POR OMAR ROMERO DÍAZ /
La élite oligárquica colombiana se desespera: quiere impedir que el cambio siga gobernando
Colombia está viviendo una disputa silenciosa pero determinante: las oligarquías económicas y la ultraderecha están haciendo uso de todos sus instrumentos en especial los grandes medios de comunicación para crear un ambiente de miedo, desinformación y sabotaje contra el Gobierno del Cambio y el proceso democrático que lo sustenta.

No estamos ante un debate democrático limpio. Lo que vemos es una campaña electoral planificada para que el pueblo pierda la esperanza antes de llegar al 2026. Las grandes cadenas de comunicación de propiedad de los grupos financieros se han convertido en maquinaria política disfrazada de periodismo. Cada día buscan instalar la idea de que el cambio fracasó, que el país está en caos, que no hay rumbo posible distinto al que siempre gobernó. Su objetivo es claro: preparar el terreno para justificar el regreso de quienes siempre se enriquecieron a costa del pueblo.
Al mismo tiempo, organismos institucionales aún capturados por el viejo régimen bipartidista liberal-conservador están obstaculizando el camino electoral del proyecto popular. Lo que pasó recientemente en la consulta del Pacto Histórico lo demuestra: pocos puestos habilitados, largas filas innecesarias, ausencia de mesas en territorios rurales y en el exterior, estrategias calculadas para desmotivar al votante del cambio. No fue un accidente; fue una demostración de poder.
El mensaje de la oligarquía es evidente: si no pueden ganar por ideas, intentarán ganar por desgaste, por manipulación y por trampas procedimentales. Pero el pueblo ya despertó, y ese es justamente el temor de quienes siempre gobernaron sin ser elegidos por la mayoría real, sino por un país obligado a elegir entre el miedo y la resignación.

Ante este escenario, el llamado es a defender la verdad, la conciencia y la participación democrática. No podemos permitir que la historia se repita: que el poder mediático y financiero decida por encima del voto ciudadano. La democracia no se puede reducir a un día electoral; se defiende desde ahora, entendiendo lo que está en juego.
Si los partidos políticos de la ultraderecha temen al 2026, es porque saben que el pueblo ya no es el mismo. Y aunque intenten oscurecer el futuro, Colombia ya probó que el cambio es posible. Lo que viene es decidir si dejamos que nos lo arrebaten o si lo cuidamos con la fuerza de la dignidad y la conciencia colectiva.



