Por Octavio Quintero
Política, económica y socialmente hablando, no le estamos prestando mucha atención a los fondos privados de pensiones en Colombia (AFP), porque todavía no han llegado al punto crítico en que están sus homólogos en Chile, en donde se han presentado las más grandes movilizaciones sociales desde la caída de la dictadura Pinochet, contra el sistema pensional.
Todavía no tenemos en Colombia una masa crítica de damnificados, pero puntualmente, y cada vez más, se denuncian casos en donde los primeros ahorradores con derecho a pensión en las AFP, ni siquiera reciben un salario mínimo.
Haberle permitido a los fondos privados especular en las bolsas de valores, primero; y últimamente invertir en proyectos de infraestructura (4G), conlleva dos inminentes riesgos: 1).- En un mundo tan volátil como el bursátil, dejar que las AFP jueguen en ese mundo con la plata de los ahorradores, es como darle plata a un tahúr para que apueste en la ruleta en la que con cara gana él y con sello pierden los ahorradores; y, 2).- Si dos o tres grupos económicos dominan el 90% del mercado de pensiones, grupos que a su vez están involucrados en proyectos de infraestructura, quiere decir que en un momento dado pueden disponer de la plata de los ahorradores para invertirla en esos proyectos como si se tratara de patrimonio propio… Es lo que se conoció en la época de Belisario Betancur y el Banco de Colombia (Jaime Michelsen), como los autopréstamos.
Esta crítica al sistema privado no salva al sistema público y la inequidad que se está presentando en donde el 90% de los subsidios que corren a cargo del Estado se lo llevan los jubilados de más alta pensión porque la fórmula parte de la base de que “a cada cual según su aporte” y no de “a cada cual según sus necesidades”.
Una reforma del sistema pensional en Colombia debe tocar no solo el sistema público sino el privado. No debiera haber ninguna pensión por debajo del salario mínimo, como se le permite al sistema privado; y no debieran capturar subsidios las más altas pensiones, como se permite en el sistema público.
Y, finalmente, la solución más elemental a todo el sistema pensional pasa por una política laboral que garantice pleno empleo, salarios dignos a los trabajadores y estabilidad en el trabajo, y ninguna de estas tres cosas puede lograrse –resulta imposible–, dentro del modelo neoliberal.
Fin de folio.- Por eso es de suma importancia insistir en que el enemigo público número uno de las clases medias y bajas de Colombia y el mundo, es el neoliberalismo…