Por William Gaviria Ocampo / Nodal.am
En cualquier análisis, no se puede obviar el proceso de paz que el gobierno de Juan Manuel Santos adelantó con la guerrilla de las FARC, y lo que ello representa desde el punto de vista político y social para los colombianos; además de lo que significará en materia de endeudamiento para sostener el costo del posconflicto durante los próximos 10 años, que según cálculos oficiales publicados por el Ministerio de Hacienda, ascenderá a más de 80 mil millones de dólares.
Al igual que la mayoría de países de América Latina, Colombia se caracteriza por su diversidad en recursos naturales, por su riqueza, es un país maravilloso por las características de su población y por su biodiversidad, pero también es un país que en los últimos años ha tenido algunos de los gobiernos de ultraderecha más recalcitrantes de América Latina, los cuales han sometido a la población a un modelo de desarrollo de saqueo, de dependencia económica, de sobreendeudamiento, de exclusión social… La situación de Colombia no se puede entender si se analiza de manera aislada del contexto regional, por lo que es necesario hacer alusión a algunos elementos importantes en América Latina.
Situación de la deuda y Política Monetaria en América Latina y el Caribe
Para explicar la situación de endeudamiento de América Latina, es importante hacer el análisis como caso tipo de lo que en materia de deuda ha sucedido en Colombia desde los años 70. Éste país en diciembre de 1973 tenía una deuda externa de 3.600 millones de dólares; la cual para 1985 ascendió a 7.400 millones de dólares; ya en 1995 la deuda externa de Colombia alcanzó los 15.300 millones de dólares y en el año 2006 registró un monto de 32.000 millones de dólares. Basta con hacer dar una rápida mirada a lo sucedido desde mediados de la década de los 70, hasta mediados de los años 2000, para confirmar que en dicho período Colombia duplicó su deuda externa cada 10 años.
Ese abultamiento del endeudamiento colombiano resulta preocupante; sin embargo la situación se torna mucho más alarmante al observar que entre 2006 y 2011 la deuda externa pasó de 32.000 millones a 66.000 millones de dólares, lo que demuestra que la duplicación que a finales del siglo XX sucedía cada 10 años, ya a comienzos del siglo XXI empezó a registrarse cada 5 años. Obsérvese cómo la deuda externa de Colombia se incrementó en un 100% en ese corto periodo.
Los representantes de los gobiernos y los académicos tecnócratas neoliberales afirmaron en aquel momento que ese exagerado incremento del endeudamiento fue consecuencia de la crisis estructural de capital que se empezó a agravar en el año 2007; no obstante, si se continúa revisando la evolución de la deuda externa en los años subsiguientes, la cual según el Banco de la República de Colombia, al mes de diciembre de 2017 la deuda externa del país superó los 124 mil millones de dólares copando más del 40% del PIB del país, encontrando que entre 2011 y 2017 la deuda externa de Colombia nuevamente se duplicó.
Control de la Inflación. Una trampa contra el ingreso de los pueblos
La inflación es un factor determinante como uno de los principales componentes de la política monetaria de un país; es decir que es fundamental para el manejo macroeconómico de un país; sin embargo y no obstante su importancia, en el contexto del actual modelo económico no tiene mucho sentido analizar la política monetaria solo con la información oficial suministrada por las autoridades monetarias y los bancos centrales de cualquiera de los países deudores que han comprometido y siguen comprometiendo sus ingresos corrientes con la banca multilateral, porque tanto en los países de América Latina y actualmente del mundo entero, desde hace cerca de 30 años se ha impuesto una política monetaria restrictiva que maneja o “controla” la inflación con una política artificial de control de precios.
Aunque el objetivo cierto de la política monetaria en todo el mundo es evitar que el aumento descontrolado de los precios afecte el ingreso de la población, en la práctica de las autoridades monetarias del planeta entero hoy, el objetivo no es el control de los precios para que el ingreso tenga mayor capacidad adquisitiva; por el contrario, el propósito escondido de la actual política monetaria es mostrar bajos precios para controlar el ingreso de la población, para controlar el salario e irlo reduciendo a su mínima expresión, tal como ya ha sucedido en todos los países dependientes del capital y de la inversión extranjera; el objetivo de las élites de poder económico es tener argumentos oficiales para imponer también una política fiscal que le sea funcional al Gran capital.
Es así como se puede afirmar que en América Latina durante los últimos 10 años se haya duplicado el monto de la deuda externa. Obsérvese que mientras que en el año 2007 la deuda externa de Latinoamérica era de 760.000 millones de dólares, en el año 2017 ésta registró un incremento del 100%, superando los 1.540.000 millones de dólares (1,54 trillones americanos), Obsérvese que la deuda externa de América Latina se duplicó en 10 años, lo que permite concluir que no existen diferencias fundamentales reales o significativas en el comportamiento de la burbuja de endeudamiento de cualquier país en América Latina y el Caribe.
