EDITORIAL TSC /
El alcance del “veneno mediático”. Basta con repasar los titulares y los contenidos de los medios corporativos de comunicación del último fin de semana empeñados en generar una matriz de opinión para desconocer los 6.4 millones de votos de respaldo al Gobierno de Maduro y darle todo el crédito a las actas prefabricadas por la oposición venezolana mucho antes de las elecciones.
Es el odio de una clase corrupta que sufre porque no están en su poder los miles de millones de dólares del petróleo, el oro y otros recursos que ahora benefician la población vulnerable venezolana, en su gran mayoría votante de Maduro y buen parte de ella manipulada por el odio y el veneno de la dirigencia cipaya en cabeza de la agente de Washington, María Corina Machado u otros testaferros de EE.UU.
Pero de paso se traslada la parodia contra el presidente Petro y la izquierda democrática, con presagios de pitonisa sobre el devenir político de Colombia.
Un alto índice de los pueblos de Colombia y Venezuela, por fortuna, están vacunados contra esa clase política reaccionaria que ve disminuidos sus privilegios del capitalismo salvaje por las reformas y cambios que llegan, en el caso colombiano, a millones de habitantes como la reforma pensional, entrega de tierras, millonarios giros a los hospitales, educación gratuita, madres comunitarias protegidas, subsidios para población vulnerable, ley antitaurina, más derechos para mujeres y población infantil y decenas de beneficios que se están materializado con el proceso de cambio.
Se trata de defender no solo el cambio sociopolítico en Colombia sino también aunar la lucha política en defensa de los pueblos de Palestina, Venezuela y todos aquellos que avanzan en sus procesos por su autodeterminación y soberanía popular.
Por eso es indispensable movilizarnos este 7 de agosto en todo el país por la defensa de las reformas, la paz y la vida.
Solidaridad con el pueblo Palestino, Venezuela más democrática y todos los pueblos que luchan por su emancipación.
