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El ‘lawfare’ o guerra jurídica que es la base del denominado ‘golpe blando’ constituye la principal amenaza a la democracia y al progresismo en América Latina, explicó la senadora del Pacto Histórico, Clara López Obregón, durante su intervención en el Seminario Nacional del sector Unitarios sobre proceso de unidad con miras al proceso electoral de 2026, que tuvo lugar el pasado lunes 23 de septiembre, en la sede del Partido Comunes.
La congresista se explayó detallando los casos de guerra jurídica que han debido afrontar en las últimas tres décadas 24 mandatarios de izquierda o de corte progresista en Latinoamérica, orquestados por las élites de derecha que han servido históricamente de agentes de Estados Unidos, en el afán de Washington de consolidar su hegemonía.
Se trata, como decía el estratega prusiano del siglo XIX, Carl von Clausewitz, “de la continuación de la guerra por otros medios”, precisó la senadora López Obregón, enfatizando en que “no es coincidencia que el mismo término ‘lawfare’ venga de los manuales militares de la Guerra Fría, en que se ideó la manera de utilizar todas las formas jurídicas y los actores judiciales para conseguir fines militares y políticos”.
Dijo que no es un fenómeno nuevo y que se ha utilizado para mimetizar con formalidades que legitiman de cierta manera el engaño con el expreso propósito de sacar de posiciones de poder a potenciales enemigos políticos o derribar gobiernos incómodos para los intereses de EE.UU.
En la actual coyuntura colombiana, esta estrategia busca que tenga efecto en el propósito de derribar al presidente Gustavo Petro. Pero lo que hay que tener muy en claro, precisó la senadora del Pacto Histórico, es que “no solo se busca derrocar a Petro sino de sacar a la izquierda y al progresismo del juego político”.
De esta manera, el establishment colombiano representado en sus caducos y corruptos partidos tradicionales recuperaría la total hegemonía del poder para continuar solidificando el malhadado modelo neoliberal que no es más que el expolio de las arcas del Estado a costa de los pobres y las mayorías del país.
Conjunción de intereses
El propósito de darle un golpe de Estado al presidente Petro, continuó la dirigente política, hay que enmarcarlo dentro del contexto histórico en que las élites nacionales de los países latinoamericanos se han compenetrado con los intereses de EE.UU., habida cuenta los grandes réditos que sacan al ser sus obsecuentes servidores en sus respectivas naciones.
“Ha sido tanta la compenetración a lo largo de 200 años de vida conjunta, de presiones y demás, que hoy están verdaderamente unificados los intereses bajo el esquema neoliberal de todas nuestras élites con los intereses económicos de las élites de EE.UU. que son las que controlan su gobierno”, esbozó.
Consecuencia de la Doctrina Monroe
No es más, agregó la senadora López Obregón, que “una continuidad histórica desde la independencia, empezando en 1823 con la expedición de la Doctrina Monroe, con la que se quiso dar una explicación protectora sobre las antiguas colonias independizadas en América Latina del régimen español”.
Ese es un hito del engaño de EE.UU. respecto de América Latina, pues con base en dicha doctrina, explicó la dirigente del Pacto Histórico, se pretendió hacer creer que su concepción apuntaba a defender de las posibles intervenciones europeas a las naciones latinoamericanas recién emancipadas, pero lo que resultó certero fue que se trataba de hacer de “América para los (norte)americanos”.
Y es que, agregó, en el criterio de los padres fundacionales como Thomas Jefferson, había la creencia que el estadounidense “era una especie de pueblo elegido, tomando la historia bíblica del pueblo elegido de la Biblia y que su ‘destino manifiesto’ era ocupar todos los territorios, inicialmente de América del Norte, pero también de América del Sur”.
“Una sola América bajo la égida estadounidense, fundamentada muchísimo en el racismo que fue desde los inicios otra de las ideologías y de las actitudes con que se justificó todo este intervencionismo y toda esta manipulación”, observó la congresista.
Señaló también que, si se observa el mapa de Norteamérica, la expansión de EE.UU. empieza en 1776. Al oriente estaban 13 colonias que ocupaban un espacio bastante pequeño, pero ya para 1863 habían ocupado todo el continente americano, desplazando a los habitantes originarios a pequeñas reservaciones, despojando todas sus vivencias, tierras y hasta su cultura. “Esto se hizo a sangre y fuego y a través de la compra de territorios”.
“El caso más aberrante”, como lo calificó la senadora López Obregón, fue el de la invasión de México, en donde instalaron a unos colonos o pequeños agricultores en el territorio de Texas y con el pretexto de defenderlos porque eran ciudadanos estadounidenses, Washington generó unos incidentes para tener la excusa perfecta que ‘justificara’ comenzar una guerra que le permitió a EE.UU. tomarse no solamente esta importante jurisdicción territorial sino también a Arizona y a California. “Es decir, llegaron hasta el océano Pacífico. En el camino también compraron a Luisiana e hicieron lo propio en Florida”.
“Eso fue una invasión sin demasiadas excusas. Y la realidad es que si miramos el mapa de antes de 100 años de la independencia de los EE.UU., este país pasó de una pequeña mancha en el oriente a ocupar casi la totalidad de Norteamérica y fue solamente trancado por Canadá que hacía parte del imperio inglés”, explicó la congresista.
