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El pasado viernes 24 de octubre, la Plaza de Bolívar de Bogotá se convirtió en el epicentro de la ‘Marcha por la paz, la soberanía y la democracia’, una movilización masiva convocada por el presidente Gustavo Petro. Ante miles de ciudadanos, el mandatario pronunció un discurso que marcó el pulso del debate nacional e internacional, abordando temas de soberanía, derechos humanos y reformas estructurales. La relevancia del evento radicó en su capacidad de aglutinar sectores sociales y políticos diversos, así como de redefinir la narrativa oficial frente a los desafíos presentes como a corto plazo en el acontecer de la política colombiana.
La coyuntura nacional está marcada por tensiones entre el Ejecutivo y sectores opositores de la ultraderecha, en medio de un proceso de reformas sociales que han encontrado resistencia en el Congreso y otros poderes. Internacionalmente, Colombia enfrenta presiones derivadas de su relación con Estados Unidos, especialmente por temas de narcotráfico y derechos humanos, que guardan además directa relación con el genocidio en Gaza y las políticas de Washington que están generando debates globales sobre la ética y la diplomacia.

Trump, lucha antidrogas, Gaza
El contexto internacional se ve agravado por las denuncias de graves violaciones a los derechos humanos en Gaza, tema que Petro vinculó directamente con la complicidad estadounidense, buscando conectar la agenda local con la solidaridad internacional.
El Presidente inició su intervención con un llamado a la unidad nacional y la defensa de la paz: “Hoy el pueblo colombiano se levanta en defensa de su soberanía y de la democracia, porque no podemos ser súbditos de intereses extranjeros que no representan nuestros sueños de justicia y equidad”, dijo.
Uno de los ejes centrales de su discurso fue la inclusión de su nombre y de algunos de sus familiares en la lista Clinton, que calificó como “una maniobra política del Gobierno de Trump para chantajear la voluntad de cambio en Colombia”. Petro argumentó que esta acción busca “someter a nuestro país a la lógica de la guerra y el miedo, en vez de apostar por la reconciliación y el desarrollo”.

Sobre la lucha antidrogas, el jefe del Estado fue enfático: “La política de Washington ha fracasado. No podemos seguir siendo laboratorio de una guerra que solo ha traído muerte y corrupción. Es hora de construir una estrategia basada en la vida y la prevención”.
La crítica a la lucha antidrogas de Washington recoge un sentimiento generalizado de frustración ante los resultados limitados de la estrategia militar y represiva. Petro propone en contraposición un cambio de paradigma, apostando por enfoques preventivos y de salud pública, lo que implica una reconfiguración de las relaciones bilaterales y el debate interno sobre el modelo de seguridad.
En relación con la situación de ignominia que ha sometido Israel a los palestinos en Gaza, el mandatario afirmó: “No podemos guardar silencio ante el genocidio que se vive en Palestina, donde la complicidad estadounidense ha permitido la violación sistemática de derechos humanos. Colombia debe alzar la voz por los pueblos oprimidos”.

En ese contexto, el enfoque de Petro internacionaliza el discurso y se alinea con movimientos globales por los derechos humanos. Esta referencia trasciende el ámbito local, proyectando a Colombia como actor crítico en la escena internacional, reiterando su solidaridad con Palestina y reforzando la narrativa de independencia frente a potencias extranjeras.
Proceso constituyente
Respecto de la coyuntura política nacional, el presidente Petro se refirió a su propuesta de proceso constituyente: “Convoco al pueblo colombiano a discutir una nueva Constitución que garantice reformas profundas en salud, educación y trabajo, consolidando una democracia real y participativa”.
La convocatoria a un proceso constituyente para 2026 cuando ya no esté en la Casa de Nariño fue otro punto audaz del discurso. Petro plantea la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente para consolidar reformas socioeconómicas que han enfrentado obstáculos institucionales. “No podemos seguir atrapados en estructuras que perpetúan la desigualdad y el privilegio; es momento de refundar el país sobre principios de justicia social”, expresó el mandatario.

Esta propuesta implica una apuesta por la participación ciudadana y la transformación de las bases legales del Estado, no obstante, la resistencia por parte de sectores conservadores. El debate sobre la viabilidad y el alcance de una reforma a la Constitución que recorte fundamentalmente los preceptos neoilberales será central en la agenda política de los próximos meses.
La propuesta constituyente abre un nuevo ciclo de debate sobre el modelo de Estado y la capacidad de las instituciones para responder a las demandas sociales.
El discurso de Gustavo Petro en la Plaza de Bolívar constituyó un acto de valentía y liderazgo que representa un punto de inflexión en la política colombiana a menos de diez meses de concluir su periodo presidencial. El impacto social de la nutrida manifestación popular y la alocución presidencial se traducen en una mayor movilización ciudadana y en el fortalecimiento de la agenda progresista del Gobierno del Cambio.

Las denuncias del presidente Petro contra la injerencia extranjera, la política antidrogas y las violaciones de derechos humanos, junto con la propuesta de una Asamblea Constituyente, configuran una agenda de transformación profunda para el país.
El evento y sus repercusiones proyectan a Colombia hacia un escenario de mayor debate, movilización y redefinición de su identidad política, donde la equidad social, la paz y la soberanía se erigen como banderas centrales.



