Por Armando José Mercado / Razón Pública
Reseña del libro en el que se presenta un análisis de la relación entre los grupos paramilitares y las élites legales e ilegales de distintas regiones, así como de los vacíos institucionales que permiten que haya un entorno favorable para el despojo de tierras en el país.
Desde que Barrington Moore publicó en 1966 Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia, los científicos sociales entendieron que la existencia de una clase terrateniente poderosa es uno de los obstáculos más grandes para consolidar un sistema político democrático. En este sentido existe un consenso más o menos amplio en la academia colombiana que sitúa la distribución desigual de la tierra y la precariedad de nuestra democracia entre los factores que explican el origen y desarrollo del conflicto armado.
El despojo, el acaparamiento de tierras y el desplazamiento forzado son fenómenos que tendemos a asociar con el conflicto armado, pero esta asociación no debería parecer tan obvia. Aunque en la mayoría de las guerras del mundo los enfrentamientos producen desplazados, tan solo en algunas de ellas se registran masivamente los fenómenos de despojo activo, acaparamiento y concentración de tierras.
¿Por qué se presentaron estos fenómenos en Colombia? Esta es la pregunta que Francisco Gutiérrez Sanín, Jenniffer Vargas y un grupo de investigadores del Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria tratan de responder en la obra El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo y por qué.
Gutiérrez y su grupo se enfocan en el despojo activo que ha llevado a cabo uno de los actores del conflicto armado: los grupos paramilitares. Se entiende por despojo activo el acto planificado de quitarles la tierra a los campesinos para quedárselas los paramilitares o para facilitar que un tercero se adueñe de ellas.
Cabe anotar que pueden existir situaciones de desplazamiento forzado o abandono de tierras producidas por un contexto de violencia que hace invivible un territorio, pero estas no necesariamente pueden ser catalogadas como despojo activo, pues para que lo haya tiene que existir la intención del actor armado de despojar al propietario.
Causas y tipos del despojo de tierras
El fenómeno del despojo activo de tierras por parte de paramilitares no fue homogéneo. Algunos grupos paramilitares se valieron activamente de esta práctica (como el Bloque Bananero en el Urabá), mientras que otros no lo hicieron o lo hicieron de manera marginal (como las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio). Igualmente, aunque en algunas zonas con presencia paramilitar significativa se presentaron desplazamientos masivos, estos no necesariamente implicaron despojos masivos de tierras.
Para tratar de responder el cómo y el porqué de estas variaciones, los autores del libro analizan a profundidad los casos de Turbo, Antioquia; Chivolo, Magdalena; Riosucio, Chocó; San José del Guaviare; Titiribí, Antioquia; Flandes, Tolima y Cimitarra, Santander. El análisis comparado de estos casos les permitió a Gutiérrez y Vargas formular tres sugerentes hipótesis (que ellos llaman reglas) e identificar posibles causas asociadas con cada una de ellas:
Regla 1: Donde hubo alianzas orgánicas entre élites rurales legales (políticas o económicas) y grupos paramilitares aumentaba la probabilidad de que se presentara despojo masivo tierras;
Regla 2: Donde hubo alianzas orgánicas entre élites rurales ilegales (narcotraficantes) y grupos paramilitares, sumadas a condiciones organizacionales favorables (ej. tamaño del grupo paramilitar), aumentaba la probabilidad de que se presentara despojo masivo de tierras;
Regla 3: La actividad de despojo del grupo paramilitar es menor o desaparece en territorios disputados con las guerrillas (no necesariamente con otros paramilitares).
Entre los factores que facilitan la realización de las condiciones descritas en estas reglas se cuentan:
La existencia de incentivos, tanto para los grupos paramilitares como para las élites regionales;
La oportunidad de lograr una revancha contra poseedores de tierras adjudicadas por el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA) que fueron propiedad de élites terratenientes en el pasado;
Los diseños institucionales favorables para el despojo, y
La falta de garantías para los derechos de propiedad.
