Discurso de aceptación de la candidatura a la Alcaldía de Bogotá por los sectores sociales y de izquierda, en acto popular realizado en la Plaza de Bolívar el 29 de noviembre de 1987
Compañeros:
Esta gigantesca manifestación se realiza en momentos muy difíciles para la patria. En momentos en que la violencia toma nuevas dimensiones y nuevas características. En momentos en que una fuerza negativa, llena de odio a la democracia, prepara y realiza actos contrarios al sentimientos político colombiano pero, además, contrario a la misma naturaleza del ser humano.
Hablo de nuevas dimensiones, porque del asesinato dosificado, que busca en la noche a su víctima, hemos pasado al asesinato masivo, al genocidio, al asesinato calculado; frío, monstruoso, como el de cinco jóvenes de Medellín, lo que muestra esa nueva dimensión, salpicada de barbarie. Y aparece, además, en el cielo oscuro de la patria, el anuncio de que se avecinan grandes tormentas, grandes calamidades, porque los enemigos de la paz y de la democracia, que permanecían agazapados, se lanzan a convertir el poder público en instrumento de represión, intentando con ello paralizar la historia o hacerla retroceder.
LAS IDEAS NO PUEDEN SER COMBATIDAS A BALA
Hay quienes creen que la operación exterminio está dirigida exclusivamente contra los comunistas. De ser cierto que la operación exterminio está dirigida exclusivamente contra los militantes del partido comunista y de la Unión Patriótica, ya estaríamos frente a un hecho grave, inaceptable, criminal, monstruoso. Pero las ideas no pueden ser combatidas a bala, a sangre y fuego, para tratar de disipar la conmoción social, producida por el hambre y la pobreza absoluta. Y resulta que no es así. La violencia ha comenzado a segar vidas de hombres, mujeres y jóvenes de izquierda y, muy pronto, ha empezado a pasar los linderos. Y ya tenemos que contabilizar muertos, desapariciones y atentados en las toldas liberales, en las toldas conservadoras y, sobre todo, en las toldas de la intelectualidad.
¡Que vergüenza! Oscuras fuerzas de privilegio, que se creen inamovibles, han logrado asesinar a don Guillermo Cano, ejemplo del periodismo honrado y avanzado. Han logrado asesinar a Héctor Abad Gómez, cuyo único delito fue el defender los derechos humanos y pedir que aparecieran los desaparecidos. Y casi logran asesinar al director del diario El Colombiano y candidato a la Alcaldía de Medellín, Juan Gómez Martínez. Y han logrado -qué vergüenza- que escritores de valía, figuras que honran las letras colombianas, como Daniel Samper, como Antonio Caballero, reconocido por Gabriel García Márquez como una de las mejores plumas del país; como Jorge Child, economista y periodista de gran valor, abandonaron nuestra patria, obligados a refugiarse en Europa, donde el invierno los debe cubrir de nostalgia por Colombia. ¡Ninguno de ellos es comunista! ¡Ninguno de ellos puede ser catalogado de extremo izquierdista! Ninguno de ellos puede ser catalogado de subversivo. Pero, igual. ¡Todos están condenados a muerte!
Lo que está en marcha en Colombia no es un plan de exterminio contra los comunistas. Lo que está en marcha es todo un plan de exterminio de la democracia. ¡Lo que está en marcha es un plan de exterminio de cualquier vestigio de libertad y democracia!
LA PATRIA SE DESTROZA
¡Y, qué vergüenza! Una buena parte de los jefes de mi partido, perciben, saben lo que ocurre; saben lo que viene; lamentan los crímenes. Y es más, repudian la violencia. ¡Que vergüenza! Una parte de la dirigencia de mi partido, algunos de ellos, conocen la causa de la violencia y la diagnostican bien pero, a la hora de la verdad, se quedan en expresiones de buenas intenciones y sus lamentos tienen el olor y sabor corrosivo de las frases formales. ¡Qué vergüenza! La patria se destroza y a ellos no se les ocurre una sola fórmula, una sola iniciativa, para salirle al paso a la catástrofe anunciada. ¡Qué vergüenza! Muchos de nuestros congresistas duermen en sus curules, mientras la patria hace fuego por todos los costados. Sólo los conmueven los auxilios, sólo los encandilan las tajadas jugosas de la burocracia. Como diría López Pumarejo: están anquilosados, se han fosilizado alrededor del presupuesto, cuyo aprovechamiento ha colmado todos sus anhelos.
