POR OSCAR GUTIÉRREZ GUÁQUETA*
Ponencia presentada en el Seminario Nacional de Unitarios sobre proceso de unidad con miras al proceso electoral de 2026, realizado en Bogotá el lunes 23 de septiembre de 2024.
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El poder dominante tradicional
Siempre se ha sostenido que la razón de ser de los partidos tradicionales del establecimiento burgués esta soportada por grandes empresarios y latifundistas que tienen maquinarias electorales muy sólidas, dueños de los medios de producción, las comunicaciones, la mayoría de los cargos burocráticos del Estado, socios de empresas multinacionales, la educación privada, apoyo de casi todas iglesias y cultos religiosos, respaldo de los bloques económicos capitalistas a nivel mundial y un aparato militar formado para mantener el statu quo. Esos partidos son funcionales a ese fuerte aparato de dominio y son el vehículo electoral para garantizar la continuidad de las relaciones de poder y protección de sus intereses económicos. Cuando ven amenazados esos intereses recurren a la violencia sistemática y la barbarie, como método para impedir que partidos y fuerzas sociales le disputen el poder. Nuestra historia esta plagada de períodos aciagos de genocidios y masacres, también de una constante eliminación y persecución de lideres sociales. Hay estudios y análisis del origen de esta violencia con el surgimiento del concepciones socialistas y gobiernos que cambiaron la correlación de fuerzas a nivel mundial. Es decir, la lucha sistémica entre capitalismo y socialismo. A la caída de casi todos los gobiernos del campo socialista y su modelo económico, el imperio y sus aliados quedaron sin resistencia a nivel global, y aplastaron las revoluciones triunfantes y gobiernos alternativos, como también a partidos y movimientos de izquierda a quienes eliminaron en la mayoría de los países de occidente y el resto del mundo.
Nuevas relaciones de dominio
Hoy esa realidad ha cambiado y el imperio unipolar en deterioro y sus satélites han optado por eliminar paulatinamente la democracia formal representativa y por múltiples métodos de alienación, entre ellos los medios de comunicación y un periodismo subordinado y sometido y bajo presión, para generar opinión al servicio de los intereses de los grandes capitalistas. Este poderoso aparato ideológico ha venido sustituyendo a los politiqueros de los partidos tradicionales y sus estructuras clientelares, que se degradaron en corrupción, vínculos con el paramilitarismo, practicas criminales y han perdido su misión y función de ser la correa de trasmisión entre el poder constituido y las comunidades vinculadas a organizaciones sociales y capas medias de la población, a quienes a través de sus influencias y participación burocrática resolvían parte de las demandas sociales de sus electores y sus partidos, se convirtieron en fabrica de avales, clientelismo y corrupción. Por otro lado, la llegada del neoliberalismo y la perdida de credibilidad de estos partidos con sus bases, ha dejado en manos de contratistas criollos el manejo de esa base social que a través de la compra de votos y el manejo de licitaciones y la contratación se apropian de los recursos públicos, espacios de decisión y mantienen el aparato burocrático y las corporaciones públicas, como también el poder ejecutivo en todos los niveles a través de su manejo mercantilista y el dominio imperial de todos los medios de comunicación. Una elite muy reducida actúa como testaferros de las grandes multinacionales de la contratación y actúa directamente con los gurú de la politiquería a nivel de presidentes y las empresas de los multimillonarios. Este super poder de los grandes contratistas corruptos aliados a las poderosas mafias enquistadas en el poder público-privado no se les escapa ningún sector político y por ello su capacidad para desequilibrar las instituciones y manipular la opinión pública. En este escenario las comunidades electoras (la mayoría población vulnerable, clase media empleada y clientelizada) de los partidos tradicionales y del sector dominante, actúan como sujetos sociales pasivos que son objeto de manipulación y de mercado sin poder de decisión y marginadas de representación significativa, manipuladas por todos los aparatos ideológicos.
