Por Darío Pignotti / Página/12
Dilma Rousseff aseguró que las persecuciones políticas a los mandatarios populares en Latinoamérica corroen la democracia. “La persecución a Lula es otra de las fases del golpe”, afirmó en esta entrevista.
La expresidenta será una de las figuras principales en la caravana de actos y manifestaciones en contra del enjuiciamiento a Lula da Silva, que describe como una pelea por la defensa de las instituciones en su país.
El centro de gravedad de la política brasileña se desplazó a Porto Alegre donde el miércoles 24 de enero un tribunal de apelaciones juzgará a Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 9 años y medio de prisión por el juez de primera instancia de la causa Lava Jato, Sergio Moro.
Desde esa capital sureña, en la que se aguarda el arribo de caravanas de petistas y campesinos sin tierra, la ex presidenta Dilma Rousseff concedió una entrevista a PáginaI12 en la que deploró la “persecución judicial” contra su correligionario, a la que inscribió dentro de “las fases del golpe dado contra mí hace dos años”.
Rousseff posiblemente será una de las oradoras en la vigilia precedente a la audiencia judicial, que se transmitirá en vivo por las redes sociales. Fuera del Palacio que alberga al Tribunal Federal Regional 4 (TRF-4) fue tendido un cerco policial apoyado por tropas de elite federales. Hubo hasta un pedido oficial para el envío de las Fuerzas Armadas, pero por suerte no prosperó. Esas medidas restrictivas del derecho de protesta suceden ante el auge de una serie de manifestaciones de respaldo al líder petista y la proliferación de pintadas con la consigna “Lula es Inocente”, aparecidas en varias capitales. El ascenso de la oposición es un dato de la actual coyuntura, destaca Dilma, para quien “la pelea por la democracia” será librada dentro y fuera de los estrados judiciales.
“En esta hora lo que la vida requiere es coraje”, se entusiasma durante el reportaje telefónico. Esa frase citada por Rousseff es la misma que dio título a una biografía en la que se repasaron su participación en la resistencia armada a la dictadura, los tres años de prisión a comienzo de los 70 y su llegada a la Presidencia, en 2011.
–Usted habló de un golpe continuado, cuyo inició ocurrió con el fin de su gobierno, en 2016. ¿El proceso de este miércoles es la última de esas etapas?
–No, los responsables del golpe están preparando otras… Pero antes de hablar de eso déjeme explicarle en qué consiste esta fase que tendrá lugar en el TRF-4. El objetivo de este proceso sin sustentación alguna, sin pruebas, totalmente inconsistente, es impedir la candidatura de Lula. Por eso está convocando a una audiencia en una fecha inusual como es el 24 de enero, cuando no ocurren estas actividades en el Poder Judicial. Están tratando de acelerar, pensando en las elecciones de octubre, por eso se acortó tanto el período entre la publicación de la sentencia de Moro (en julio) y esta revisión. Los golpistas están ante una verdadera encrucijada: necesitan ganar en octubre para dar legitimidad a su proyecto político, pero no lo podrán hacer porque ese proyecto tiene un monolito infranqueable. Ese monolito se llama Luiz Inácio Lula da Silva. En todas las encuestas aparece como el favorito, con un 40 por ciento. Tiene más del doble de su principal competidor (el militar retirado Jair Bolsonaro) y está creciendo. Ya hay sondeos que lo proyectan como ganador hasta en el primer turno. Está puntero en todas las franjas etarias y en todas las regiones del país. Este miércoles van a intentar derribar ese monolito, y no lo lograrán (…) Sería mejor que entendieran que Lula representa al pueblo brasileño y que está decidido a seguir adelante. El ya dijo que muerto o vivo, absuelto o condenado, preso o suelto, él va a disputar las elecciones.
–Lo más probable sería la condena de Lula. ¿Comparte ese pronóstico?
–¿Qué puede acontecer? Por un lado, puede que los tres camaristas del TRF-4 decidan condenarlo, y si se diera ese resultado esto sería agravar la persecución en una nueva fase de la “lawfare” (guerra judicial), buscando destruirlo, utilizando instrumentos jurídicos para lograr objetivos políticos. También está la hipótesis de la absolución, una hipótesis muy difícil, incluso porque uno de los magistrados ya se pronunció dando a entender su posición contra Lula (el instructor del caso, Joao Pedro Gebran). En fin hay toda una gama de probabilidades, también la de un voto condenatorio por 2 a 1. Quiero decir que no sólo para Lula, sino para Brasil sería muy bueno que el tribunal reconozca su inocencia. Sería algo bueno para las instituciones, principalmente para el Poder Judicial. Se tiene que entender que la inocencia de Lula no significaría automáticamente su triunfo en las elecciones. Las elecciones se ganan con los votos y no con una decisión judicial. Hace dos meses estuve en Argentina, con la presidenta Cristina, y precisamente hablamos de la “lawfare”. Por lo que sabemos, ella también es víctima de una persecución inquisitorial mediante acusaciones judiciales. Este es un proceso que tiene alcance regional, también lo sufrió el presidente (Fernando) Lugo en Paraguay. Creo que debemos tener una posición muy clara frente a esto, porque no podemos olvidar cuántos latinoamericanos cayeron en la lucha contra las dictaduras, no podemos consentir que a través de esta “lawfare” se corroan nuestras democracias.
–Si la condena fuera por dos votos a uno, esto permitiría más apelaciones.
