noviembre 13, 2025 8:58 am
Una victoria abrumadora en la Asamblea General de la ONU y los desafíos éticos y políticos ante el criminal bloqueo contra Cuba

Una victoria abrumadora en la Asamblea General de la ONU y los desafíos éticos y políticos ante el criminal bloqueo contra Cuba

RESUMEN AGENCIAS /

Este miércoles 29 de octubre, la Asamblea General de LA Organización de Naciones Unidas (ONU) fue escenario de un hecho contundente: 165 países votaron a favor de la propuesta cubana que exige el fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos desde hace más de seis décadas. El resultado no solo representa una victoria diplomática para Cuba, sino que también desnuda la persistencia de un imperio en decadencia como es Estados Unidos, cada vez más aislado internacionalmente ante la irrupción de la multipolaridad en el tablero geopolítico mundial.

La propuesta cubana obtuvo un respaldo abrumador: 165 países votaron a favor, mientras que seis naciones se alinearon con Estados Unidos en el rechazo (Israel, Argentina, Paraguay, Hungría, Macedonia del Norte y Ucrania) y doce se abstuvieron (Albania, Bosnia y Herzegovina, República Checa, Ecuador, Costa Rica, Estonia, Latvia, Lituania, Marruecos, Polonia, Moldavia y Rumania). Esta distribución evidencia una condena global al embargo, pero también señala la escasa capacidad por parte de Washington de alcanzar alianzas para imponer su hegemonía en materia de injerencismo.

La resistencia de Cuba frente a la presión diplomática estadounidense se hace aún más significativa ante el hecho de que, año tras año, la gran mayoría de la comunidad internacional demanda el fin del bloqueo, pero Washington persiste en su postura, acompañado de un grupo reducido de países abyectos a su política de garrote. Resulta especialmente llamativo por su obsecuencia el alineamiento de Israel —aliado tradicional de EE.UU.—, pero también la adhesión de Argentina, Paraguay y Ucrania, así como la presencia de países europeos del este en las abstenciones.

El resultado de la votación refleja el aislamiento diplomático de Estados Unidos en este tema, y a la vez subraya la capacidad de Cuba para construir consensos y resistir presiones externas. La postura de los países latinoamericanos que votaron en contra de la resolución (Argentina y Paraguay) revela las complejidades de la política regional y la influencia de Washington en algunos gobiernos, en contraste con la tradicional solidaridad latinoamericana hacia Cuba.

Las abstenciones de países europeos como República Checa, Estonia, Latvia, Lituania, Polonia, Moldavia y Rumania pueden interpretarse como un intento de equilibrar sus relaciones con EE.UU. y la Unión Europea, evitando comprometerse plenamente en un tema de alta sensibilidad política. En el caso de Ecuador y Costa Rica, su abstención podría responder a intereses bilaterales o presiones externas, mostrando que la política internacional no se mueve solo por principios, sino también por abyección y cálculo oportunista.

En el plano global, la votación confirma la tendencia a una multipolaridad creciente, donde potencias emergentes y países del Sur Global buscan desafiar el unilateralismo estadounidense y abogan por el respeto al derecho internacional y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados.

El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, en su intervención ante la Asamblea General, fue enfático al denunciar el impacto devastador del bloqueo en la vida cotidiana de los cubanos. Señaló que las restricciones afectan el acceso a alimentos, medicinas, tecnologías y suministros esenciales, vulnerando derechos humanos básicos y agravando las dificultades de la población, especialmente en contextos de crisis global como la pandemia y la inflación internacional. El embargo, lejos de ser una medida política abstracta, tiene consecuencias concretas y dolorosas para millones de personas.

Desde una perspectiva ética, resulta difícil justificar la persistencia de una política que, según la mayoría de la comunidad internacional, constituye una violación del derecho internacional y de los principios fundamentales de la dignidad humana. El objetivo declarado de Washington de provocar un cambio de régimen en Cuba mediante el asfixiamiento económico plantea serias interrogantes sobre la legitimidad de emplear el sufrimiento colectivo como herramienta de presión política.

La posición de los países que apoyan el bloqueo o se abstienen refleja, en buena medida, la tensión entre la geopolítica de poder y los compromisos éticos asumidos en foros internacionales. El caso cubano pone en evidencia la distancia que a menudo existe entre los discursos sobre derechos humanos y la práctica real de la política exterior.

El triunfo diplomático de Cuba en la ONU el 29 de octubre de 2025 constituye un hito en la historia reciente de las relaciones internacionales. Más allá del resultado formal, la votación reafirma el rechazo mundial al bloqueo y la legitimidad de la resistencia cubana, pero también deja al descubierto las contradicciones y desafíos de un sistema internacional en el que el poder a menudo prevalece sobre los principios.

De cara al futuro, la presión internacional sobre Estados Unidos para poner fin al bloqueo probablemente crecerá, aunque la decisión final sigue estando en manos de Washington.

La cuestión del embargo a Cuba seguirá siendo, por tanto, un termómetro de la coherencia ética y política de la comunidad internacional, así como un símbolo de la persistente lucha por la soberanía y la justicia en el escenario global.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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