Por Rodrigo Borja
Cristóbal Colón y sus compañeros de aventura llamaron “Indias” a las tierras que descubrieron y España las denominó así durante toda la época colonial. Denominación que se originó en una equivocación geográfica: los hombres de las carabelas, al pisar tierras americanas en 1492, creyeron que habían llegado a la parte occidental de la India y no a un continente nuevo y desconocido.
Hasta ese momento los europeos solamente sabían la existencia de tres continentes: el suyo, África y Asia. Con África habían mantenido relaciones de vecindad, de guerra y de intercambio ciertamente intensas. Y de Asia importaban porcelanas, sedas, joyas, perlas, piedras preciosas, oro, plata, especiería y otros productos.
En esas circunstancias se le ocurrió a Colón ir al Oriente por el Occidente, dada su sospecha de que la Tierra era redonda, y después de dos meses y medio de larga y fatigante navegación llegó el 12 de octubre de 1 492 a una isla —que los nativos llamaban “Guanahani” y que él la bautizó como “San Salvador”— y después a otras que supuso que eran la parte occidental de la India. Y por eso llamó “Indias” a esas tierras. Solamente años después, con el hallazgo del Océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa y la navegación de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano por sus aguas, se percataron los europeos de que habían descubierto un nuevo continente —un “mundus novus”—, del que dio razón un oscuro navegante florentino llamado Américo Vespucio en las cartas que escribió a sus patrones italianos.
En ellas afirmó que esas tierras no eran las de Asia sino otras muy distintas. Eran unas tierras de dimensiones gigantescas, de valles y montañas colosales, de ríos tan caudalosos y de suelos tan lujuriosamente fértiles, que las nociones del espacio y la distancia europeos resultaban en ellos totalmente inadecuadas.
El nombre de “América”, derivado del latín “Americus”, apareció por primera vez en 1 505 en un pequeño libro titulado “Cosmographie Introductio”, que atribuyó equivocadamente el descubrimiento de estas tierras al navegante italiano Américo Vespucio.
Pero no pocos pensaron que era inadmisible que un aventurero diera su oscuro nombre de corsario a las inmensas tierras descubiertas por Colón en una de las más arriesgadas e impresionantes hazañas de la historia.
Según afirman los escritores Arturo Ardao, en su obra “Génesis de la idea y el nombre de América Latina”, e Ignacio Hernando de Larramendi, en su libro “Utopía de la Nueva América”, fue el colombiano José María Torres Caicedo quien utilizó por primera vez, bien entrado el siglo XIX, la expresión “América Latina” para referirse al conjunto de países colonizados por España, Portugal y Francia en esta parte del planeta.