“La coyuntura actual exige que distintas organizaciones políticas con un horizonte común, pero con distintas concepciones de cómo llegar a él, converjan en una sola voluntad de ser gobierno”, precisó la aspirante presidencial Clara López Obregón en carta dirigida a los dirigentes del Partido Liberal, César Gaviria, Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo, tras conocerse que esta colectividad expresará su decisión de participar o no en la consulta interpartidista de marzo, el próximo lunes 22 de enero.
La exministra López Obregón expresa en su misiva que “más que una coalición, la consulta interpartidista puede convertirse en una especie de primarias entre candidaturas presidenciales que se encuentran dentro de la frontera política de la implementación de los acuerdos del Teatro Colón para garantizar un posconflicto exitoso que enrumbe a Colombia hacia una paz que dure generaciones; lo que requiere inclusión social y política, democracia de calidad y una economía que privilegie lo productivo y disminuya la desigualdad”.
El texto completo de la misiva es el siguiente:
Bogotá, 18 de enero de 2018
Doctores
CESAR GAVIRIA, Expresidente de la República y Director del Partido Liberal
HUMBERTO DE LA CALLE, Candidato del Partido Liberal
JUAN FERNANDO CRISTO, Ex Ministro del Interior
E. S. M.
Apreciados amigos:
El Partido Liberal ha anunciado que dará a conocer su decisión de participar o no en la consulta interpartidista de marzo el próximo lunes, fecha de vencimiento del plazo señalado por el Consejo Nacional Electoral. Al dar a conocer la decisión de tres candidatos de acudir a la misma, interpretamos que la coyuntura actual exige que distintas organizaciones políticas con un horizonte común, pero con distintas concepciones de cómo llegar a él, converjan en una sola voluntad de ser gobierno.
Más que una coalición, la consulta interpartidista puede convertirse en una especie de primarias entre candidaturas presidenciales que se encuentran dentro de la frontera política de la implementación de los acuerdos del Teatro Colón para garantizar un posconflicto exitoso que enrumbe a Colombia hacia una paz que dure generaciones; lo que requiere inclusión social y política, democracia de calidad y una economía que privilegie lo productivo y disminuya la desigualdad. El debate ante la opinión pública entre las distintas perspectivas y miradas permitirá cotejar las coincidencias y divergencias que nutrirán un programa de profunda transformación para Colombia, liderado, desde luego por quién salga triunfante.
Los esfuerzos hechos desde las distintas orillas por Humberto de la Calle, congresistas liberales futuros y en ejercicio, Antanas Mockus, Frank Pearl, Piedad Córdova, la significativa corriente de Alianza Verde liderada por Antonio Sanguino, el PTC y los exsenadores Luis Carlos Avellaneda y Jorge Guevara; así como los esfuerzos adelantados por Gustavo Petro, Carlos Caicedo y quién escribe estas líneas son muestra de la consciencia compartida de que unidos somos opción real de poder; separados, tal vez quimeras. También hay muchas fuerzas, tanto políticas como sociales, de carácter nacional y regional, intelectuales, voceros de opinión, jóvenes y personas del común, que nos impulsan a la unión.
La realidad, es que la verdadera opción de poder exige sacrificios de los protagonistas. En su ausencia, lo que se presenta es más parecido a una vocación de participar o de ser oposición, ambas opciones válidas, pero no exigentes al momento del sacrificio.
Aquí vale la pena traer a colación antecedentes lejanos y cercanos. La caída de la hegemonía conservadora en el año treinta se le ha atribuido a la exitosa táctica puesta en práctica por Alfonso López Pumarejo. Al tener claridad que al presentarse como candidato, su posición reformista uniría al Partido Conservador, sacrificó su aspiración personal para impulsar a Olaya Herrera, quién al haber servido como ministro de la administración conservadora, no presentaba amenaza alguna al status quo, abriendo paso al acceso del Partido Liberal al poder, al lado de los históricos debates a comienzos de 1929, del recién elegido representante a la Cámara, Jorge Eliécer Gaitán sobre la masacre de los trabajadores de las Bananeras.
Otro ejemplo se puede apreciar en las recientes elecciones presidenciales en Chile. Todos los candidatos del mismo horizonte político sumaron la mayoría de los votos en la primera vuelta, pero su dispersión no permitió la convergencia requerida en la segunda vuelta y perdieron el gobierno por una diferencia significativa, a su contraparte política de derecha. De haber tenido verdadera vocación de poder y no solo de participación electoral, los candidatos de centro izquierda unidos, habrían triunfado en la primera vuelta.
El nombre del sacrifico hoy es correr el riesgo de las urnas en una especie de primarias de los sectores progresistas en la consulta interpartidista de marzo para llegar unificados o lo más cohesionados posible a la primera vuelta presidencial. De lo contrario, habremos “quemado la paz en la puerta del odio”. Eso no es una opción para el pueblo colombiano.
Ninguno solo llega, unidos cumpliremos con la esperanza de la paz y el cambio social.
Atento saludo,
CLARA LÓPEZ OBREGÓN