Aprender del camino recorrido
En América Latina existen procesos de unidad de partidos y movimientos sociales en la construcción de frentes amplios triunfantes de los cuales debemos asimilar sus aciertos y errores para fortalecer Unitarios y fortalecer los lazos de amistad e interacción con sus pueblos.
En el mismo sentido Unitarios debe recoger la experiencia de unidad, con sus éxitos y fracasos de la UNO, Frente Social, PDA, ADMI9, UP y PH, como también los procesos de constitución de la CUT y otras centrales obreras, el movimiento agrario y comunal e incorporar todas estas experiencias en la construcción de su ideario. Todos estos procesos fueron construidos en un ejercicio de muchos años y con aportes significativos por las conquistas logradas y el proceso de cohesión alcanzado. También es necesario valorar los errores cometidos, las practicas sectarias, dogmáticas, excluyentes, la presencia de grupos al servicio de la derecha, que generaron desconfianza y fracturas, que impactaron en el movimiento popular y en la opinión pública, cuyos costos políticos aún están sin reparar.
Los partidos y movimientos políticos y el poder popular
La caída del campo socialista que fue un soporte material, ideológico y político para la creación y sostenimiento de los movimientos de liberación nacional y partidos de izquierda, destruyó los paradigmas que guiaban la lucha revolucionaria y la estabilidad de los partidos y movimientos sociales que vieron en el campo socialista el faro que orientaba sus luchas. Ante este vacío y ausencia de respaldo, los partidos, movimientos políticos y sociales debieron soportar la barbarie que se desató por parte de la derecha internacional para borrar del planeta la alternativa socialista y los movimientos democráticos alternativos.
Aun con este panorama las fuerzas de izquierda y progresistas han aprovechado el desgaste de los partidos de derecha y la corrupción que invade la clase política tradicional, logrando triunfar con gobiernos socialdemócratas y algunos de izquierda, y adaptándose a los cambios mundiales económicos, relaciones de poder, sociales y las nuevas realidades en las relaciones entre el capital y el trabajo, los avances tecnológicos y el desplazamiento de mano de obra. Es así como los partidos de izquierda y alternativos, las organizaciones sindicales, sociales, campesinos, indígenas y etnias tienen retos inmensos por abordar, frente a sus bases sociales, ante llegada del gobierno del cambio bajo la presidencia de Gustavo Petro, con una bancada en minoría e inmerso dentro de un poder neoliberal y con fuerte presencia de la derecha y la extrema derecha que le apuesta a sacar al presidente de la república con golpes blandos y preparación de atentados contra su vida y bloqueo de las reformas sociales y su programa de gobierno. Todo esto en un escenario de un nuevo orden mundial complejo con amenaza de una guerra mundial para un nuevo reparto del mundo.
En este escenario, antecede al triunfo de Petro el estallido social que sorprendió tanto a los representantes de la derecha, empresarios y todo el establecimiento, como a las organizaciones sindicales y partidos de izquierda que lideraron el paro nacional, que fue la chispa que generó grandes movilizaciones pero que fueron superados, en la acción política por miles y millones de jóvenes que se tomaron las calles. Es evidente que en gran medida el triunfo de Petro tiene que ver con la apuesta electoral de toda esa masa juvenil que lideró el estallido social que vio en Petro y la izquierda una esperanza a sus demandas sociales.
El salto cualitativo
Estamos ante un proceso que surge de un fenómeno que pasa de un proceso social a un escenario político que obliga a todas las fuerzas protagonistas a reflexionar y actuar produciendo cambio en las relaciones de los partidos, agrupamientos, coaliciones y movimientos, entre estos y la sociedad civil, para sostener el gobierno y darle continuidad, consolidando espacios de gobierno y territorios para avanzar en las demandas sociales que permitan consolidar un poder popular.
