POR ALFREDO JALIFE-RAHME /
Asistimos a un superestratégico “juego de poder” de las tres superpotencias EE.UU./Rusia/China –a las que se puede agregar India– con sus respectivos posicionamientos en el tablero de ajedrez global que subsume jugadas locales y regionales que se afectan una a otra ¡Se trata de un magno juego global con movimientos en cada uno de sus rincones con impactos regionales y globales!
Al diferimiento espectacular de la Cumbre de Budapest por Donald Trump con Vladimir Putin, siguió la resurrección de su otra Cumbre con Xi Jinping en Corea del Sur que se mantuvo en suspenso.
Al unísono, Trump rehusó entregar los letales misiles de largo alcance Tomahawk a Ucrania mediante su compra por la cada vez más bélica Comisión Europea que jefatura la guerrerista y ultraconservadora alemana Ursula von der Leyen, que pretendía emplear en forma ominosa 190 mil millones de euros de los capitales rusos secuestrados en Bruselas.

Trump desea obligar a un cese el fuego entre Rusia y Ucrania en la línea del frente de batalla que no conviene a Moscú cuando el Ejército ruso está a punto de cerrar el cerco a la ciudad logística de Pokrovsk que significaría la captura de todo el Donbás. No hay avance tangible en la agudización de la escalada militar, ni de EE.UU. ni de la Unión Europea (UE), salvo amenazas de entrega de misiles de largo alcance a Ucrania por Gran Bretaña y Francia, las únicas dos potencias nucleares europeas, de lo que se ha deslindado el mismo Trump.
La parte inesperada cuan feroz de Trump fue su imposición de sanciones contra dos empresas gigantes rusas de petróleo –Rosneft y Lukoil– que, de paso, prohibirían las importaciones de crudo de China e India –el rotativo monárquico The Times desinforma que ya aceptaron Beijing y Delhi–. Columnistas británicos han llegado hasta a engañar que China vuelve a traicionar a Rusia –en repetición cuando Mao Zedong abandonó al soviético Nikita Khrushchev para conciliarse con la dupla Nixon-Kissinger–.
Ni China ni India han aceptado oficialmente las sanciones petroleras de Trump contra Rusia. Putin asentó que las sanciones no impactarán “significativamente” a Moscú, mientras el rublo se ha revaluado asombrosamente.

El 25 de octubre se escenificó un encuentro en Miami entre Steve Witkoff, enviado especial de Trump, y el asesor de Putin, Kirill Dmitriev, cuyo resultado impactará en el juego global de las tres superpotencias.
En el cronograma superestratégico del 24 al 29 de octubre aflorarán los nuevos posicionamientos de las tres superpotencias (sin perder de vista a India), cuando desde el 24 arrancaron las cruciales negociaciones comerciales en Kuala Lumpur entre EE.UU. –con su polémico secretario del Tesoro, Scott Bessent, (en serios problemas por su alocado “apoyo” al alienado argentino Javier Milei)– y China, con el vicepremier He Lifeng, quienes buscarían una “pausa estratégica” que pudiera incluir un alivio limitado de las tarifas hiperbólicas en medio de la guerra de chips/tierras raras y así evitar la “escalada de guerra comercial”.
Este 26 de octubre empezó la cumbre ASEAN () en el mismo Kuala Lumpur, al unísono del periplo de cinco días de Trump: desde Malasia –donde quizá se reúna con el presidente brasileño Lula da Silva y se entere de los “alcances” de su Secretario del Tesoro–, pasando por Japón hasta Corea del Sur a la cumbre de la APEC para negociar con el sereno presidente chino Xi Jinping.
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Cuando Trump fue candidato, en su indeleble entrevista con Tucker Carlson, comentó que el peor error de la dupla Obama-Biden fue haber empujado a Rusia a los brazos de China (o viceversa) y que su objetivo sería romper la asociación geoestratégica, que hoy parece indisoluble, entre Moscú y Beijing.
La seductora entrega hipotética de Taiwán (con todo y los chips de TSMC) por parte de Trump a Beijing, ¿valdrá una ruptura de la sólida alianza de Xi y Putin que fracturaría a los BRICS? Se trata de otra coyuntura.
La Jornada, México.



