Revista Semana
¿Qué le aporta la exministra de Trabajo a la candidatura presidencial de Humberto de la Calle?
Por lo general los candidatos presidenciales deciden sus fórmulas vicepresidenciales pocos días antes de la elección. Eso se debe a que la carta vicepresidencial suele ser un elemento de negociación para hacer alianzas. Pero la semana pasada Humberto de la Calle rompió esa tradición y golpeó primero. El lunes 29 de enero anunció que su candidata a la Vicepresidencia será Clara López, quien hasta entonces era candidata presidencial por la Alianza Social Indígena (ASI).
Hace una semana, pocos apostaban porque esa alianza se pudiera concretar antes de la primera vuelta. Clara ya fue fórmula vicepresidencial una vez, cuando en 2010 decidió acompañar la candidatura de Gustavo Petro. En 2014 se lanzó a la Presidencia y sacó 2 millones de votos. En esta contienda recogió firmas durante meses para inscribirse, pero al final lo hizo por un partido poco convencional (ASI). Y, por si fuera poco, en diciembre lanzó listas al Congreso en compañía de Gustavo Petro y Carlos Caicedo, con quienes también alcanzó a pensar en una consulta interpartidista.
Eso no sucedió. Quienes la conocen aseguran que buscó la alianza con Petro y Caicedo en aras de lograr una ‘convergencia’ entre ellos y De la Calle. Su idea era tender una especie de puente para lograr la “unidad entre fuerzas con compromiso social, preocupadas por el posconflicto”, entre las cuales se contemplan la UP, Mais, los progresistas, un sector del Polo Democrático y algunos de los verdes.
Ante la negativa de Fajardo a comienzos de año a aliarse con De la Calle, y ante la decisión de este de no unirse con Petro y Caicedo antes de primera vuelta, Clara rompió con los exalcaldes de Medellín y Bogotá a finales de enero. “Como no fue posible conformar la gran coalición, decidimos desistir de la consulta y seguir adelante explorando caminos de unidad”, dijo.
Todo el mundo asumió que lo haría con ella como candidata. Sorprendió mucho cuando aceptó ser la número dos de Humberto de la Calle. Sin embargo, ese matrimonio tenía mucha lógica. Además de tener profundas coincidencias ideológicas y de conocerse desde hace tiempo, ambos trabajaron juntos en la campaña por el Sí en el plebiscito por la paz. Por otra parte, los dos venían insistiendo desde hace meses en un proyecto de ‘convergencia’ alrededor de la defensa de los acuerdos de paz y de una buena implementacion del posconflicto.
La unión de De la Calle y Clara fue posible gracias a Juan Fernando Cristo, quien después de perder la consulta liberal de noviembre asumió un papel activo en la campaña de su partido. Hace una semana, él le planteó la posibilidad a Clara de aceptar la nominación a la Vicepresidencia.
Posteriormente, y después de varios cafés con De la Calle, concretaron el acuerdo entre el martes y el miércoles. Clara puso dos condiciones. Primero, que en la campaña el logo de la ASI permaneciera al lado del liberal. Y segundo, que el candidato incluyera entre sus prioridades tres de los temas que ella venía promoviendo: gratuidad en la educación universitaria, creación del Ministerio de la Mujer y expedición del estatuto laboral.
Finalmente, el domingo pasado sellaron la alianza y el lunes siguiente la anunciaron. Divulgaron un comunicado en el cual asumieron “el compromiso de buscar una verdadera unión ciudadana que defienda la paz, nivele la cancha de las oportunidades, reconozca la diversidad como una riqueza y luche con fuerza contra la corrupción”.
En términos políticos, al seleccionar a Clara, De la Calle se mueve del centro al centro-izquierda. Al jugársela de frente por una opción de tinte progresista, se posiciona como una alternativa concreta a sus principales contendores, Germán Vargas y el uribismo.
Se trata de una alianza de izquierda no radical. De la Calle nunca lo ha sido; sus posiciones siempre han sido equilibradas y de talante liberal en el sentido tradicional de la palabra.
Clara, por haber pasado por el gobierno de Santos, ha confirmado su trayectoria como una líder de la izquierda sensata y conciliadora. Aunque tiene buenas relaciones con Petro, su imagen dista mucho del radicalismo encarnado por el exalcalde, Timochenko o Piedad Córdoba.
No solo la izquierda recibe con beneplácito la nueva fórmula. Los liberales ven con buenos ojos una alianza en la que se unen dos hojas de vida importantes. Humberto de la Calle tiene una estatura de estadista como la de los líderes liberales del pasado. Fue registrador nacional del Estado Civil, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, ministro de Gobierno y como tal representante del presidente en la constituyente. Fue vicepresidente, ministro de Interior y embajador de Colombia en Madrid, Londres y la OEA. A esto se suma su papel como líder del equipo negociador del proceso de paz, título que aunque hoy no es muy popular, lo consagrará ante la historia. Ese nivel de experiencia supera el de Germán Vargas y el de Marta Lucía Ramírez. A lo anterior se pueden agregar su don de gentes y su condición de caballero.
Clara también tiene mucho que mostrar. Después de graduarse en Harvard, inició su carrera política en el Partido Liberal. Fue secretaria económica de la Presidencia de
Alfonso López Michelsen. También trabajó con Luis Carlos Galán, cuya candidatura apoyó en 1982 en contra de la de su tío. Presidió el Concejo de Bogotá en nombre del Nuevo Liberalismo. Fue auditora de la Nación, alcaldesa encargada de Bogotá, candidata a la Vicepresidencia y a la Presidencia y, finalmente, ministra de Trabajo.
De la Calle de por sí ya tenía buena entrada en sectores sociales, fuerzas sindicales y organizaciones de base. Sin embargo, la entrada de Clara a su campaña también le permite fortalecer bases entre grupos ligados al Polo Democrático, partido en el que ella militó durante más de 12 años. Cuando ella salió de esa colectividad el año pasado, en medio de una dura confrontación con Jorge Robledo, quien hoy apoya a Fajardo, se llevó el apoyo de un sector importante de la dirigencia de ese partido.
Los críticos de la unión De la Calle-Clara López la describen como una fórmula continuista. Eso en cierta forma es verdad, teniendo en cuenta que los dos formaron parte del gobierno Santos. También se ha hecho alusión a que a ese equipo le falta juventud. Paradójicamente, la nueva pareja tiene mucha aceptación entre los menores de 35 años, que tienden a ser de izquierda. Eso quedó en evidencia la semana pasada cuando salieron juntos por primera vez a las universidades.
Por último, es probable que la tradición de Clara en la izquierda espante a algunos votantes de centro, que veían en De la Calle el punto medio entre los dos extremos del espectro político. Con todo, la expectativa de ambos es que con esta nueva alianza pierdan menos votos que los que ganan.
Más allá de las sumas y restas, la nueva fórmula le dio un nuevo aire a dos candidaturas que eran percibidas como respetables, pero con muy pocas opciones. El camino hacia delante no será fácil, pero definitivamente está menos empinado que la semana pasada.