Por Paula Monáco Felipe, corresponsal / El Telégrafo, Ecuador
Lejos de la sorpresa que causó a nivel mundial, la orden de Donald Trump para iniciar la “construcción inmediata” de un muro en la frontera México-Estados Unidos, desató aquí menos enojo hacia el estadounidense que reclamos hacia la actitud pasiva que han asumido las autoridades mexicanas.
El decreto que planea ampliar el muro es un tema que está en boca de todos pero hasta ahora no ha desatado reacciones encendidas. Solo declaraciones de algunos actores políticos, bromas de caricaturistas que se publican en periódicos y mensajes de ciudadanos que circulan en redes sociales, donde son más las imágenes trucadas –memes- para burlarse de la sumisión del presidente Enrique Peña Nieto y su gabinete.
Es que las autoridades mexicanas se han mantenido prácticamente en silencio ante las beligerantes declaraciones de Trump pero, además, el canciller Luis Videgaray llegó hoy a Estados Unidos para iniciar un acercamiento con el país vecino y Peña Nieto anunció que viajará el próximo martes.
El decreto para ampliar el muro “es una verdadera afrenta. Básicamente es un insulto para México”, comentó Agustín Barrios Gómez, político ligado al Partido de la Revolución Democrática e integrante de la asociación civil Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. Exigió que el presidente Peña Nieto cancele su viaje a Estados Unidos “para dejar de jugar este juego de chantaje”.
Algunos legisladores se pronunciaron en el mismo sentido aunque con un tono menos frontal, consideraron que la visita prevista para el día 31 es “no pertinente” y pidieron al mandatario “reconsiderarla”. Uno de los reclamos más frontales ha sido formulado por el escritor Juan Villoro, quien dijo “tenemos a un presidente de los Estados Unidos que construye un muro, y a un presidente de México que solo habla con la pared”.
La no-sorpresa y leve indignación de los mexicanos ante el anuncio de Trump podría explicarse en que ya existen muros y vallas en la frontera con Estados Unidos. Un tercio de los 3180 kilómetros que comparten ambas naciones cuenta ya con separación por medio de paredes, mallas metálicas, barrotes, sensores y equipamiento de vigilancia. Muros que comenzaron a construirse en 1994, durante la administración del ex presidente estadounidense Bill Clinton y en la actualidad ocupan 1.050 kilómetros con tramos en estados como Baja California/California, Sonora/Arizona y Chihuahua/Texas/Nuevo México.
Mientras tanto, el periódico Reforma reveló que la construcción del nuevo tramo de muro implica “negocio en puerta” para varias empresas, incluido el holding mexicano Cemex. Reveló que las acciones de esa compañía han aumentado alrededor de un “17 por ciento desde la elección de Trump” y podría obtener ganancias monetarias con el polémico muro porque su construcción ocuparía unos 7 millones de metros cúbicos de concreto, principal producto de Cemex. Detalla Reforma que el grupo empresarial ya opera en ambos lados de la frontera y tiene en Estados Unidos su mayor mercado “representando un quinto de sus ingresos en el último trimestre”.
Más que el muro, a los mexicanos parecen preocuparles ahora la política migratoria que Trump aplicará dentro de Estados Unidos y la reconfiguración de las relaciones económicas entre ambos países. Se estima que 11 millones de inmigrantes, más de la mitad de ellos mexicanos, viven al otro lado y también hacia allá van 8 de cada 10 dólares de las exportaciones que realiza México.