Sobreendeudamiento y desarrollo económico: círculo vicioso de saqueo y exclusión
Este sobreendeudamiento contrasta con la calidad de vida de la población, porque las variables en materia de salud, en materia de vivienda, en materia educación y gratuidad de la educación, entre otras variables sociales han venido en decrecimiento. Quiere decir esto que la adquisición de empréstitos en América Latina, al igual que en todos los países pobres del sur se han soportado en los mismos dos (2) argumentos: hasta los años 2008 – 2010 se justificó que el acelerado incremento en el endeudamiento era para soportar el modelo de desarrollo; y a partir del año 2010 justifican el sobreendeudamiento argumentando que es para soportar los déficit fiscales, o dicho en otras palabras se puede afirmar que el endeudamiento actual es para refinanciar la misma deuda que está por vencerse y en muchos casos para pagar o refinanciar deudas vencidas.
Resulta clarísimo entonces, que la nueva deuda en el siglo XXI es para financiar el empobrecimiento de la población, porque es inocultable que la calidad de vida de la población se ha venido deteriorando de manera alarmante y aberrante en toda la región
Después de la segunda guerra mundial, es decir durante los últimos 70 años los gobiernos de los países latinoamericanos han venido incrementando el endeudamiento, con el argumento que es para salir de la pobreza; que es para financiar proyectos de infraestructura que fortalecerán y dinamizarán la economía y con ello se fortalecerá el modelo de desarrollo. Al respecto es necesario entender detalladamente lo siguiente:
La segunda guerra mundial destruyó el aparato productivo y la infraestructura de varios países del mundo, también destruyó y empobreció a los pueblos de los países aliados dependientes del fortalecido imperio americano; fue por esto que inmediatamente después de terminar el conflicto bélico, se crearon todos los organismos multilaterales, así como de los aparatos que le permitirían a los EEUU controlar a su antojo el mundo entero en el futuro venidero. El aparente lema imperial era ayudar a la reconstrucción y contener o exterminar los brotes comunistas en todo el planeta, fue así como en 1947 crearon una medida para “ayudar a los pueblos libres que estaban resistiendo los intentos de liderazgo de minorías rebeldes”.
Dicha medida se conoce como la Doctrina Truman porque fue el entonces presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman quien la impuso, argumentando además que era urgentemente necesario apalancar y fortalecer un nuevo “modelo de desarrollo” que acelerara el dinamismo económico y el desarrollo de los países periféricos. Esta fue, tal vez la primera vez que con tanta fuerza se impulsó un modelo de desarrollo, y desde entonces constantemente no ha cesado el esfuerzo imperial por mantener y oxigenar diversos modelos de desarrollo.
La reflexión que hay que hacer hoy, es que desde 1947 todos los modelos de desarrollo se han impulsado desde la perspectiva de la colonialidad, desde la perspectiva de la dependencia del poder y del saber; desde la perspectiva eurocéntrica; que cuando se hablara de desarrollo habría que reconocer que existen países desarrollados pero también países tercermundistas. Desde su nacimiento, la doctrina Truman lo que buscó y logró posicionar fue un discurso sobre desarrollo de los países del norte, mientras que en los países del sur solo se busca un relativo crecimiento económico, en donde exclusivamente se benefician los Estados con poder hegemónico global, los Estados globalizantes, los Estados industrializados, los países hegemónicos que se enriquecieron y alcanzaron el poder a costa de la fuerza de trabajo de los países periféricos, a costa del saqueo de sus recursos naturales, a costa de la sobre explotación de la mano de obra; a costa de la enajenación del patrimonio público de esos países, entre comillas del sur.
Alterativas para los pueblos
Reconocer el discurso y el concepto de Desarrollo de Truman, es aceptar que los pueblos del sur no tienen opción diferente a someterse a las condiciones de los países hegemónicos. Por ello, lo que hoy le corresponde a todos los pueblos con conciencia del verdadero significado del desarrollo es denunciar ese discurso, que lo que hizo fue monopolizar y construir poderes hegemónicos para el sometimiento político de los países en “Vía de Desarrollo”.
Hoy lo que hay que hacer es denunciar ese discurso de desarrollo basado en la agroindustria y la producción de combustibles fósiles para garantizar supuestamente el crecimiento económico; hay que denunciar ese discurso de desarrollo soportado en la economía extractiva para dar grandes riquezas a las multinacionales explotadoras de recursos naturales, por supuesto con la complicidad de los gobernantes de los Estados arrodillados y lacayos.
Hay por tanto que confrontar, no solo el discurso desarrollista, sino también todos los proyectos de saqueo y enajenación de lo público, ese discurso y prácticas de desarrollo que han hecho todo lo contrario de lo que supuestamente ofrecen, porque lo que realmente ha sucedido con esos modelos de desarrollo es empobrecer, sobre todo a las comunidades autóctonas o indígenas, a las comunidades afro-latinoamericanas; actualmente hay que confrontar ese discurso que ha empobrecido más al continente americano, al continente africano y a todos los pueblos del Sur.
