abril 23, 2025 1:15 pm
Asamblea de localidades de Bogotá, D.C.

Asamblea de localidades de Bogotá, D.C.

Saludo cordial a:

Los líderes, hombre y mujeres, de todas las localidades de Bogotá
Mi compañero de lucha y de vida: Carlos Romero, Concejal de Bogotá
Al Presidente del Polo Democrático Independiente, Samuel Moreno Rojas
Al Marcelo Torres, candidato al Senado de la República
Gloria de Pardo Leal, viuda del sacrificado Presidente de la Unión Patriótica e inolvidable Jaime Pardo Leal
Luis Alfonso Galán, hijo del inmolado líder que capturó la esperanza del pueblo colombiano, Luis Carlos Galán Sarmiento
Adriana Vanegas, dirigente de las luchas de las mujeres
Carlos Bula Camacho, ex Ministro de Trabajo

Amigas y amigos todos:

Aquí estamos. A pesar de la tormenta, de la lluvia torrencial y del granizo, hemos cumplido la cita. Es un muy buen augurio de la victoria electoral que se avecina. Ni rayos, ni centellas nos pueden detener.

El Polo sigue su marcha, el Polo sigue en ascenso.

En estos dos últimos meses, la tendencia que representamos en el Polo Democrático ha dedicado el tiempo y el mayor esfuerzo a una tarea, a una labor que hemos considerado vital para la consolidación y ampliación de las bases populares de nuestro Partido. En nuestro criterio, no podíamos seguir avanzando en la afiliación, sin brindarle a la militancia los conocimientos básicos de la estructura programática, la línea organizativa y de la táctica política del Polo, y de cómo ellas se integran en la conducción y realización del Plan de Desarrollo de Bogotá impulsado y dirigido por nuestro Alcalde Lucho Garzón.

Y bien, hoy 29 de octubre de 2005 podemos hacer el balance exitoso de esta primera etapa: 489 afiliados al Polo han participado activamente en los cursos de liderazgo político y social domingo tras domingo, durante los últimos meses. ¿Qué quiere decir esto, compañeras y compañeros? ¿En qué nos diferenciamos de otras campañas políticas en marcha? La respuesta es sencilla. La respuesta es alentadora. Mientras unos politiqueros del momento quieren seguir engañando demagógicamente a nuestro pueblo, nosotros, como Polistas que soñamos con una Colombia para todos los colombianos, hemos escogido el camino más difícil, pero el más efectivo. En vez de promesas que nunca se cumplen porque no están en condiciones de cumplirlas -y ellos lo saben- le estamos llevando a nuestros militantes y a nuestra dirigencia distrital los elementos de una formación política que les permita ver en qué estamos y para dónde vamos.

Es que nosotros pensamos que el verdadero cambio pasa por la concientización política y social de nuestro pueblo. Y en esos cursos hemos dicho y lo repetimos hoy que somos el Partido de la Constitución, el Partido que defiende el Estado social de derecho, el Partido que aspira a construir en Colombia un Estado comprometido con el objetivo social, un Estado comprometido con la igualdad, un Estado comprometido con la democracia, un Estado comprometido con la paz y la convivencia entre los colombianos y las colombianas.

Y ese objetivo no lo podremos conquistar si, en primer término, las decenas de miles de afiliados, no saben, no conocen a ciencia cierta, que es el Estado social de derecho. Nosotros lo entendemos de una manera muy clara y muy precisa. Nosotros entendemos el Estado social de derecho como un Estado que se rige por las reglas del derecho y por los mandatos de la Constitución. Nosotros entendemos el Estado social de derecho como un Estado garantista, es decir, un Estado capaz de garantizarle al pueblo todo, pero especialmente a los mas pobres y a los más desvalidos y vulnerables de nuestra sociedad, condiciones de vida dignas, condiciones materiales de existencia con la satisfacción de las necesidades básicas de todo ser humanos: la liberación del hambre, el trabajo, la vivienda, la salud y la educación y al lado de ello, la democracia pluralista. Ese es nuestro norte y nuestro sur. A eso vamos a dedicar el resto de nuestra vida, a eso vamos a brindarle nuestros sacrificios, a eso los invitamos a ustedes, a no desmayar y a trabajar con el convencimiento de que otra Colombia es posible.

Compañeras y amigos, el hecho político más importante y relevante de este año, ha sido la decisión de la Corte Constitucional que le ha dado vía libre a la reelección presidencial. Y yo quiero decirles a ustedes que como ha hecho la inmensa mayoría de los colombianos, este fallo, esta sentencia de la Corte debe ser acatado. Pero el hecho de que afirmemos y digamos que debe ser respetado, no puede conducirnos a guardar silencio sobre las razones que nos inducen a no compartirla. O sea, la acatamos pero no la compartimos.

