NODAL
Ocho candidatos competirán para reemplazar a Michelle Bachelet al frente de Chile. La cita electoral del 19 de noviembre servirá para elegir también a senadores, diputados y consejeros regionales.
Más de 14 millones de chilenos y chilenas están habilitados para votar en las elecciones presidenciales del 19 de noviembre. Si ningún aspirante obtiene la mitad de los votos, se celebrará una segunda vuelta el 17 de diciembre. En los comicios también se renovarán la totalidad de Diputados y la mitad del Senado. Para presidente se postulan ocho candidatos. El exmandatario, Sebastián Piñera (Chile Vamos), lidera la intención de voto. Le sigue el representante del oficialismo, Alejandro Guillier (Nueva Mayoría). Además competirán Beatriz Sánchez (Frente Amplio), José Antonio Kast (independiente), Marco Enríquez-Ominami (PRO), Carolina Goic (PDC), Eduardo Artés (UPA) y Alejandro Navarro (País).
Triunfalismo y derrotismo: las dos caras de la presidencial 2017
Hace seis meses ningún analista y dirigente político se hubiese atrevido a vaticinar que en la recta final de la elección presidencial, la distancia entre el abanderado de Chile Vamos y de la Nueva Mayoría sería tan pronunciado como lo muestran los distintos sondeos de opinión.
Diferencia que ha acentuado los estados de ánimo tanto en el bloque de centroderecha como en el oficialismo. En el primero, se instaló una efervescencia triunfalista que algunos miran con cierto resquemor ante la posibilidad de que el electorado del sector se relaje, dando por ganada la elección, y se quede en su casa el día de la votación. Mientras que en la coalición de gobierno impera un desánimo avasallador que ni el mejor coaching motivacional podría revertir, ya que no ven manera de recomponer el escenario adverso que se avecina.
Lo que hace poco tiempo parecía una carrera altamente competitiva, que se definiría por fallo fotográfico, hoy parece una contienda relativamente zanjada en favor del presidenciable de Chile Vamos. ¿Pero qué factores han incidido para llegar a esta situación? ¿Cuánto ha pesado la situación económica y la mala evaluación del gobierno en este cara y sello?
Algunas respuestas las entregan dos economistas: uno vinculado a la derecha (Rolf Lüders), y otro cercano a la izquierda (Eugenio Rivera). Ambos dan a conocer su parecer de lo que está ocurriendo con las candidaturas presidenciales de las principales fuerzas políticas del país.
Para el exministro del gobierno militar y uno de los denominados “Chicago Boys”, la variable económica ha sido fundamental en el escenario político y electoral actual. Su análisis apunta a que las personas ven en Piñera a un dirigente con muchos defectos, pero que es capaz de arreglar la situación económica y ofrecerle a la gente mayores perspectivas laborales.
El economista afirma que esas señales son las que terminan guiando al electorado, sobre todo cuando la economía muestra algunos signos menores de mejoría, principalmente por el aumento del precio del cobre.
“Las personas ven que existe una alta posibilidad de que salga electo Pîñera, y eso hace que suban las expectativas”, enfatiza Lüders. No obstante, hace un llamado a la prudencia en este sentido, porque si bien las altas expectativas que existen son las que permiten instalar una sensación de triunfalismo en la centroderecha, dice que esas mismas expectativas le podrían jugar en contra al ex Mandatario si se instala nuevamente en La Moneda, ya que a su juicio, el electorado le exigirá rápidamente el cumplimiento de lo que esperan.
“Hay un riesgo de que a Piñera le pase lo mismo que a Macron en Francia, en que apenas llegue al poder, la gente le exija el cumplimiento de sus promesas”. Aunque señala que el empresario ha hecho esfuerzos para bajar las expectativas que tiene la ciudadanía.
En paralelo, el Chicago Boys se refiere al debate sobre el programa de gobierno de Piñera, señalando que no comparte los cuestionamientos de aquellos que aseguran que el plan terminaría con el paradigma instaurado por ese grupo de economistas décadas atrás.
“No estoy de acuerdo, porque las políticas económicas y las instituciones se deben adaptar a las condiciones cambiantes. Además, no existe tal cosa como el modelo Chicago, como dijo Mauricio Rojas, ya que eso es falso. Chicago es una escuela de economía que se basa en ciertos principios para hacer academia, investigación, pero que no tiene nada que ver con políticas específicas”.
Añade que “los mismos principios que llevaron en esa época a privilegiar a los pobres, ahora lleven probablemente a poner el acento en la clase media con esta red de protección. Eso es perfectamente coherente con lo de Chicago”, finaliza.
Efecto irreversible
Por su parte, el economista de la Fundación Chile 21, Eugenio Rivera, considera que este escenario disímil que se da hoy entre el oficialismo y Chile Vamos responde a la batalla ideológica en torno a las reformas del gobierno de Bachelet y el bajo crecimiento. “Creo que la derecha logró instalar la idea de que el bajo crecimiento fue producto de las reformas, pese a que había antecedentes que dejaban en evidencia que desde el 2012 se percibía una caída de la tasa de crecimiento, y naturalmente se fue acentuando con la evolución del precio del cobre. Es por ello que comienza a subir el cobre y aumentan inmediatamente las expectativas de los empresarios y los consumidores”.
El investigador destaca la capacidad política de la derecha de imponer su interpretación de los acontecimientos, “porque torturando las cifras se puede llegar a cualquier resultado”.
El representante del think tank indica que esa percepción respecto al manejo económico de este gobierno es irreversible a dos semanas de las elecciones, y que por lo mismo no hay margen de tiempo para dar vuelta eso. “En la Nueva Mayoría no se logró conjugar una visión del quehacer programático ni una estrategia de campaña, con una candidatura que no ha creado hechos políticos, y tampoco ha determinado la agenda del debate público”.
Rivera reconoce que en el mundo de la izquierda reina un ambiente de pesimismo en torno a los comicios presidenciales, y señala que le cuesta entender que la candidatura de Guillier aparezca en la prensa solo cuando tiene problemas.
“De hecho, en una columna de La Tercera de hace tres meses yo preguntaba qué pasa con el programa de Guillier, porque está bien que Piñera no presente programa porque va primero, pero el segundo debe explicarle a la ciudadanía por qué vale la pena votar por él. Para mí no es un problema de Guillier, ya que todos sabían cuál era su tipo de liderazgo”.
El académico concluye puntualizando que a esta altura no queda mucho por hacer en términos de la campaña presidencial.