemonía, como China. Más cuando ya en 1980 le habían dado el premio a Adolfo Pérez Esquivel, activista argentino en derechos humanos, para lavarse la cara por apoyar a las dictaduras argentinas y, a través de la CIA, al terrorismo de Estado del criminal Plan Cóndor que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores de izquierda considerados subversivos en la región del Cono Sur.

En realidad pocos han merecido el premio: Albert Lutuli, contra el apartheid (1960), Martin Luther King, contra la discriminación (1964), Adolfo Pérez Esquivel, defensor de derechos humanos durante la dictadura de Argentina (l980), Rigoberta Menchú, contra la injusticia social (1992), Nelson Mandela, contra el apartheid (1992), Yasser Arafat, paz y defensa de Palestina (1993), Wangari Muta Maathai, desarrollo sostenible en África, democracia y paz (2004), Mohamed elBaradei, contra las armas nucleares (2005), Muhammad Yunus, contra el agio bancario (2006), y uno que otro más que se pueda escape por ignorancia.

Entre los Premios Nobel de la Paz están burócratas de la burguesía europea y estadounidense, cuatro presidentes de Estados Unidos, funcionarios de gobiernos del primer mundo, criminales de guerra, activistas aliados al capitalismo y opositores al socialismo, y quizás una docena de pacifistas. Este premio no se le dio a Mahatma Gandhi, quizás porque el eximperio británico, que cuenta con 15 de estos premios, se opuso. Ni a Mark Twain, ni a William James, casi nunca se le otorga a un antiimperialista. La élite que elige al Nobel no ha encontrado más de cinco pacifistas en América Latina en más de un siglo.

El Nobel de la Paz otorgado a los pocos pacifistas legítimos ha sido para acreditarse un mínimo de credibilidad.  Con lo anterior creo haber aportado pruebas para afirmar que el Premio Nobel de la Paz es una farsa que atiende a la línea capitalista y belicista de su origen. Pero si se piensa que esta tendencia imperialista sólo ocurre en los Premios Nobel de la Paz, veamos lo que pasa en los demás.

En los premios de Química, de los 159 científicos que han recibido el premio: 59 han sido estadounidenses, 29 alemanes, 25 del Reino Unido, 25 de otros 13 países europeos, 4 canadienses, 3 de Israel, 9 asiáticos, uno de África, 2 latinoamericanos y 2 de Oceanía. En lo que se refiere a Física, de los 182 premiados: 74 han sido estadounidenses, 27 alemanes, 20 del Reino Unido, 41 de otros 11 países europeos, 3 canadienses y 23 asiáticos. Respecto a Fisiología y Medicina de los 196 galardonados: 67 estadounidenses, 25 del Reino Unido, 23 alemanes, 59 de otros 16 países europeos, 3 canadienses, 4 asiáticos, 3 de África, 3 latinoamericanos y 8 de Oceanía.

Se podría argumentar que los países desarrollados tendrían mejores condiciones de trabajo y por ello se han distinguido más, sin embargo, la desproporción es exagerada y la prevalencia de Estados Unidos y el Reino Unido, principales protagonistas del poder imperial, es un dato contundente. Además de que Cuba, quien se ha destacado por sus avances en Medicina no ha sido merecedora de un solo premio.

En relación con el mal denominado “Premio Nobel de Economía”, éste se denomina así por un truco de publicidad, pues se instituyó en 1969 por el Banco de Suecia quien lo sufraga, aunque también lo entrega el Rey de esta nación. Se creó con el expreso propósito de avalar a los exponentes del modelo económico neoliberal. De los 63 premios que se han otorgado hasta 2010, 65 % son estadounidenses y 15 % británicos. Y de los 41 estadounidenses, 23 son neoliberales y 19 de la Escuela de Chicago de Milton Friedman, uno de los referentes del neoliberalismo, quien, por supuesto, fue uno de los ganadores.