–Tengo entendido que así es, pero cualquiera sea el resultado de una eventual condena, vamos a interponer todas las apelaciones posibles. Mientras tanto Lula seguirá recorriendo el país con sus caravanas (ya realizó tres muy exitosas el año pasado por el interior del país), y continuaremos trabajando los recientemente creados “Comités de Defensa de la Democracia”, que han tenido un resultado muy positivo. Nuestro plan de movilización no se agota en un acto. Este miércoles habrá uno imporante, pero estamos en movilización permanente.
–¿Descarta que determinen la prisión de Lula?
–Ellos no son locos… Son conservadores, reaccionarios, represores, pero no se arriesgarán a encarcelar a Lula para transformarlo en un héroe. Además, ¿con qué justificación lo detendrían? No pueden alegar que tienen dificultad de encontrarlo porque es un hombre público. Me parece que para ellos sería muy complicado detenerlo, siendo que la eventual sentencia del miércoles no agotará las instancias de apelación. Yo realmente descarto esa posibilidad.
–¿El PT trabaja con un Plan B ante la hipótesis de que Lula no se presente?
–No tenemos Plan B. Lo que nosotros tenemos es el Plan Lula, no hay otro candidato, esto significa que lo mantendremos sea cual fuere el fallo. Esa decisión política es irreversible, es la respuesta a los golpistas que quieren sacarlo de cualquier forma de las elecciones. Y nos tienden una trampa al inducirnos a que elijamos un candidato alternativo en caso de condena. Si nosotros, el PT, escogiera un candidato B, estaríamos legitimando que Lula sea quitado de la campaña… ¡No vamos a dar aval al juego sucio de ellos…!
–Algo parecido ocurrió en su último año de gobierno, cuando le pedían su renuncia.
–Esa analogía es apropiada, porque cuando me pedían que renunciara a la Presidencia lo que buscaban es que les facilitara el camino para el impeachment. Nosotros no aceptamos dejar el gobierno a pesar de las fuertes presiones que sufrimos. Luego, cuando comprendieron que yo no iba a renunciar, nos recomendaron que no fuéramos al Senado a hacer nuestra defensa final. Decían que mi presencia en el Congreso iba a ser terrible… La verdad es que no querían que denunciáramos el golpe. Finalmente fui al Senado y lo denuncié.
–¿Compararía estas movilizaciones con las que reclamaban elecciones directas ya en los últimos años de la dictadura?
–De alguna forma sí, pero no del todo, porque en la lucha por elecciones directas, que en realidad era la principal bandera durante la transición hacia la democracia en una época en la que había que reconstruir todo, se partía desde cero. En aquella época nosotros no teníamos un legado para presentar al pueblo (..) Diferente de lo que ocurre ahora, cuando tenemos el legado dejado por nuestros gobiernos…
Salvador de la patria
Ayer el expresidente Fernando Collor de Mello anunció su precandidatura, postulándose como una oferta “de centro”, luego de varias que hasta el momento no prosperaron. En 1989, Collor derrotó a Lula en segunda vuelta, luego de ser fabricado como candidato por la cadena Globo, que lo presentó como una suerte de “salvador de la patria”. En los últimos meses, esa misma empresa de noticias y entretenimiento ensayó candidatear a un animador de un programa juvenil, Luciano Huck, postulación que finalmente naufragó. También se presentó como presidenciable al empresario y ex presentador de reality shows Joao Doria, actual intendente de San Pablo, pero éste tampoco logró arrebatar intenciones de voto a Lula.
Dilma Rousseff habló de los riesgos que entrañan tales outsiders, entre los que incluyó, implícitamente, al diputado y militar retirado Jair Bolsonaro, que se consolidó como el segundo candidato con más aprobación, registrando entre 15 y 18 puntos de intención de voto.
–¿En Brasil puede sugir otro “salvador de la patria”?
–Es algo ante lo cual debemos estar atentos. Tenemos que considerar una seria de circunstancias estructurales que están ocurriendo, como la financierización acelerada, que en realidad es la cara verdadera del neoliberalismo, que consiste en la primacía de las actividades financieras sobre las productivas. Hay un drenaje de recursos que lleva a una brutal concentración de riqueza y renta, y con ellas un agravamiento de las desigualdades, y aumenta la desocupación, creándose así un ambiente donde surgen quienes justifican que se mitigue la democracia. Es así como se facilita la aparición de “salvadores de la patria”, defensores de posiciones intolerantes, de restricciones a las libertades. Son personajes como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
–Usted habló antes de futuras fases del golpe. ¿Cuáles serían?
–Bien… La que está en curso ahora es impedir la candidatura de Lula, que sería invencible para ellos. Otra es la consolidación del retroceso que se heredará del golpe, como el congelamiento durante veinte años del gasto público aprobado como reforma constitucional poco después del impeachment.
Su objetivo es dar continuidad a la actual agenda, la de retirar al Estado como inductor del crecimiento económico y de agente que trabaja para reducir las desigualdades, esto es, Estado mínimo, con reducción prácticamente a cero de las inversiones, junto con la reducción de la soberanía y la apertura indiscriminada. Ellos están vendiendo el país a través de la entrega de Petrobras, de la cual ya vendieron varios campos, mientras intentan vender Eletrobras y están acabando con las inversiones del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), que es el banco estatal responsable de los financiamientos de largo plazo. Muchas veces no se sabe afuera de Brasil la magnitud del Bndes, que tiene una cartera de inversiones similar a la del Banco Mundial. Lo que están haciendo con el Bndes es otra demostración de la posición servil ante el capital internacional. Pero ese proyecto es inviable, es un pais ingobernable.
Página/12, Buenos Aires.