POR ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ
James Baldwin, escritor afroamericano y uno de los más conocidos precursores del movimiento de derechos civiles, afirmaba: «Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo».
Escribir como paso inicial, básico, innegociable. Escribir para pensar desde la identidad y la individualidad. Escribir para ser más, para ser voz plural, sumando voluntades, recosiendo identidades. Escribir para ser leído, comentado, re-enlazado, distribuido. Leer para transformar lo individual en colectivo, lo personal en comunitario, para reconstruir un relato coral. Leer, porque -como escribe Harold Bloom– «sólo la lectura atenta y constante proporciona y desarrolla plenamente una personalidad autónoma».
La democracia necesita electores pero, sobre todo, lectores. Leer tiene la capacidad de combatir la sumisión al poder, a lo establecido, a lo injusto. Leer es el primer combate por la libertad. Leer lo prohibido, lo censurado, lo omitido. Necesitamos construir una alianza de lectores para el cambio social. Las tecnologías 2.0 nos permiten recuperar la fuerza de las palabras, el discurso y el debate porque son la materia prima de las redes y de la «conversación». Personas que se materializan en la vida digital en forma de twitts, feeds, posts, comments, links, sms. Personas que son palabras. Palabras que son redes.
Leer no es indispensable para vivir. Pero la vida sin lectura es la oscuridad y el aislamiento. El mundo necesita palabras de esperanza, palabras para poder cambiar la realidad de millones de personas, que se articulen en propuestas políticas de gobernabilidad democrática y sostenible. Leer es el primer cambio, el fundamental.
En menos de dos años, veremos doblar la capacidad de memoria de nuestros sistemas de almacenamiento, procesamiento y distribución. Una economía y una sociedad construidas con la materia prima del conocimiento, sostenible, sin límites… Un mundo de palabras, datos, imágenes y números. Los ciudadanos en red, los ciudadanos lectores, debemos transformar el volumen abrumador en ideas. El ruido acelerado debe dar paso a la lectura nítida y pausada de propuestas de cambio.
Hagamos de la Red, de la blogosfera, la voz de los sin voz, la voz de la ciudadanía, de las personas. La movilización en la Red es, fundamentalmente, una movilización lectora para no quedar atrapados ni absorbidos por el flujo incesante de información que nos aturde y nos paraliza. O lo que es peor, que ignoramos.
Quizá ha llegado el momento de escribir con moderación, ofreciendo sentido al silencio o a las pausas. Escribir sólo lo imprescindible. Madurar lo que se escribe para dar consistencia a nuestras ideas y propuestas. Escribir lo vital para abrazar la lectura con rapidez y con urgencia.