SEMANARIO VOZ /
En su reciente columna periodística para el Semanario Voz, la senadora del Pacto Histórico, Clara López Obregón, se refiere a la guerra económica que utiliza EE.UU. contra los países que no aceptan someterse a sus dictámenes, para lo cual utiliza las sanciones económicas, financieras, comerciales y políticas, como en el caso en Latinoamérica de Cuba y Venezuela.
El mecanismo de las sanciones además de violar el derecho internacional y los derechos humanos genera un gran sufrimiento en los pueblos ocasionando altos índices de mortandad.
Además, Cuba para acentuar los efectos de la política de opresión de EE.UU. fue incluida, por solicitud del Gobierno Duque, en la lista de los Estados que patrocinan en terrorismo por haberse negado a extraditar a los negociadores del ELN, amparados por un protocolo especial suscrito por Colombia.
El texto de la columna periodística es el siguiente:
La guerra económica mundial de las sanciones
POR CLARA LÓPEZ OBREGÓN
Desde 1992, la Asamblea General de Naciones Unidas viene votando casi unánimemente por el levantamiento de las sanciones económicas impuestas por EE.UU. a Cuba. Solitarios, Estados Unidos y su socio Israel votan en contra. Las sanciones son completamente ilegales, pues al no estar aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, violan directa e indiscutiblemente el derecho internacional y los derechos humanos, además de causar miles de muertes evitables y mucho sufrimiento. Según un informe del Washington Post, las sanciones de EE.UU. equivalen a “una guerra económica mundial” pues afecta al 30 % de los países de la tierra, el 60 % de ellos, los países pobres del Sur Global.
Además de las sanciones económicas y financieras que no le permiten acceso al sistema financiero mundial y limitan su comercio internacional al mínimo, Cuba fue incluida, por solicitud del Gobierno Duque, en la lista de los Estados que patrocinan en terrorismo por haberse negado a extraditar a los negociadores del ELN, amparados por un protocolo especial suscrito por Colombia. Adicionalmente, los ciudadanos de la Unión Europea y otros países como Chile que visiten la isla verán canceladas sus visas especiales que se expiden vía exprés por internet y solo podrán solicitarlas nuevamente seis meses después. Con esta medida ahuyentan sensiblemente al turismo. Para entorpecer la exportación de servicios médicos, EE.UU. ha acusado de “trata de personas” a quienes los contraten, limitando ese rubro para la adquisición de las tan necesitadas divisas. Cuba puede apenas sobreaguar pues EE.UU. efectivamente tiene bloqueadas las importaciones de medicamentos, alimentos y múltiples artículos de primera necesidad y le impide, para todos los efectos prácticos, participar en el comercio internacional.
El reporte citado del Washington Post señala que las sanciones han devastado, además de la cubana, las economías de países como Siria, Iraq y Venezuela. En este último, han “contribuido a una contracción económica tres veces mayor que la causada a Estados Unidos por la Gran Depresión”. El cinismo de su aplicación se puede leer en un memorando desclasificado del Departamento de Estado, fechado el 6 de abril de 1960. Después de afirmar que “la mayoría de los cubanos apoyan a Castro”, concluye que la única “manera de restarle apoyo interno es a través del desencanto basado en insatisfacción y dificultades económicas…por lo cual se debe implementar una línea de acción orientada a debilitar la economía cubana… para producir hambre, desesperación y un golpe contra el gobierno”.
Estados Unidos no ha logrado su cometido, pero ha puesto al descubierto la doble moral de su política exterior. Pregona con grandilocuencia la democracia y los derechos humanos solo que de aplicación selectiva. En consecuencia, la guerra económica mundial de las sanciones se devuelve como un bumerán contra la hegemonía estadounidense en un mundo que se abre a la multipolaridad y lo expresa anualmente con su voto en la Asamblea General de Naciones Unidas.
Semanario Voz, Bogotá.