EDITORIAL TSC /
El gran triunfo electoral de la izquierda en México con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) el pasado domingo 2 de junio constituye un suceso que reaviva la esperanza en los sectores democráticos de América Latina, un continente en el que aún hay espacio para la lucha por la justicia social, y sobre todo, deja una serie de lecciones que es preciso tener en cuenta.
La victoria de Claudia Sheinbaum por más de 30 puntos de diferencia es el resultado de un interesante proceso político liderado por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien se empeñó en enfrentar el ominoso régimen liberal de expolio y concentración obscena de la riqueza en unos pocos y darle sentido a la “democracia”, llegando con sus exitosos programas sociales a amplios sectores marginados que vieron una respuesta efectiva a sus necesidades.
La gestión de López Obrador estuvo caracterizada por su definición en favor de los más pobres. No buscó los caminos de la moderación o del hipócrita “centro” político. Para ello fortaleció la herramienta política que fundó en 2011 bajo la denominación de Morena, promoviendo cuadros en la totalidad de los estados mexicanos, manteniendo un contacto directo con las gentes, concientizando a las comunidades mediante la permanente pedagogía política y generando su propia agenda comunicacional, estimulando la movilización popular, apoyando además la prensa alternativa que paulatinamente ha ido desbancando a los medios corporativos de manipulación de la derecha.
Ante los ataques y permanente campaña sucia de la derecha para deslegitimar su gestión, López Obrador tuvo el carácter de enfrentarla con argumentos y con resultados de gobierno. Le discutió cara a cara a la canalla mediática, que se esconde detrás de la libertad de expresión, desnudando sus mentiras todos los días en las ‘Mañaneras’. Peleó contra los amantes del mercado, defendió la importancia del Estado y dijo lo que quiso sobre las guerras del momento sin importarle que eso enojara a Estados Unidos. Tuvo el coraje extraordinario de discutir con el imperio desde el zaguán.

Condujo con acierto a Morena desde Palacio Nacional y logró de manera democrática llevar a buen puerto la selección del candidato presidencial, cuya nominación en septiembre de 2023 recayó en la científica y exjefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.
Sheinbaum arrasó en las urnas ganando 60 a 28 y Morena se hizo con la mayoría de las gobernaturas de los estados y además obtuvo mayoría calificada en las dos cámaras del Congreso de la Unión.
Tanto López Obrador como Sheinbaum se recostaron en el pueblo, supieron comunicarse con el México profundo, llegaron de manera efectiva, promovieron la militancia, o como diría el presidente Petro, supieron movilizar al “poder constituyente”.
El presidente López Obrador culmina su gestión como un héroe, con el 80 % de apoyo popular y se convierte en un referente político no solo para México sino para los soñadores de América Latina. Mientras en Europa, Asia y Estados Unidos las derechas son dominantes, en esta parte del mundo todavía se respira el anhelo de la justicia social y de solidaridad que las derechas abominan.
La jornada electoral de México el pasado domingo deja estas importantes lecciones de cómo una formación política como Morena ha sabido con determinación y con la conducción de líderes sólidos solidificar una alternativa a partir de la caracterización de una lucha (derrumbar el modelo económico criminal del neoliberalismo), materializando la democracia mediante la pedagogía política y la respuesta efectiva del gobierno a los anhelos de las mayorías.