Y ¿por qué no la compartimos? ¿Acaso porque somos antiuribistas patológicos obsesivos? No. De eso no se trata. No la compartimos porque el accionar político y gubernamental del Presidente va en contravía del Estado social de derecho que es el objetivo estratégico del Polo Democrático Independiente. Pongamos unos cuantos ejemplos compañeros y compañeras.

Cuando el Prsidente Uribe trabaja a favor de Tratado de Libre Comercio, va en dirección contraria del Estado social de derecho. Porque el Estado social de derecho defiende, en primer término, lo nacional, los intereses del pueblo colombiano; y el TLC va en contravía de los intereses de los empresarios, de los industriales nacionales, de los comerciantes, de los agricultores, de lo que podríamos llamar la economía endógena colombiana, es decir, de la que se dedica a satisfacer las necesidades del mercado interno con el capital y el trabajo colombiano.

El TLC amarra nuestra economía a intereses foráneos. Peligra el arroz, el maíz, los tomates, la cebolla, el cilantro, en síntesis, peligra la changua colombiana. Hasta nuestra ruana peligra. Se nos anuncia que importaremos ropa usada y, desde luego, tendremos que ingerir el muslo del pollo norteamericano, subsidiado por el Estado más rico de la tierra que va a arruinar la industria avícola y va acrecentar el desempleo entre los colombianos.

No nos oponemos al TLC como efecto de un anti-norteamericanismo trasnochado. Nos oponemos al TLC y a cualquier otro Tratado que ponga en peligro la economía y el empleo de los nacionales. Yo soy una de las pocas colombianas que ha tenido la fortuna de estudiar en la Universidad de Harvard, la número uno del mundo según afirman en todas partes. Allí mis profesores me enseñaron que es la capacidad adquisitiva de los pueblos la que determina el crecimiento económico y que este sólo no es desarrollo si no va acompañado de la justicia social.

Yo no quiero ser inferior a las enseñanzas que me transmitieron esos profesores, algunos de ellos galardonados con el Premio Nóbel en economía. Quero decirles que lo que uno aprende en Harvard puede ser utilizado en varias direcciones: Puede ser utilizado para aprobar las fórmulas del Fondo Monetario Internacional que llevaron a la Argentina a la bancarrota. O pueden ser utilizadas como lo he hecho a lo largo de mi vida y lo seguiré haciendo, para defender los intereses de Colombia, para defender la salud, la educación, el trabajo y el techo del pueblo colombiano, para defender la necesidad de las relaciones económicas y comerciales con todos los pueblos del mundo, en pié de igualdad y con reciprocidad.

Aquí está la razón esencial de nuestra oposición a la reelección. No queremos la reelección de la guerra. No queremos la reelección del neoliberalismo. No queremos la reelección de la dependencia. No queremos la reelección del autoritarismo, ni mucho menos de las estructuras mafiosas que se pelechan de la impunidad.

Pero además, no compartimos la decisión de la Corte Constitucional por una razón profunda de derecho, porque ha desconocido olímpicamente el derecho a la igualdad, columna vertbral del Estado social de derecho. Esa decisión niega en forma grosera el derecho de otros colombianos, opcionados en las encuestas a competir sin renunciar a sus cargos por la presidencia de la Republica. Yo les pregunto ustedes, aquí con el corazón en el mano, compañeras. Aquí entre nosotros, quienes conocemos el pensamiento y el sentimiento del pueblo bogotano. ¿Por qué el Congreso de la República primero y la Corte Constitucional después no extendieron el derecho a participar en el debate electoral a un hombre que ha mostrado su talante y capacidad para gobernar de una manera diferente como Lucho Garzón? Quiero decirles que, por ejemplo, Lucho Garzón tienen el mayor porcentaje de aceptación en Bogota que pueda tener dirigente político alguno. Y creo como lo cree la inmensa mayoría del pueblo colombiano que hubiera sido el único candidato capaz de enfrentar y derrotar las pretensiones reeleccioncitas de Alvaro Uribe.

Nadie puede negar que aquí esté palpablemente afectado el derecho a la igualdad que era el principal y más importante análisis que ha debido de realizar la Corte Constitucional antes de adoptar su fallo. Y hay otros dirigentes que están en las mismas condiciones, Angelino Garzón en el Valle y Sergio Fajardo en Medellín que por su buena gestión gozan del aprecio regional y nacional.

Por eso sostengo que lo que acaba de establecer la Corte Constitucional con esa sentencia es la consagración del ventajismo, es la consagración de la desigualdad política y es la misma negación de los fundamentos de la democracia.