No podemos volver a ignorar, desconocer, aislar y abandonar a las organizaciones sociales, sindicales, étnicas, campesinas y las expresiones juveniles que se dieron su forma de organización propia, ni a los partidos y movimiento políticos que fueron protagonistas de las grandes movilizaciones del triunfo de Petro. Estas no fueron integradas organizativamente ni reconocido su esfuerzo y sacrificio con un saldo de heridos y muertos invaluable, atribuidos a la fuerza pública – ESMAD. Esas expresiones juveniles no fueron vinculadas en igualdad de condiciones y sus vocerías desconocidas en el Comando Nacional de paro.
Tampoco pueden un grupo de partidos de mayor presencia electoral convertirse en la ¨dirección política¨ del proceso multipartidista y multisectorial que permitió este salto cualitativo de lo social a lo político, calcando modelos leninistas que tuvieron su protagonismo en Asia y Europa, que pueden ser asumidos por un partido internamente y eso es respetable, pero no imponerlo a las demás organizaciones políticas y sociales, que le apuntan a un relacionamiento horizontal y democrático colectivo.
Estamos ante el reto de construir con Unitarios un nuevo proyecto político transformador que agrupe a sectores progresistas y de izquierda en Colombia, que interprete la relación, no siempre directa y visible, con las luchas sociales y sus diversas expresiones sociales y políticas organizadas, que también fueron excluidas por los partidos dominantes, de las decisiones para la conformación de las listas electorales y para la coordinación política nacional.
También es notorio hoy, el comportamiento frente a los partidos y movimientos políticos y poblaciones por parte de dirigentes que pasaron a ejercer funciones de gobierno aplicando el centralismo (de su propia organización), hacia los actores mencionados e interpretando a la vieja usanza que son correa de transmisión entre el poder constituido y la sociedad.
Estos episodios nos permiten poner en evidencia el carácter de los nuevos desafíos políticos que debe entender y corregir la confluencia de fuerzas que hoy constituyen Unitarios con los partidos progresistas, de izquierda y movimientos sociales, que deben reflexionar sobre nuevas tácticas y estrategias que les permita el acercamiento colectivo y asociativo con todos los actores de los procesos políticos y sociales, vinculándolos a los espacios de toma de decisiones colectivas mediante mecanismos democráticos.
En el campo político electoral el colectivo de Unitarios tendrá que disputar cargos de elección popular y por lo tanto debemos asumir los debates propios de las consultas internas para seleccionar candidatos y definir los y las integrantes de las listas cuando estos superen el número de cupos o hacer acuerdos consensuados con los participantes y el colectivo de los partidos, entendiendo que previamente se deben diseñar reglas consensuadas y democráticas. Pero de inmediato debe desarrollarse un proceso de formación de cuadros comprometidos con su partido y con Unitarios. Pero además debemos entender Unitarios como un proceso de mediano y largo aliento, que estudia y define estrategias de cohesión, entendimiento, articulación, creación de mecanismos internos para dirimir controversias, tolerancia y cogestión con todos los integrantes de los partidos y movimientos políticos, como también de ex integrantes de grupos armados firmantes de paz. Hay que entender que cada partido y movimiento social posee una riqueza y vinculo histórico con organizaciones sindicales, comunales, etnias, campesinos y capas medias, que deben ser incorporadas a los saberes e inventario colectivo de Unitarios para fortalecer la incorporación de sus integrantes y que sean constructores del conocimiento colectivo.
EL sujeto político colectivo
Al plantearse la conducción de los procesos sociales de transformación de la sociedad, ya no es posible que sea bajo el liderazgo de unas pocas organizaciones políticas, por más fuertes que se consideren, mucho menos de una sola organización política. El desafío es construir con todos los partidos y organizaciones sociales representativas, una dirección política colegiada o colectiva que, lejos de separar lo social y lo político y sus actores, los integre articule y cohesione. Los cambios producidos desde el estallido social y sus resultados exigen la construcción del poder social, cultural y político para darle continuidad al proceso de cambio que se encuentra en ejecución, lo cual supera los límites y capacidades de una sola organización política. Implica convocar, movilizar y organizar el conjunto de fuerzas políticas, sociales populares con múltiples experiencias, ideologías, culturas e identidades, para construir una amplia fuerza social y política para disputar el poder articulando y visibilizando los alcances y logros del actual gobierno del cambio.
