En entrevista concedida al diario El Espectador, la docente e investigadora social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Angélica Bernal Olarte, autora del libro Las mujeres y el poder político: una investidura incompleta, hace un análisis sobre cómo están cubriendo los concentrados medios de comunicación en Colombia a las precandidatas presidenciales.
La docente universitaria que ha venido haciendo un riguroso seguimiento sobre este delicado tema explica cómo y porqué el cubrimiento de las precandidatas es pobre por parte de los oligopolios comunicacionales y de qué manera éstos reiteran unas viejas pautas mediáticas, cuando de mujeres en política se trata. Repasa, además, cómo leer en clave de género lo que los medios circularán de aquí en adelante para exigirles una información más completa de cara a las elecciones.
Para Bernal Olarte, “lo más destacado es la ausencia de un registro noticioso y a fondo de lo que las precandidatas están haciendo en sus procesos, bien sea en términos de recolección de firmas, de reuniones o de recorridos regionales en los que se han embarcado. Sus equipos de prensa logran poner algo en la agenda pública, pero la gran prensa hace poco por visibilizarlas”. Ese es el caso –explica- de la aspirante presidencial de la ASI y del colectivo Todos somos Colombia, Clara López Obregón, “cuyos actos de campaña pasan por lo general desapercibidos”.
Sostiene la investigadora social que en esta discriminación “es importante entender que el elemento de género ayuda a explicar mucho de las desigualdades, pero es un elemento que debe verse en relación con otros como el privilegio de clase, por ejemplo. Segundo, el tema de género no es un asunto general, aplicable a todas las mujeres por igual. Eso simplifica demasiado. Por eso es fundamental revisar caso por caso para revelar un sesgo de género particular. Por ejemplo, Clara López viene siendo borrada del relato periodístico de las elecciones. Eso, a pesar de que en septiembre pasado se ubicó en el tercer lugar de una de las encuestas de intención de voto en el país y de que hace menos de dos semanas la encuesta Gallup reportó que sigue ocupando un lugar prominente dentro de las opciones de voto de los colombianos. Un lugar de estos no es nada despreciable, pero en su caso no se cubre, solo se menciona. Los medios son presa de la espectacularización, pues le apuestan a mostrar lo que predicen que hará mayor ruido. Eso es algo que hacen frente a mujeres y hombres por igual, claro. Pero para comprender ese recurso mediático del espectáculo político en relación al asunto de género es clave observar cómo los medios naturalizan de manera exagerada el poder de los hombres”.
Precisa además que, “aunque Clara López sacó una importante votación la última vez que participó en elecciones presidenciales y se demostró la victoria de su propia maquinaria política y familiar, en medio de un respaldo caótico, desordenado del Polo, y aunque ella mantuvo a flote a Bogotá luego del naufragio que significó para la capital la administración de Samuel Moreno, hoy los medios la ignoran porque una mujer representa una amenaza menor para un poder masculino que se acepta como la norma. La estatura política de López Obregón es alta, pero para el relato periodístico difícil sería que ella debilitara a un Vargas Lleras. El silencio de los medios recrudece esa visión de López”.
Al ser interrogada, ¿cómo leer la información sobre las precandidatas en clave de género?, la profesora Bernal Olarte precisó: “Creo que hay que cuestionar por lo menos tres cosas. Uno, la noticia que arranca con afirmaciones sobre la experiencia privada y los atributos físicos de las mujeres y que, en ese sentido, trivializa su acción política. Dos, la nota que homogeneiza a las precandidatas sin importar su partido, sus trayectorias, sus actividades, para presentarlas como parte de un colectivo plano, sin diferencias que, además, sugiere que mujeres que están en las antípodas ideológicas son esencialmente mujeres y nada más. Tres, el relato que vuelve excepcional la actividad política de las mujeres cuando insiste en que “es la primera vez que…” o “es la única que…”
Ante esta falta de rigurosidad informativa de los oligopolios mediáticos, la docente universitaria plantea por lo menos tres sugerencias: “Primero, que en favor de su propia lógica de la economía de las palabras y de la simplicidad para un público masivo, dejen de lado las referencias obvias sobre la esencia femenina y sus formas corporales. Segundo, que se cuente, entonces, lo puramente pertinente a su política, sin el anecdotario de página social. Tercero, que se presenten en sus diferencias y complejidades”.