POR ALONSO YUPANQUI DE LA CHIRA /
En la sociedad contemporánea, el poder de las palabras ha adquirido una dimensión sin precedentes gracias a la proliferación de las redes sociales. El lenguaje, lejos de ser solo un medio de comunicación, se convierte en una herramienta capaz de moldear percepciones, influir en emociones y hasta desatar sentimientos de odio. Este fenómeno se observa con claridad en los entornos digitales, donde la inmediatez y el anonimato potencian la agresividad y la polarización.
Las palabras construyen realidades, y en el contexto político y social actual, pueden resignificar hechos y situaciones. A través de discursos cargados de odio, desinformación o manipulación, ciertos actores logran alterar la percepción colectiva, generando divisiones profundas entre grupos sociales. En redes sociales, esta dinámica se intensifica: los mensajes virales, los hashtags incendiarios y los comentarios agresivos transforman debates legítimos en confrontaciones hostiles, donde el odio se normaliza y se propaga rápidamente.
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Las plataformas digitales han democratizado la expresión, pero también han facilitado la difusión masiva de discursos de odio. El alcance global, la velocidad de publicación y la capacidad de anonimato permiten que palabras cargadas de violencia simbólica lleguen a audiencias extensas, resignificando conceptos políticos y sociales. Así, lo que antes era una opinión marginal puede convertirse en tendencia y moldear el imaginario colectivo, perpetuando estigmas y profundizando las brechas sociales.
El impacto de las palabras en la era digital es innegable. Su poder para desentrañar sentimientos de odio y resignificar realidades políticas y sociales exige una reflexión profunda sobre la responsabilidad individual y colectiva en el uso del lenguaje.
Aporte bibliográfico de Judith Butler

‘Palabras que hieren. Sobre el discurso de odio y la política de lo performativo’ es una obra reciente de la reconocida filósofa estadounidense Judith Butler, publicada por Paidós (abril, 2025). Fiel a su estilo riguroso y provocador, Butler explora en este libro los múltiples matices del lenguaje y su capacidad para herir, censurar y transformar la realidad social y política. La autora, referente en los estudios de género y teoría queer, se adentra en el análisis del discurso de odio y sus implicaciones, así como en la resignificación y la censura como mecanismos políticos.
Butler parte de la premisa de que el lenguaje no es un mero vehículo de comunicación, sino un acto performativo (de acción) capaz de producir efectos concretos en la vida social. Las palabras, sostiene, no solo describen la realidad, sino que la constituyen. Así, los discursos de odio no son simples expresiones negativas, sino actos que hieren, excluyen o marginan a determinados sujetos o colectivos. La autora examina casos concretos y plantea cómo el insulto, la injuria y otras formas de violencia verbal tienen consecuencias tangibles en los cuerpos y subjetividades de quienes las reciben.
También sostiene que este discurso es emocional y fluido porque sus efectos a menudo escapan al control del hablante, moldeados por la fantasía, el contexto y las estructuras de poder.
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La filósofa estadounidense insta a la cautela en el uso de la legislación para restringir y censurar la libertad de expresión, pues, aunque el discurso de odio puede reforzar las estructuras de poder, también puede replicar el poder en formas que separan el lenguaje de su capacidad de causar daño. Por ejemplo, en los casos en que el lenguaje injurioso es internalizado por prácticas estéticas que buscan enfrentarse al daño y reducirlo, como ocurre en el rap y en la música popular, las palabras también pueden ser una forma de reconocimiento y usarse como réplica.
La autora explica que “especialmente en este momento, bajo el régimen de Trump, en el que la supremacía blanca goza de una permisividad desenfrenada, difícilmente podemos negar que una amplia gama de personas expresa el odio racial, misógino, homofóbico, transfóbico a través de la palabra y de la escritura, que se convierten en vehículo de una intención de herir y degradar con armas específicamente lingüísticas. No solo pretenden causar un daño lingüístico y provocar un sufrimiento puntual, sino también socavar la facultad de actuar, desvalorizar y degradar a la otra persona o grupo al que se dirige o se refiere el discurso, para dejar sentada su inferioridad, desigualdad y ausencia de valor en comparación con aquellos cuyo discurso pretende infligir ese daño”.
Mostrando hábilmente cómo el poder subversivo del lenguaje reside en su naturaleza insubordinada y dinámica y en su capacidad para hacer suyas y desactivar palabras que normalmente hieren, Butler también trata de explicar por qué algunos discursos cuya finalidad es claramente el odio se consideran icónicos de la libertad de expresión, mientras que otras formas se someten más fácilmente a la censura.
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Uno de los ejes centrales del libro es el análisis del discurso de odio y la respuesta social y política ante el mismo. La autora se pregunta si la censura es una herramienta válida para combatir el odio, o si, por el contrario, puede reforzar las estructuras de poder que mantiene la exclusión. La filósofa argumenta que la censura, lejos de eliminar el odio, puede desplazarlo y resignificarlo, generando nuevas formas de violencia simbólica. En este sentido, invita a reflexionar sobre las políticas públicas y legislaciones que buscan regular el discurso, alertando sobre los riesgos de limitar la libertad de expresión en nombre de la protección.
El poder performativo del lenguaje
La noción de performatividad es clave en la obra de Butler y en este libro cobra especial relevancia. El lenguaje, según la autora, no solo refleja la realidad, sino que la produce y la transforma. Así, la resignificación de términos ofensivos por parte de los colectivos afectados puede convertirse en una estrategia de resistencia y empoderamiento. Butler muestra cómo palabras que antes eran motivo de vergüenza o exclusión pueden ser apropiadas y resignificadas, generando nuevas identidades y formas de pertenencia.
Butler explora cómo el lenguaje es un terreno de disputa política y social. El poder no se ejerce solo a través de leyes o instituciones, sino también mediante discursos que legitiman o deslegitiman a ciertos sujetos. En la era de las redes sociales y la globalización, el discurso de odio adquiere nuevas formas y alcances, lo que obliga a repensar los marcos teóricos y normativos para abordarlo. La autora llama a una ética del lenguaje que reconozca su potencial para herir, pero también para sanar y transformar.
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Esta es una obra lúcida, crítica y profundamente actual. Judith Butler invita a repensar el lugar del lenguaje en la construcción de la realidad social y política, y a no subestimar el poder de las palabras para herir, censurar o resistir.
El libro es una contribución para comprender los desafíos éticos y políticos del discurso en la sociedad contemporánea, así como para quienes creen en la posibilidad de resignificar el lenguaje como herramienta de transformación y justicia social.
Acceso al libro
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Para acceder al libro en archivo PDF, ingresar al siguiente enlace:
Palabras que hieren. Sobre el discurso de odio y la política de lo performativo