En los premios de Literatura sigue el mismo panorama, se han galardonado hasta 2010 a 113: 14 franceses, 11 estadounidenses, 10 británicos, 8 alemanes y 53 de otros países europeos, 11 asiáticos y 6 latinoamericanos. Del total, 27 de habla inglesa, 14 francesa, 12 alemana y 10 hispana, el resto de otras 21 lenguas. No obstante, en el mundo hay 1,300 millones que hablan chino y sólo uno ha recibido el Nobel, mientras que de 450 que hablan inglés 27 obtuvieron premio; 118 millones hablan alemán y 266 millones, español, sin embargo 12 alemanes obtuvieron premio y 10 de habla hispana, 2 de ellos, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, vasallos de la derecha. Fuera del Nobel quedaron: Marcel Proust, Benito Pérez Galdós, León Tolstoi, James Joyce, Vladimir Nabokov, Franz Kafka, Rafael Alberti, Marguerite Duras, Federico García Lorca, Marguerite Yourcenar, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Juan Rulfo, Ernesto Sabato, ¿será mayor la contribución literaria de los estadounidenses o ingleses que lo tuvieron que los mencionados? Curioso que no haya ni un cubano, iraní, coreano, sirio, libanés, iraquí, brasileño, vietnamita. Sólo el 13 % están fuera del orden imperial.

Examinemos al premiado de 2010, Mario Vargas Llosa, peruano nacionalizado español, buen escritor, aunque quién sabe qué mejor entre quienes actualmente escriben en el mundo, pero uno de los voceros neoliberales de mayor enjundia. Veamos algunas declaraciones:

– Afirmó que “Los historiadores del futuro reconocerán a Aznar como uno de los grandes estadistas de la historia”, que en su Gobierno “alcanzó un protagonismo y una influencia internacional que no había tenido desde el Siglo de Oro y que, me temo, durante un buen tiempo no volverá a tener”.

– El 28 de mayo de 2009 asistió al foro “El Desafío Latinoamericano: Libertad, Democracia, Propiedad y Combate a la Pobreza”, organizado por Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, (CEDICE), de Venezuela, entidad privada opositora a Chávez. Nomás pisó el aeropuerto llamó a la televisora Globovisión y dijo que se encontraba “detenido”, dando a entender que por su oposición a Chávez. La mentira quedó desmontada inmediatamente pues al mismo tiempo que esto se difundía por todos los medios privados, en la televisión oficial pudimos verlo saliendo tranquilamente con su equipaje del aeropuerto. Su “detención” de media hora se debió a los trámites que todo extranjero realiza al llegar. Durante su estancia cuestionó la libertad de expresión y atacó a Chávez por todos los medios nacionales e internacionales y dijo que le ponía “los pelos de punta” el que en Venezuela se hable de “propiedad social en lugar de la propiedad privada”. Su crítica llegó al extremo que Chávez y varios intelectuales venezolanos lo invitaron al Palacio de Miraflores a debatir ideas a la hora y fecha que fijara; Vargas Llosa no aceptó argumentando que “la invitación no era seria”.

El escritor Mario Vargas Llosa, quien fue un propagandista del neoliberalismo recibió el Premio Nobel de Literatura.

– En otra ocasión, dijo que “de la mano” de líderes políticos de “la izquierda boba”, en América Latina “asoma un nuevo racismo” de “indios contra blancos”; que Evo Morales era un “emblemático criollo latinoamericano, vivo como una ardilla, trepador y latoso”. Agregó que Morales, Ollanta Humala y Hugo Chávez eran racistas y militaristas, y que “la raza se vuelve ideología” en la región.

– Si al principio estuvo en contra, después se puso de parte de Bush en la invasión a Irak: así “se ha liberado al pueblo iraquí de un dictador terrible. Si la comunidad internacional hubiera hecho con Hitler lo que con Saddam Hussein se hubiera evitado el Apocalipsis” y afirmó que, pese a los escándalos y abusos en las cárceles iraquíes, “no cabe duda de que ese país es una democracia con un régimen muy abierto y gran capacidad de crítica”.