LLAMAMIENTO A LOS LIBERALES
Y yo quisiera aprovechar la oportunidad que me brinda esta gigantesca manifestación, para decirle a muchos de mi copartidarios, que todavía piensan en los ideales liberales, que recapaciten, que asuman su papel directriz, que actúen antes de que sea tarde, que se sumen a la cruzada democrática y patriótica para reformar la Constitución Nacional, para lograr un nuevo ordenamiento legal, para llevar a cabo verdaderas reformas sociales, económicas y políticas, capaces de cimentar una democracia renovada, una democracia plena.
CRUZADA DEMOCRÁTICA O VIOLENCIA
Que se sumen a la cruzada democrática y patriótica para derrotar la violencia; que se sumen a la cruzada democrática y patriótica para imponer una salida pacífica y política a la actual confrontación armada que, de prolongarse, que de continuar al ritmo actual, nos conducirá a una guerra civil de resultados imprevisibles.
Y que se sepa, además, que no hay otra alternativa. O se suman a la cruzada o perecen en el mar de la violencia que nos afecta a todos.
AL RESCATE DE LA BANDERAS
Acompañada de un puñado de dirigentes del Nuevo Liberalismo, de lo mejor del Nuevo Liberalismo, hemos resuelto rescatar las banderas tendidas, los principios abandonados y contribuir a forjar un nuevo proyecto político, dispuesto, no solo a pelear por ganar la Alcaldía de Bogotá, sino dispuesto a luchar al lado de los inconformes liberales, al lado de los inconformes conservadores, al lado de la izquierda unificada, al lado de la Unión Patriótica, para crear las condiciones que permitan rescatar a Colombia para todos los colombianos, para recuperarle a cada ciudadano su parte de la Nación.
NO DEFRAUDARÉ LA CONFIANZA DEL PUEBLO
Compañeros y amigos del liberalismo independiente. Compañeros y amigos de la UP. Compañeros y amigos del Movimiento Firmes. Compañeros y amigos del Frente Popular y del Movimiento José Antonio Galán. Compañeros y amigos del Partido Obrero Posadista, aquí presentes: ante más de cincuenta mil personas, juro que daré la batalla hasta el final, en pro del nuevo proyecto político.
Juro ante la memoria de Jaime Pardo Leal, que no desmayaré un momento y el programa común que hemos elaborado a favor de Bogotá, lo defenderá hasta sus últimas consecuencias. Juro que no defraudaré la confianza de este pueblo, que me otorga en el día de hoy. Comprendo que más que un honor, lo que adquiero es un compromiso de lucha; lo que adquiero s un compromiso de defensa de los intereses del pueblo colombiano.
TENEMOS SOLUCIONES SERIAS
Es un compromiso, no de compartir un diagnóstico, como es usual en otros candidatos, sino un compromiso para cumplir las soluciones. Y eso es lo grande. Y eso es lo importante de nuestro programa: no nos conformamos con la verificación de la crisis, sino que tenemos soluciones serias a los problemas que vive y padece Bogotá. Ese programa es nuestra mejor herramienta; es la palanca que removerá todos los obstáculos para llegar a la Alcaldía y lograr que el enorme presupuesto del Distrito se destine y beneficie a la inmensa mayoría del pueblo y no a los núcleos selectos de contratistas y prestamistas.
EL CLAMOR NACIONAL
El eje del programa que proponemos es la moratoria de la deuda externa o, por lo menos, la limitación del servicio de la deuda. Algunos quieren macartizarnos diciendo que lo de la moratoria es un programa comunista: Mienten. López Pumarejo, en célebre carta dirigida al presidente Olaya Herrera, en 1931, proponía la moratoria de la deuda externa. Y, en esa ocasión, esa deuda no alcanzaba las dimensiones actuales. Cuando repito que esa deuda es impagable; cuando repito que no es posible cancelar en los próximos tres años 300 mil millones de pesos a los prestamistas extranjeros; cuando digo que no es posible quedarle bien a los prestamistas y someter a nuestro pueblo a la miseria, no hago más que recoger el clamor del interés nacional, que nos dice cómo es posible cancelar una deuda y paralizar el desarrollo social y económico de la capital de la República. Que esperen los prestamistas extranjeros porque el hombre de nuestro pueblo no espera un minuto más.