marzo 19, 2025 5:14 am
Dignidad

Dignidad

EDITORIAL TSC /

“El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisen”.

– Emiliano Zapata.

“La soberanía es a los países, lo que la dignidad a las personas”

– Carlos Gaviria Díaz.

Por fin un Presidente de Colombia asume una posición digna y firme contra la arbitrariedad del poder estadounidense representado por el extravagante y brabucón inquilino de la Casa Blanca, quien en su arbitraria política de combatir a los migrantes en condición de ilegales, no le importa atropellar la integridad de las personas y violar los derechos humanos.

Aterra observar las imágenes de los migrantes deportados por el Gobierno de EE.UU., atados de pies y manos, tratados como delincuentes sin serlo, víctimas del desprecio racial y geopolítico. Ninguneados por un gobernante que, no obstante haber sido elegido democráticamente, ha desconocido la institucionalidad; se dice republicano, pero niega el republicanismo; es enemigo de la democracia, del derecho internacional y del derecho humanitario.

De ahí que la respuesta del presidente Gustavo Petro constituye una postura de defensa a la soberanía y garantía de los derechos fundamentales de los colombianos en condición de no regularizados en territorio estadounidense.

De esta manera, el discurso racista impulsado por el Gobierno de Donald Trump en contra de los migrantes en su país encontró el pasado domingo 26 de enero un punto de quiebre en la decisión del presidente Petro, de no permitir la llegada de vuelos con expulsados porque no estaban siendo tratados “con la dignidad que un ser humano merece”. El día anterior, el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, exigió explicaciones por el “tratamiento denigrante” de 88 ciudadanos brasileños deportados la víspera, a los que Washington envió de vuelta a su país en aviones militares y que viajaron amarrados de pies y manos y pasaron varias horas sin aire acondicionado, sin poder beber agua ni ir al baño durante el vuelo.

El episodio no pasaría de ser una maniobra característica de Trump: llevar a cabo una acción agresiva contra otro país, provocar una crisis, empezar una negociación y desde antes de que ésta culmine, proclamar que ha derrotado a su contraparte. Sin embargo, la infame provocación de encadenar a los deportados y transportarlos a sus países de origen como si fueran cuerdas de esclavos ha generado una indignación que trasciende el ámbito colombiano y la respuesta inicial de Petro. Por más que sean esencialmente productos propagandísticos para sostener su imagen de hombre duro, estos desplantes de Trump tienen el potencial de suscitar crisis diplomáticas y económicas que ciertamente tienen un alto costo para los países que se vean involucrados en ellas pero que, sumadas, no harán más que acentuar el aislamiento de Washington y su debilitamiento como potencia hegemónica mundial

Condición humillante de los deportados latinoamericanos por el Gobierno de EE.UU.

Ciertamente, el Gobierno de Washington posee la facultad legal para dictar políticas antimigratorias inhumanas y despiadadas en su propio territorio, pero no para violar los derechos humanos de ninguna persona, estadunidense o extranjera, documentada o indocumentada, ni para conducirse con bravuconerías transgresoras con el resto del planeta.

Superado el impasse diplomático entre Washington y Bogotá por la dignidad de los migrantes colombianos, se logró consensuar por parte de ambos gobiernos que los deportados no irán en aviones militares, ni esposados, ni custodiados. No habrá sanciones para Colombia, aunque Trump no podía dejar de decir que esto sucederá hasta tanto llegue el primer avión con deportados. Por cada arancel que suba EE.UU., el Gobierno Petro hará lo mismo.

La postura del mandatario colombiano ha tenido un gran apoyo de gobernantes y líderes políticos del mundo. Además, este jueves 30 de enero habrá una reunión extraordinaria de la CELAC en Honduras convocada por la presidenta pro-témpore Xiomara Zelaya.

Capítulo aparte merece la actitud entreguista y cipaya que ha asumido la oposición tanto de derecha como del mal denominado “centro” político que de manera apátrida se ha puesto del lado del convicto mandatario estadounidense, no solo para resguardar sus mezquinos intereses sino para tratar de horadar la gestión del presidente Petro.

Al fin y al cabo, la decadente clase dominante colombiana nunca ha conocido qué es la dignidad y la soberanía nacionales. Siempre ha estado al servicio de los intereses extranjeros para llenar sus alforjas. En la actual coyuntura pasan por alto que Trump representa lo peor del supremacismo del “norte revuelto y brutal que nos desprecia” como lo definiera José Martí.

Si bien como lo señalara el histórico dirigente de izquierda de España, Julio Anguita, “con la dignidad no se come, pero un pueblo sin dignidad se pone de rodillas y termina sin comer”.

 

 

 

 

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