– Criticaba los monopolios públicos no así los privados y era ferviente admirador de Margaret Thatcher. Con retórica absurda declaró que: “Decir ‘neoliberal’ equivale a decir ‘semi’ o ‘seudo’ liberal, es decir, un puro contrasentido”. Dijo que se está a favor o seudo a favor de la libertad, como no se puede estar “semiembarazada”“semimuerto”, o “semivivo”. Es decir, primero sostenía que “seudo liberal” es un contrasentido, pero aceptaba que se puede estar “seudo a favor de la libertad” que es prácticamente sinónimo de “seudo liberal”. Un neoliberal es precisamente eso, un liberal falso porque está a favor del libre mercado, no así, de la libertad del ser humano. Luego afirmó que esta “doctrina” [neoliberalismo] “simboliza, mejor que ninguna otra, los extraordinarios avances que ha hecho la libertad en el largo transcurso de la civilización humana […] los liberales [neoliberales] debemos celebrar con serenidad y alegría, [pero] los progresos obtenidos en estas últimas décadas por la cultura de la libertad no son irreversibles, y, a menos que sepamos defenderlos, podrían estancarse, y el mundo libre perder terreno”. Para el autor, el libre mercado es “avance de la libertad en la civilización humana”, y el “mundo libre”, es decir, los saqueadores y unos pocos codiciosos libres de explotar y de despojar de recursos al resto de la humanidad representan “¡libertad y civilización!”, y para “defenderlos” arremetía contra quienes luchan por justicia, condición necesaria de la libertad.

Entre otras muchas tonterías de ese calibre dejó dichas este Nobel, pero lo anterior basta para darse una idea de la clase de bicho que era. Es claro que el Nobel se le otorgó porque si ya de por sí se le daba amplia difusión a la sarta de disparates neoliberales que expresara, con mucha más razón sus afirmaciones tuvieron el marco del “Premio Nobel” y con ese cuento convencían a tanto mediatizado.

Se constata así el juicio en el que se ha insistido: el Nobel es una institución imperial que premia principalmente a quienes la representan o coadyuvan a que se siga imponiendo la ideología dominante.

Como el Nobel de la Paz y el de Literatura son los que mayormente difunden los medios, los premiados constituyen a los más brillantes lacayos del imperio.  Como los Nobel, funcionan la mayoría de los premios dentro del sistema capitalista: Príncipe de Asturias, Oscar, Goya, Cannes El premio Sájarov que reconoce la “Libertad de Conciencia”, fue otorgado por el Parlamento Europeo a mercenarios, más no “disidentes”, como las Damas de Blanco y Reporteros sin Fronteras (RSF) quienes reciben dinero por oponerse al sistema legítimo de Cuba.

Mercenario es aquel que por un salario sirve a un gobierno extranjero, no tiene nada que ver con la “Libertad de Conciencia”. Como se ha señalado, contrario a lo que haría cualquier gobierno del mundo, las Damas de Blanco, a pesar de ser mercenarias, se pasean libremente por la isla de Cuba, a no ser que cubanos patriotas las increpen y entonces las autoridades tengan que protegerlas metiéndolas a una camioneta para llevarlas a sus casas, lo cual los medios califican como “represión”. Es decir, el Gobierno de Estados Unidos les paga para contribuir al derrocamiento del Gobierno elegido por el 90 % de los cubanos y luego les otorgan el Nobel.

Todo lo anterior cuya veracidad está documentada, no es desconocido para muchas personas que no comulgan con el imperialismo, por lo tanto, resulta incongruente que aun sabiendo lo que el Nobel significa se desvivan por obtenerlo o porque se le otorgue a alguien que merezca un reconocimiento internacional.

Miles de correos transitaron por la red y muchas asociaciones lucharon porque el Nobel de la Paz se le otorgara a Evo Morales. Las Abuelas de la Plaza de Mayo expresaron su alegría al haber sido nominadas y se entusiasmaron por tan “alta distinción”. La influencia mediática de un siglo ha inhibido la capacidad de discernimiento y la dignidad de gente valiosa y de buena voluntad. Sabiendo lo que significa el Nobel ¿cómo es posible que se luche porque se le otorgue a Evo Morales? ¿No merece Evo algo mejor que un premio que se le otorgó a Kissinger? ¿cómo pueden alegrarse las Abuelas de que quien las nominó está aliado al cómplice de quien tanto sufrimiento les ha causado? Es descorazonador.

¿No sería mejor crear un premio “Che Guevara”, “Gandhi”, “Ho Chi Minh” que fuera desde su origen un bastión de la paz, de derechos humanos, de justicia y de libertad? ¿No sería mejor que quien eligiera a los galardonados fuesen los pueblos de la comunidad internacional y no las élites? ¿No sería mejor que los elegidos hubieran realmente aportado algo al bienestar humano en vez de haber contribuido a su depredación? Las honrosas excepciones hubieran merecido algo más digno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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