Quiero decirles que el Estado social de derecho ya tiene un referente; que ya no es un sueño o simplemente un deseo abstracto de quienes hemos militado en la izquierda colombiana. Se trata de un referente que estamos viviendo. Es que compañeros y compañeras, el Plan de Desarrollo de Bogota, es el referente de lo que significa, dentro de las obvias limitaciones de un país inmerso en el modelo neoliberal impuesto desde la Nación, poner en marcha el Estado social de derecho desde el gobierno. Precisamente mañana se entregan los primeros subsidios a la vivienda de interés social que en total ascenderán a 20.000 y que beneficiarán a igual número de familias de los estratos 1y 2. Ya se le rebajó y hasta condonó la deuda a más de 7.000 familias que tenían dificultades para pagarle a la Caja de Vivienda Popular del Distrito. Y está en marcha Salud a su Hogar, no sin obstáculos, que llevara el cuidado básico a 2 millones de bogotanos que no conocen un médico. También avanza la construcción de 38 nuevos colegios que albergarán a 180.000 nuevos estudiantes.

Pero el más extraordinario ejemplo y logro del Estado social de derecho en Bogotá, es el programa de Bogotá sin Hambre que ya tiene registrados mas de 450.000 comensales en sus 180 comedores comunitarios y en no mucho tiempo llegará a la meta de los 800.000. En sus inicios fue recibido con recelo y criticado por la oposición capitalina que defiende el neoliberalismo a capa y espada. Lo tildaban con desdén de asistencialista, cuando la miseria en que se encuentra un gran número de los habitantes de esta ciudad y del país por la incapacidad y falta de voluntad de sucesivos gobiernos exige y reclama medidas de emergencia, la puesta en marcha en de una gran cruzada nacional para redimir de la exclusión a la cuarta parte de la población colombiana que se debate en la extrema pobreza.

Quiero decirles con emoción, que mi candidatura a la Cámara de Representantes se inscribe dentro del propósito generoso, solidario y revolucionario de trabajar intensamente desde el Congreso con el liderazgo de Lucho Garzón en la Alcaldía de Bogotá y en equipo con Carlos Romero en el Concejo de Bogota, para darle continuidad a Bogotá sin hambre y llevarla a todos los confines de Colombia, para que no quede uno solo de nuestros compatriotas sin participar de ese, el más noble de los derechos, la liberación del hambre y de la infamia que ella apareja para todo ser humano y para la sociedad que la tolera. Hagamos de ello nuestra consigna: Para continuar Bogotá sin Hambre. Hagamos de ello política del Polo democrático Independiente: Para continuar Bogotá sin hambre, la verdadera política de la reconciliación, la verdadera política de la paz.

Con Lucho Garzón es la primera vez que la izquierda gobierna en Colombia una ciudad tan importante como Bogotá que más que una ciudad, es un país. Es cierto que muchos nombramientos y ejecuciones pueden tener la señal de la improvisación. Pero lo importante es que los errores se corrigen y las realizaciones progresistas siguen su marcha. Por ejemplo, recientemente el anterior secretario de salud cometió un error de procedimiento que indudablemente afectaba la integridad física de muchos de los beneficiarios del Sisben. Lucho, sin pensarlo dos veces y atendiendo el clamor de la opinión publica capitalino, procedió a cambiarlo y a suspender el programa de depuración del listado de afiliados al seguro de salud. Así se gobierna, los errores hay que corregirlos y felicitamos a Lucho por la capacidad de auto criticarse públicamente. Inmediatamente ocurrida la muerte de uno de los beneficiarios que habían acudido a la cola interminable, pidió perdón a la ciudad. Ese tiene ser como ha venido siendo el talante de un gobierno cuyo compromiso fundamental es con la promoción de la solidaridad y la lucha contra la indiferencia.

Esa es una de las discusiones que tenemos en el seno de la izquierda. Algunos consideran que un gobierno de la izquierda no puede equivocarse. En el ejercicio de un gobierno y una administración tan compleja como la de la Capital de la República es obvio que surgen y se cometen errores. Pero como señalaba Cervantes en el Quijote, «Cuantas veces de un error siempre se empieza.» Y Minguet agregaba, «las almas débiles se arrepienten de los errores. Las almas vigorosas los reparan.» Y no olvidemos aquella sentencia de Séneca: «Muy pocos aciertan, antes de errar».

