Por Marisol Bowen
Jorge Glas, el vicepresidente del Ecuador, ha sido tratado de todo y en el acto más ruin e injustificado, le quitaron sus delegaciones, mancillando lo que el pueblo con su voto en democracia le entregó, ¡el honor de su investidura!
Han violado cuanto artículo legal han podido, para buscar destruirlo, leyes a las que le quitan la ropa arañándole la carne ¡como a una mujer indefensa y a traición!
Incluso sobre la refinería de Esmeraldas, un logro de Glas; el presidente Moreno, luego de haberla descrito como casi una chatarra inservible, ahora resulta que si funciona ¡y al 100 %! ¿Presentó disculpas acaso por el daño causado o la causa fue el daño?
Hoy la Fiscalía lo vincula en el caso Odebrech, sin prueba alguna; respondiendo a las presiones de los enemigos públicos que condenan sin sentencia. Sin embargo, lejos de escapar como culpable o cobarde, ha pedido que la Asamblea legislativa ecuatoriana viabilice dicho pedido para demostrar una vez más su inocencia. No obstante, más allá del pedido de un hombre justo y sin miedo, están las leyes que deben ajustarse a lo que en derecho les corresponde. Es ahí donde la Asamblea deberá ejercer con legitima justicia y no entregar a nuestro Vicepresidente ¡cual cordero en sacrificio!
Es esa votación la que esperamos, ¡porque ya es hora de conocer sus caras!
A ese hombre, que acudió por voluntad propia a la Asamblea y se expuso ante la Comisión de Fiscalización mientras los buitres le circundaban la cabeza, lo han esculcado como a delincuente, con meticuloso cuidado y rapaz mala intención, desde su cuenta bancaria hasta su alcancía. Lo han perseguido, lo han asediado, lo han salpicado con la podredumbre que llevan dentro, ¿y que han encontrado? ¡Nada!
Entre esa nada, para los inicuos inconcebible, olvidaron su lucha, su esfuerzo y su deber más allá del deber. Olvidaron que esas manos que hoy pretenden enlodar fueron las gestoras del cambio de la matriz productiva que hoy nos llena de orgullo a los ecuatorianos; las que les devolvió la soberanía a los sectores estratégicos e hizo eficaces y productivas a los entonces “nidos de ratas”: Andinatel y Pacifictel, transformándolas en la Corporación Nacional de Telecomunicaciones para el servicio de todos los ciudadanos.
Amplió la conectividad a internet por banda ancha, instaló más de 14.000 kilómetros de fibra óptica y conectó por primera vez a todas las provincias del país. Llevó internet gratuito a más de 4.000 escuelas públicas; modernizó el Registro Civil y Correos del Ecuador y fue el creador de la Corporación Eléctrica y la Corporación Nacional de Electricidad; se las devolvió al pueblo, después de haber estado bajo el poder de la empresa privada, gracias a los viejos gobiernos.
Recuperó la soberanía de los recursos estratégicos, hidrocarburos, recursos hídricos y minería. Cambió la matriz energética del país y nos convirtió en un país exportador de energía con la ejecución simultánea de varios proyectos emblemáticos de generación eléctrica, como Coca Codo Sinclair, Minas San Francisco, Delsitanisagua, Manduriacu, Mazar Dudas, Toachi Pilatón, Quijos, Sopladora y Villonaco.
A sus manos les debemos la recuperación de la soberanía sobre el petróleo y el incremento de la renta petrolera nacional; convirtió a Ecuador en el país con la renta minera más alta a nivel mundial y el desarrollo de los recursos hídricos, con la ejecución de seis proyectos multipropósito que generan riego y controlan inundaciones en todo el país.
Entre tantas luchas más, sus manos también tuvieron la reconstrucción de las provincias afectadas por el terremoto, Manabí y Esmeraldas, donde generó más de 50 mil fuentes de empleo y la reactivación de más de 15 mil negocios. ¡Sí!, sus manos no solo hicieron su trabajo, ¡llevaron esperanza!
Razones de sobra, para que el sapo salte en el lodo tratando de salpicar a la luciérnaga ¡porque brilla!
Con el permiso de ustedes, le dedicaré un fragmento de este artículo a él, a Jorge Glas, al hombre que hoy resiste una batalla que cualquier otro ¡ya habría abandonado!
Cuando sientas que te rindes; recuerda a Manabí y su lucha por levantarse después del terremoto. Recuerda a los niños del albergue en Portoviejo que con su inocencia y su alegría intactas, te tomaron de las manos para llevarte a volar una cometa.
Recuerda a Nayely, la niña que te pidió en Portoviejo que le cumplas un sueño, que no era una muñeca, sino cantarle a su presidente Rafael Correa. Recuerda sus ojos brillando de alegría y toma de ese brillo ¡la fuerza que hoy precises!
Rememora al montubio manabita que se te acercó en Portoviejo para darte un poco de su propia fuerza, apretó tu mano y cargado de fe te dijo: “A mitad del río ¡yo no me cambio de caballo!”. Ahora eres tú quien está en mitad del río ¡cabalgando en la verdad!
Evoca aquella calle en Pedernales y al hombre que te siguió por todo el camino hasta alcanzarte, solamente para hacerte esta pregunta: ¿y de ésta como salimos?, y al que le respondiste con la fortaleza que le hacía falta: “¡De esta salimos trabajando!”. Recuerda su abrazo, aquel hombre no abrazaba a un Vicepresidente, ¡abrazaba a su propia esperanza!
Por ellos, por la Patria… ¡Resiste!
Dicen que las comparaciones no son buenas, ¿y qué hacemos?, ¿cerrar los ojos ante una injusticia, porque compararla con una de hace 2000 años no es posible?, ¿lo que aquel hombre vivió no fue igual de injusto?, ¿porque hoy los sepultan vivos y antes los asesinaban en una cruz? ¡No!, es porque nos damos golpes de pecho, nos llenamos de falsas moralidades y, ¡endiosamos a un mártir para justificar martirizar al hombre!
Porque finalmente nos cuesta admitir que los fariseos, ¡se esparcieron por el mundo!
Ya lo traicionaron, ya lo negaron, ya lo sentenciaron sin juicio, ya destruyeron su honra, ya dudaron de su palabra, ya lo castigaron, ya lo abofetearon, ya lo pusieron junto a los ladrones ¡para que se equivoque el pueblo!
Ahora solo falta la voz de Pilatos diciendo: “Crucifíquenlo ustedes; porque yo no hallo en él ¡ningún delito!”
@Marisol_Bowen