El Deber de los movimientos y organizaciones populares en el Siglo XXI es fortalecer la lucha contra ese discurso postmoderno del desarrollo, porque es un discurso basado en la doctrina imperial, porque es un desarrollo hijo de la modernidad y como hijo del eurocentrismo, como hijo de la doctrina Truman, es un discurso solapado que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial sobre todo en el seno de los Estados Unidos, con el propósito fundamental de fortalecer su poder y su posición hegemónica.
Hay que recordar que ese discurso de desarrollo y de progreso que fue diseñado supuestamente para acabar con la pobreza y con el hambre en el mundo, fue creado el mismo día en que surgió el discurso del subdesarrollo, las categorías del Tercer Mundo; las categorías de seres humanos superiores e inferiores, hay que tener en cuenta que ese es un discurso de desarrollo que arropa el viejo discurso de raza, de pobres y ricos; de emprendedores y parásitos.
Actualmente hay que realzar que lo que la humanidad necesita no son más discursos ni proyectos de desarrollo. Hoy las banderas y los caballitos de batalla en la mayoría de países de América, por lo menos los que conocemos desde Canadá hasta la Argentina o Chile, hasta la Patagonia o Tierra de Fuego; algunos de ellos de tradición liberal y algunos otros de tradición marxista incluso, todos los gobernantes de la región no logran salir del círculo y siguen hablando del mismo discurso del desarrollo, aunque con algunos matices entre sí; todos (sin excepción) han soportado sus ejecuciones en la creación y fortalecimiento de locomotoras del desarrollo, locomotoras minero-energéticas. Hoy todos los modelos de desarrollo, aunque los llamen modelos de desarrollo alternativos, están basados en la economía extractiva.
Por eso, los movimientos sociales, las organizaciones políticas progresistas y de izquierda hoy tienen que debatir mucho sobre este tema, porque no se trata de construir desarrollos alternativos, porque el discurso del desarrollo de mediados de siglo XX no es una alternativa para los pueblos empobrecidos; ese modelo es el que se describió en la primera parte de este análisis y está muy claro que le sirve solo al gran capital y a los países imperiales, pero NO le sirve a la humanidad ni a los pueblos del sur.
Luego de imperar la doctrina Truman sin contradictores por más de 40 años, ya hacia la década de los años noventa aparecen teorías y propuestas de desarrollos alternativos. Fue así como en los casos de Argentina y Chile se conocieron propuestas como el Desarrollo a Escala Humana de Manfred Max Neef; así mismo algunos movimientos sociales aceptan propuestas de modelos de desarrollo alternativos basados en atisbos de la economía solidaria del sociólogo y profesor chileno Luis Razetto; pero sin duda alguna la gran mayoría de todos esos modelos o propuestas de desarrollo alternativo: como el desarrollo sostenible, el desarrollo durable, el desarrollo endógeno; y todos esos desarrollos no han hecho otra cosa que oxigenar ese viejo cadáver del desarrollo del discurso de Truman.
Lo que se necesita hoy, lo que necesita en el siglo XXI, como lo exponen muchos pensadores de la escuela o corriente francesa, o la corriente postestructuralista del Post desarrolló entre otros, liderados por el antropólogo colombiano Arturo Escobar y explicada en su obra “La invención del Tercer Mundo, Construcción y deconstrucción del desarrollo”, es construir alternativas al desarrollo, NO desarrollos alternativos porque está demostrado que son un fracaso. Es decir, que hay que trabajar colectivamente para construir propuestas alternativas al modelo de desarrollo, o modelos económicos diferentes a los diseñados para fortalecer el capitalismo; modelos diferentes a la acumulación de capital, modelos económicos diferentes al falaz crecimiento económico.
Tareas urgentes
A partir de hoy, la tarea de todos los movimientos sociales que se reclamen de izquierda, deberá ser avanzar en el diseño científico pero creativo de un modelo de sociedad que coloque por encima lo biocultural (es la diversidad biológica y cultural inter-conectada de los pueblos indígenas y comunidades locales, que abarca desde semillas a paisajes, desde conocimientos a los valores espirituales, los que son trasmitidos de generación en generación.), lo biopolítico (que es un concepto que alude a la relación entre la política y la vida; concepto que cobró notoriedad a partir de su desarrollo en la obra de Michel Foucault, por esta razón se le suele considerar como el responsable de la introducción del neologismo en el mundo académico); un modelo de sociedad que coloque por encima al ser humano, que coloque por encima la territorialidad, la descolonialidad del poder, la descolonialidad del saber.
Hoy se deben diseñar modelos de sociedad que prioricen los valores de la humanidad, que pongan por encima los derechos básicos, que no prioricen la Usura, que no prioricen comprar desenfrenadamente, que no impulsen el consumismo, que prioricen la austeridad racional. Hay que diseñar modelos económicos o mejor, modelos de sociedad que se aproximan al buen vivir, el buen vivir desde la óptica y desde la perspectiva de las comunidades indígenas autónomas, desde las comunidades autóctonas y autónomas como las de Bolivia, de Ecuador, de Chile, de Perú, etc.
Esta es una tarea, es un reto de los pueblos excluidos del bienestar, que, sin lugar a dudas es la mayoría de la población del planeta.