Algunos de los compañeros del Polo, de buena fe desde luego, pero según mi opinión, equivocados, sostienen, por ejemplo, que Lucho Garzón ha debido suspender el programa de Transmilenio. Quienes afirman eso, en primer término ignoran los fundamentos jurídicos de la contratación. Por que todo lo que es Transmilenio fue contratado por las administraciones y era imposible romper esos compromisos de manera unilateral. Pero, por otra parte, más del 90% de la población bogotana apoya el Transmilenio, a pesar de las falencias y fallas que las tiene y reconoce en él un sistema de transporte que debe extenderse, desde luego que con la impronta innovadora del Lucho Garzón.

Menciono este ejemplo porque hay compañeros que desde la izquierda consideran que el gobierno de Lucho debería ser un gobierno de ruptura y no de concertación. Pregunto, ¿Lucho prometió acaso, la ruptura? O prometió la concertación. No se puede ofrecer la concertación y gobernar con la ruptura como le reclaman. Si queremos consolidar el avance de la izquierda, tenemos que desarrollar, en forma creadora, la política de la concertación. Con una política de ruptura, la izquierda ha trabajado durante más de 50 años y jamás estuvo cerca de ganar el gobierno por la vía electoral. Ahora con los estilos renovadores de la nueva izquierda crece la audiencia de nuestros programas y de nuestros dirigentes.

Por eso afirmamos y reafirmamos que la política de la concertación es la política de la convivencia, es la política que nos permitirá en un tiempo relativamente breve tomar las riendas del gobierno nacional. No se trata de correr mucho para no llegar por que nos derrota el cansancio. Se trata de avanzar en medio de las dificultades para demostrarle al pueblo colombiano que somos capaces de gobernar garantizando la connivencia y el pluralismo.

Queridos compañeros, queridas compañeras, esa es la política que vamos a defender desde el Congreso. Desde allí vamos a apuntalar la política de la convivencia y reconciliación entre los colombianos y la política de concertación. Desde allí vamos a trata de trasladar los resultados positivos de la aplicación del Estado social de derecho en Bogotá a todo el país. A toda Colombia, a todo el territorio nacional. A los escépticos les recuerdo los avances que se han logrado en América Latina donde lo que se ha impuesto no son las políticas de ruptura sino las políticas de concertación y la política de la lucha por la democracia. En la Argentina en donde el Presidente Kirschner, con defensa de la economía nacional y de los intereses nacionales, ha tenido recientemente un triunfo electoral apabullante. Lo que se ha impuesto es la política de concertación y la convivencia. En Uruguay, donde todas las fuerzas de izquierda y progresistas se han unificado, bajo la dirección del Frente Amplio, también lo que se ha impuesto es la política de la concertación. Recientemente el Presidente Tabaré Vásquez, en reunión con los empresarios uruguayos, ha expresado que la tarea de reconstruir al Uruguay, también afectado por la política neoliberal de sus antecesores, no la puede adelantar exclusivamente la izquierda, sino que tiene ser obra de todos los uruguayos. Y el presidente Chávez en Venezuela también es el producto de la concertación entre los militares y los civiles y entre la inmensa mayoría del pueblo que ha vivido en la pobreza y un sector muy grande del empresariado venezolano que ha comprendido la necesidad de defender el desarrollo autónomo de la economía y las mejoras sociales de ese pueblo. Y lo mismo ha ocurrido y está ocurriendo en Brasil. Allí lo que avanza no es la política de la ruptura sino la política de la concertación para garantizar que ese país juegue el papel que le corresponde en el plano internacional.

Compañeros y compañeras, en la actualidad el Polo se encuentra, hay que reconocerlo, en las encuestas, con un porcentaje muy bajo mientras que su principal dirigente, Lucho Garzón cuenta con apoyo estabilizado de enorme significación política nacional. La pregunta es, ¿que corresponde? ¿Qué Lucho rebaje su popularidad al nivel que tienen el Polo o que el Polo eleve su popularidad al nivel que tiene Lucho Garzón? No hay duda, compañeros y compañeras, que el Polo tiene que retomar el discurso de la concertación si queremos avanzar.

Yo le pido a todos los presentes que nos pongamos de pie y hagamos un juramento:

¿Juramos que vamos a trabajar incansablemente por una Colombia democrática, con un Estado social de derecho real, con justicia social y con convivencia política?

¿Juramos que vamos a defender los objetivos democráticos y progresistas que enarbola el Polo Democrático Independiente?

¿Juramos que vamos a trabajar por obtener una alta votación a fin de cambiar el Congreso para que este se coloque al servicio de pueblo y no el pueblo al servicio del Congreso?

¿Juramos continuar el programa Bogotá sin Hambre y extenderlo a todos los confines del país?

¡Arriba la esperanza que el futuro nos pertenece!

Bogota, 29 de octubre de 2005.

Síguenos en Redes Sociales

Scroll al inicio