Tras la compra a Rusia de Alaska, ese Destino manifiesto consolidó el continente norteamericano y empezó a mirar hacia el sur. Durante el mandato de Teodoro Roosevelt (1901-1909), se amplía el concepto de la Doctrina Monroe con lo que se dominó la “diplomacia de las cañoneras” para impedir que los banqueros europeos llegaran con sus fragatas a cobrar por la fuerza a los países latinoamericanos sus deudas.
“EE.UU. entonces mediante el corolario Roosevelt de la Doctrina Monroe, decide convertirse en policía no solo del continente americano para aconductar gobiernos o hacer cumplir intereses foráneos, sino que, de ahí, sentaron el precedente de que ellos podían operar de esa manera en cualquier parte del mundo. Fue la época de la guerra independentista en Cuba, que para precaver que ya estaban prácticamente derrotados los españoles en la isla, EE.UU. la invadió”, precisó la senadora López Obregón.
“Todo ello culminó en una guerra con el imperio español, cuyo epilogo fue un tratado en que cambiaron de manos de colonizador a colonizador o de imperio a imperio Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam en el Pacífico. Y Cuba se convirtió en un protectorado con una denigrante Enmienda Platt en su Constitución que permitía básicamente que EE.UU. gobernara indirectamente a través de sus vetos y sus imposiciones al gobierno cubano. Son las épocas de las invasiones, toda suerte de atropellos. Y llega la crisis económica en la que Franklin Delano Roosevelt debe hacer frente a una situación de debilidad interna”.
Es la época en que se inaugura la política del Buen vecino, un poco la idea es que no hay que intervenir directamente en los asuntos de los demás países, pero en ese contexto de crisis económica comienza la Segunda Guerra Mundial en que EE.UU. busca aliados para enfrentar el fascismo de Alemania y Japón. Pero terminada la guerra, empieza nuevamente la teoría de la dominación, esta vez la lucha es por contener al comunismo.
Comienza un nuevo capítulo con la doctrina Truman, que literalmente expresa: “si no está con nosotros, está con la contraparte” y EE.UU. se arroga el derecho a imponer su criterio. Entonces todo el mundo tenía que tomar partido.
Durante esa etapa de la Guerra Fría comprendida entre 1948 y 1989, Washington protagoniza 11 invasiones y 19 intervenciones. Salvo algunas que fueron invasiones directas como los casos de Cuba, Panamá y Granada, las demás resultaron casos de operaciones encubiertas, golpes de Estado, organizados por la CIA.
Mimetización para negar autorías
Tras hacer ese recuento histórico, la senadora López Obregón señala que tanto ayer como hoy con los casos de ‘lawfare’, es característico la utilización de fuerzas encubiertas, “siempre tratando de mimetizar para poder negar autorías de una intervención”. Ello con el propósito de que las élites pudiesen seguir manejando la política en cada uno de los países, para lo cual una herramienta útil fue la Doctrina de la Seguridad Nacional orientada a contener el comunismo y el “enemigo interno” que según decían, se manifestaba a través del malestar social, con los paros cívicos, las protestas, expresiones que se extendieron por todo el continente, “no propiamente porque vinieran extranjeros a incitar el descontento, sino porque había causas reales, propias, endógenas, que lo motivaban”, explica la congresista del Pacto Histórico.
De la contención del comunismo al neoliberalismo
A la caída de la Unión Soviética, se cambia el libreto y EE.UU. busca otra bandera: el supuesto “desarrollo económico” a través del Consenso de Washington, que a decir verdad, tuvo más de Washington que de consenso, y en virtud del cual se trazan los ‘principios’ estructurales del malhadado modelo económico neoliberal.
Un modelo sustentado, según lo señala la congresista López Obregón, en el saqueo de toda la propiedad pública, la estructuración del sistema económico de libre comercio y la promoción de la libre empresa privada, adecuado supuestamente “para desarrollar a los países”, las privatizaciones, la aplicación de todos los requisitos del Fondo Monetario Internacional para ajustar los cánones de este libre mercado que implica separar al Estado totalmente de la prestación de los servicios públicos y hasta sociales, de educación, salud, previsión social y demás, con las consecuencias que todos hemos visto y que en el caso colombiano generó las explosiones sociales del 2019 y 2021.
Como respuesta a la devastación del Estado y de los derechos sociales, la respuesta popular es la elección a partir de 1994 de 24 gobiernos de corte progresista que al tratar de revertir el modelo neoliberal han sido víctimas de guerra jurídica y/o golpes de Estado.
Todo este entramado explica las razones por las que los sectores de derecha en Colombia, buscan la caída del Gobierno de Cambio que lidera Gustavo Petro, pero como bien advierte la senadora López Obregón, no es solamente derribar al primer mandatario sino sacar del espectro político del país a toda fuerza de izquierda o democrática que constituye un dolor de cabeza para la decadente oligarquía local que pretende a como dé lugar conservar sus mezquinos privilegios a costa de las mayorías del pueblo colombiano.