Por José López / ALAI
En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera. Franklin D. Roosevelt.
Imaginemos que cuando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) PSOE permitió la constitución de un nuevo gobierno del Partido Popular (PP) no hubiera habido la división que supuestamente ha habido en el partido que se autodenomina de izquierdas, que Pedro Sánchez no hubiera sido expulsado de la secretaría general. ¿Qué posibilidad de recuperar la credibilidad ante sus militantes y votantes tendría ahora el PSOE? Prácticamente ninguna. Hubiera cavado su propia tumba. El PSOE estaba ante un dilema aparentemente irresoluble: no podía apoyar al PP, su supuesto enemigo, pero al mismo tiempo no podía permitir la entrada en el gobierno de su enemigo real (el verdadero enemigo de la oligarquía y sus partidos lacayos), Podemos y sus aliados. Primero se intentó que Podemos cediera ante el chantaje de entrar en el gobierno a condición de renunciar a su razón de ser, aceptando un programa neoliberal, lo cual hubiera sido mortal para la formación morada. Y segundo, cuando esto no funcionó, se puso en marcha el paripé de permitir el gobierno de la derecha oficial sacrificando al líder, Pedro Sánchez, en una especie de golpe de Estado interno que lo expulsó de la secretaría general. Así Sánchez no se “ensuciaba” en esa maniobra de Estado para salvar al régimen momentáneamente. Si cae el PSOE cae el actual régimen. El sistema se puede permitir una caída parcial y temporal del partido “socialista” pero no definitiva (a no ser que el partido que le sustituya retome su papel de evitar cambios reales y servir para aparentar pluralidad democrática). La única manera que tenía el régimen de salir del callejón sin salida en que estaba era precisamente cómo lo ha hecho.
Unos meses después reaparece el líder que no movió un dedo cuando era diputado y su partido pactó con la derecha la reforma express (a espaldas del pueblo) de la “intocable” Constitución española, gracias a la cual el PP pudo aplicar los recortes que ahora dice el PSOE que hay que revertir, el líder que primero pactó con la nueva derecha, como así calificó el propio Sánchez al partido recambio del sistema, Ciudadanos, y luego acusó a Podemos de no permitir un gobierno “progresista” (cuyo “progresismo” consistía en aplicar las mismas políticas de la derecha, aunque tal vez un poco suavizadas),…, para decir que empieza un nuevo PSOE, que asistimos a un momento histórico. Histórico será el momento en que por fin tengamos un gobierno de izquierdas real, para lo cual lo mejor es que la vieja izquierda, la falsa izquierda, se hunda definitivamente.
Y es que el llamado partido “socialista” lleva engañando a sus militantes y a la ciudadanía prácticamente desde que fue “renovado” en Suresnes y renunció al marxismo, como así en general ha hecho la socialdemocracia internacional. No sería de extrañar que ahora lo siga haciendo. Con esta jugada pretenden vender antes sus ilusos militantes y ante una gran parte del pueblo que aún se deja engañar fácilmente, que piensa poco, que se traga las noticias de la caja tonta sin un mínimo de cuestionamiento, la idea de que el partido socialista va a cambiar y recuperar la senda (izquierda) perdida hace mucho tiempo. ¿Qué motivos tenemos para creer que todo esto que está ocurriendo en el PSOE va en serio? Qué casualidad que tras la irrupción de Podemos, que amenaza al PSOE su hegemonía en la izquierda, es cuando el PSOE se pone las pilas y retoma un discurso más izquierdista, qué casualidad que es ahora cuando, por fin, decide dar voz a sus militantes, afirmando encima sus figuras más destacables alegremente (¡qué poca vergüenza!) que ellos son la vanguardia democrática en este país. Pues tenemos más bien motivos para creer que todo esto no es más que una operación de marketing para intentar recuperar el terreno perdido y pararle los pies a Unidos Podemos.
De entrada, han conseguido que se vuelva a hablar del PSOE, ponerlo “de moda”, lo cual provocará a corto plazo un aumento de sus expectativas de voto en las encuestas, que más que recoger el estado de la opinión pública lo que pretenden es modelarla. Quieren crear la sensación en la ciudadanía de que ahora, por fin, el PSOE va a ser el referente del tan necesario cambio en el Estado español. Quieren volver a ilusionar a los desilusionados con ese partido. Mucho ruido y pocas nueces. Nada nuevo en verdad, sólo cambian las formas, éstas se hacen cada vez más sofisticadas. Quienes llevan años y años manipulando a las masas se perfeccionan con el tiempo para seguir haciéndolo. Cabe preguntarse si conseguirán con esta jugada teatral seguir engañando a tanta gente que con ilusión les ha votado durante tantos años para luego sufrir grandes decepciones. Desgraciadamente, todavía hay una gran parte alienada del pueblo que se deja engañar por todos estos juegos de artificio de la vieja política.
Por consiguiente, las fuerzas del cambio real, lideradas por Unidos Podemos, deben seguir esmerándose en poner en evidencia ante la ciudadanía las grandes contradicciones (sobre todo entre lo dicho y lo hecho) del partido presuntamente socialista. Como siempre, el tiempo dirá. Los hechos hablan más que las palabras. Pero, desde luego, a mí ya no me engañan. Labor de todos es evitar que lo sigan haciendo a tantas y tantas personas. El “nuevo” PSOE liderado por su “nuevo” secretario general deberá explicar ante la opinión pública por qué no intentar una moción de censura contra el gobierno más corrupto de Europa. Sin embargo, qué “raro”, ya han dicho que ahora no es el momento. Este argumento me suena mucho, lo han dicho siempre con respecto a la cuestión republicana. Se autoproclaman como republicanos pero para ellos nunca es el momento oportuno para plantear el referéndum República vs. Monarquía. Incluso, llegado el caso en que se lograra un gobierno verdaderamente progresista, lo cual tampoco puede descartarse del todo, el peligro para Unidos Podemos no acabaría allí, el mayor peligro sería acabar haciendo lo que acabó haciendo Syriza en Grecia. Tal vez yo esté equivocado (ojalá sea así), pero desgraciadamente tenemos demasiados indicios para desconfiar del PSOE. En mi humilde opinión las comillas en el título de este artículo no sobran.