POR OMAR ROMERO DÍAZ /
Tres veces el Gobierno del Cambio ha intentado que el Congreso apruebe la reforma a la salud, y tres veces los mismos de siempre la han bloqueado. ¿Por qué? Porque no quieren perder su negocio. Porque detrás de cada voto en contra hay intereses económicos, favores políticos y millones de pesos que se mueven bajo la mesa.
Durante años, la salud en Colombia está convertida en una empresa donde los pacientes son números y las enfermedades son facturas. Aquí no se cura, se cobra. Los grandes empresarios y las EPS han hecho del derecho a la vida su fuente de riqueza, y sus cómplices en el Congreso se aseguran de que nada cambie.
¿Sabe usted quién paga ese negocio? El pueblo.

Mientras las EPS se llenan los bolsillos, millones de colombianos esperan meses por una cita, mueren en los pasillos de los hospitales o son rechazados por “no estar activos en el sistema”. Y mientras tanto, los mismos empresarios que claman “eficiencia privada” ni siquiera pagan el aporte patronal a la salud, robándole al país cerca de 20 billones de pesos al año.
El presidente de la ANDI, Bruce McMaster, defiende a esas empresas como si fueran las salvadoras del sistema, pero calla frente a la verdad: los patronos no pagan lo que deben, y ese dinero podría salvar vidas. Con esos 20 billones podríamos tener hospitales modernos, médicos bien pagos y atención de calidad. Pero no, prefieren seguir enriqueciéndose a costa de la enfermedad del pueblo.
Y, por si fuera poco, las cifras de corrupción son escandalosas. Entre 2018 y 2023, las EPS reportaron más de 471 mil atenciones a personas ya fallecidas, cobrando 2.3 billones de pesos por servicios que nunca existieron. Sura encabeza esa lista de vergüenza, con más de 50 mil muertos “atendidos” y casi 685 mil millones de pesos facturados falsamente al Estado.

¿Quién los protege? Los mismos senadores y partidos financiados por las EPS y sus dueños extranjeros, como la empresa española Quirónsalud (Sanitas), que metió plata en cinco partidos políticos: Centro Democrático, Cambio Radical, Conservador, Partido De la U y el partido Mira que hoy se sientan en la Comisión Séptima del Congreso para votar contra la reforma.
Esto no es un debate técnico, es una lucha por la vida. La oligarquía teme que, si la reforma pasa, el pueblo recupere lo que es suyo. Temen perder el control de los recursos públicos que usan para financiar campañas, sostener privilegios y comprar conciencias. Temen que la salud deje de ser negocio y vuelva a ser derecho.
Por eso, el pueblo colombiano debe levantar la voz. Esta no es la pelea de un gobierno: es la pelea de todos los que han esperado una cita que nunca llega, de los que han visto morir a un familiar por falta de atención, de los que trabajan y aportan sin recibir nada a cambio.

El cambio no lo van a aprobar los senadores vendidos, lo tiene que imponer la ciudadanía con la fuerza de la verdad, la conciencia y la movilización popular.
Porque la salud no puede seguir siendo la mina de oro de unos pocos. Porque la vida no se negocia. Porque un país que deja morir a su pueblo por negocio deja de ser nación.