El movimiento político social que se impulsa desde Unitarios es la convergencia de lo social y lo político, que se corresponde con una organización y conducción políticas, plurales, abiertas y flexibles. El objetivo, por lo tanto, no es cambiarle el nombre al partido o crear otro y mantener las mismas prácticas y concepciones. De lo que se trata es crear un tipo de organización política, construida e impulsada desde Unitarios que sea horizontal y participativa, desde abajo, con el conjunto de los movimientos sociales y políticos existentes en la región, municipio, vereda capaz de impulsar el cambio y ganarle el poder a los partidos tradicionales y los grupos económicos. Es en definitiva darle a esta confluencia el carácter de sujeto político protagónico de los cambios.
Esto supone necesariamente cambiar las viejas las relaciones, instaladas entre los partidos de izquierda y las organizaciones sociales, construyendo nuevas formas de interrelación entre las bases sociales y sus dirigencias, en partidos y movimientos organizados representativos, con democracia y participación.
Unitarios debe convertirse en el embrión de esa fuerza social y política que convoque y vincule a organizaciones partidarias y sociales. Se compromete en una nueva dimensión de la acción política que en su dinámica y desarrollo envuelve y unifica lo social y lo político.
Unitarios debe constituir un equipo de dirigentes con arraigo a nivel regional y local, con los dirigentes de izquierda y alternativos elegidos en las diferentes corporaciones públicas y en las organizaciones sociales y sindicales para articular, discutir, construir estrategias organizativas, movilización, consultas sobre sus problemáticas sociales, escuchar sus propuestas e iniciativas políticas, convocar asambleas por áreas geográficas, poblacionales, culturales, étnicas y colectivos integrados, para la toma de decisiones nacionales y regionales y que sea órganos consultivos permanentes. Deben ser estructuras organizativas horizontales, flexibles y abiertas. Estas direcciones o coordinaciones territoriales deben a su vez integrar un equipo de lideres de los municipio y veredas que permitan articular y discutir las decisiones territoriales.
Este debe ser un proceso dialectico en que los partidos políticos y organizaciones sociales, pertenecientes a Unitarios deben estudiar, analizar, retomar de la experiencia y descubrir esos nexos concretos vinculantes que nos permitan las articulaciones entre los diferentes actores, sus problemáticas y aspiraciones, vinculando en primer lugar a los ciudadanos organizados y promover su participación en la toma de decisiones de interés que se tomen, y en segundo lugar establecer mecanismos de participación del ciudadano del común utilizando las redes y los instrumentos tecnológicos virtuales disponibles. Es tarea de Unitarios sintetizar y construir el pensamiento colectivo y orientar las tareas que surjan de todos los escenarios de participación, pero simultaneo a estos compromisos está la responsabilidad de formar y capacitar los liderazgos que surgen de las luchas sociales. Unitarios y sus organizaciones deben condensar el pensamiento, la voluntad y la conciencia de las organizaciones del pueblo, sindicatos y de todo tipo de la sociedad civil, en las que debe estar inmerso y presente en sus conflictividades y luchas sociales, se integra a ellas como un sujeto político colectivo, no las sustituye ni esta por encima de ellas. Esto supone superar las practicas autoritarias, verticales y de subordinación, desde y al interior de los partidos y organizaciones sociales y hacia la sociedad. Es una de las formas de superar el divorcio entre los partidos y la sociedad, que quedaron rezagados frente a las nuevas concepciones y practicas que dieron lugar al estallido social. Esto implica recuperar esa memoria y construir un nuevo saber colectivo pedagógico que genere un nuevo modo de hacer, saber, difundir y de interrelacionarse con estos sectores, superando el vanguardismo y avanzar en un nuevo movimiento político, socio -cultural que sea la fuerza social para profundización del cambio, el cumplimiento de los acuerdos de paz firmado con las FARC, la paz total y la continuidad de la transformación social.
*Presidente de Todos Somos Colombia (TSC).