Por Emir Sader
Los regímenes de excepción se han vuelto el modelo político de los proyectos de restauración neoliberal en América Latina. Se articulan neoliberalismo, regímenes de excepción y control del proceso de formación de la opinión pública.
Como la política económica de esos intentos de restauración es el duro ajuste neoliberal, son gobiernos condenados a chocar con los intereses de la gran masa de la población, y a mantener un bajo nivel de popularidad. Para mantenerse en el gobierno, tienen entonces que imponerse mediante proyectos mediáticos que dispongan del monopolio privado de los medios de comunicación.
Porque la simple confrontación, democrática, entre lo que han realizado los gobiernos antineoliberales y lo que tratan de hacer los gobiernos que buscan restablecer el modelo neoliberal, es frontalmente desfavorable a estos. Si existiera un debate abierto entre los dos modelos, el que favorece a los intereses de la gran masa de la población tiene todas las posibilidades de triunfar.
El caso de Lula es ejemplar. Atacado, perseguido, calumniado, a lo largo de tres años, sin ninguna prueba concreta en contra de él, a pesar de la acumulación de sospechas en la opinión pública, monopolizada por los medios privados, su imagen solo crece en la población, superando al 40% de apoyo, mientras la derecha y todos los partidos que apoyan al gobierno de Temer, sufren un enorme desgaste por ese apoyo.
De ahí la acción combinada de los grandes monopolios privados mediáticos con sectores del Poder Judicial y de la Policía, para consolidar el régimen de excepción, que priva a la población de información objetiva y a los acusados del derecho justo a la defensa. Gobiernos que actúan en contra de los intereses nacionales de sus países, en contra de los intereses de la masa de los trabajadores, en contra de las políticas de inclusión social, requieren medios sumisos, aduladores, sin pluralismo ni información amplia.
Regímenes de excepción son aquellos que corrompen a la democracia desde adentro, valiéndose del poder del dinero para promover las campañas electorales diseñadas por gurús mediáticos, especialistas en generar agendas falsas y artificiales y en destruir reputaciones. Requieren partidos sin ideología, que se amolden a las demandas de los que triunfan en las elecciones y se adueñan del gobierno. Requieren organizaciones sindicales que negocian sus propios intereses y no defienden el interés de los trabajadores, avasallados por gobierno neoliberales.
La lucha por la restauración de la plenitud democrática en los países donde gobiernos implantan programas de restauración neoliberal es la lucha esencial en esos países, porque ahí se juegan la soberanía popular, la formación plural de las opiniones públicas, la defensa de los intereses nacionales.