Así como las causas son variadas, los tipos de despojo activo también lo son. Los autores identifican cuatro:
El despojo estratégico, que se presenta cuando la tierra despojada tiene un valor militar o económico (campo de entrenamiento, corredor para trasportar drogas, etc.);
El despojo clientelista, que ocurre cuando la tierra es despojada para que la élite política o económica regional pueda usufructuarla;
El despojo oportunista, donde los paramilitares despojan tierras para sí mismos o para sus redes de familiares o amigos; y
El despojo punitivo, aplicado como castigo a los propietarios que se negaron a pagar las extorsiones o que denunciaron públicamente a los paramilitares.
A lo largo de cada uno de los capítulos, los investigadores explican cómo operaron las distintas reglas, cómo funcionaron los mecanismos que permitieron que el despojo ocurriera y, además, señalan los distintos tipos de despojo ejercidos e identifican a sus beneficiaros.
Élites legales, ilegales y paramilitares
Como ejemplo del cumplimiento de la primera regla, los autores analizan el caso de Turbo, Antioquia. Allí, Raúl Emilio Hasbun (alias Pedro Bonito), miembro de la élite ganadera y bananera de la región, comandó el Frente Alex Hurtado del Bloque Bananero y fue el intermediario principal ante las empresas bananeras que financiaron al paramilitarismo en el Urabá, así como uno de los principales despojadores de tierras de la región.
En el mismo sentido se puede señalar el caso de Chivolo en el Magdalena, donde élites políticas regionales, como los Castro Pacheco, acabaron apropiándose de predios despojados por los paramilitares. Además de esto, se beneficiaron políticamente del distrito electoral creado por Jorge 40, comandante del Bloque Norte y amigo personal de Augusto Castro.
Como ejemplo de la segunda regla se puede señalar el caso del Bloque Centauros, liderado por los narcotraficantes Miguel Arroyave y Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario. Este grupo paramilitar se caracterizó por su gran tamaño (2.900 integrantes aproximadamente) y por una constante e intensa actividad de despojo de tierras en Meta y Casanare.
Por último, como una ilustración de la tercera regla, los autores exponen el caso del Frente Héroes del Guaviare, comandado por Pedro Olivero Guerrero, alias Cuchillo. Pese a que él ejercía un estrecho control sobre el área urbana de San José del Guaviare, eran las FARC quienes controlaban las zonas rurales. Esto mantuvo a raya el despojo de tierras por parte del grupo paramilitar comandado por Olivero.
A seguir investigando
Por el rigor del marco teórico, la selección de las variables para caracterizar las unidades paramilitares, la calibración de cada variable en relación con el despojo activo de los paramilitares y por el análisis profundo de cada uno de los estudios de caso, este trabajo posee una sólida base metodológica. Y, como bien señalan los autores, las reglas y mecanismos descritos allí podrían aplicarse también al estudio del despojo de la tierra por parte de grupos paramilitares en otras regiones del país.
Con respecto a este último punto, en este análisis brilla por su ausencia una región que usualmente se ha asociado con los desplazamientos masivos y el acaparamiento de tierras. Se trata de Montes de María, entre los departamentos de Sucre y Bolívar, donde hizo presencia el Bloque Héroes de los Montes de María.
La ausencia es aún más llamativa si se tiene en cuenta que Jenniffer Vargas, coautora del texto, ya ha publicado un artículo de investigación relacionado con el abandono y el acaparamiento de tierras en el municipio de Carmen de Bolívar, el más importante de esta región. Hubiera sido interesante comparar este caso con el de los otros municipios analizados en el texto.
Finalmente, sería útil preguntarse qué tanto del marco teórico propuesto en este trabajo puede servir para investigar los casos de despojo de tierras producidos en el sur del país por parte de las FARC. Si bien los autores aclararon que su objeto de estudio son los grupos paramilitares, podría encontrarse que algunos mecanismos usados por estos grupos, así como algunos de los tipos de despojo, están presentes en las acciones de esta guerrilla. En un escenario de posconflicto con las FARC, este es un tema que debe investigarse, no solo por interés académico, sino por compromiso con las víctimas y con la verdad.