octubre 3, 2024 8:15 am
Saludo al Primer Congreso de la Mujer Trabajadora de Bogotá

Saludo al Primer Congreso de la Mujer Trabajadora de Bogotá

Junio 22 y 23, Archivo Distrital

Nosotras, las que ya hemos vivido buena parte de las luchas y de los debates de la última etapa del siglo pasado, recibimos con agrado y simpatía, el positivo hecho de que además de la preocupación y del énfasis que se puso en la conquista de los derechos sociales, se haya agregado ahora con mayor fuerza, la necesidad de lograr reivindicaciones de género.

¡Que bueno! que nosotras podamos reunirnos para debatir nuestros problemas específicos, sin el padrinazgo de ellos. Así como es bueno y positivo que ellos se reúnan y debatan sin nosotras, pero siempre en un plano de igualdad y entendiendo que ellos y nosotras tendremos que marchar en la misma dirección, en la lucha por nuestros intereses comunes.

Si le echáramos un vistazo a la posiciones de nosotras en el plano político, en las altas esferas del poder político, tendríamos que concluir que por lo menos en nuestro continente se avisoran dos presidentas, con peso especifico propio: la señora Hillary Clinton en EEUU, quien según las encuestas podría reemplazar al señor Bush; y Michelle Bachelet en Chile. Ambas aliadas de género, pero distantes en el campo ideológico y político.

La primera -Hillary- representa una forma del poder de las doscientas transnacionales que dominan el mundo. Es la continuación de lo mismo con un maquillaje amable y femenino. Pero la otra, la chilena Bachelet, es heredera de los sufrimientos y de las desgracias que sufrieron los pueblos del sur del continente bajo las dictaduras militares. Por lo cual quiero manifestarles que el género importa, pero algo hay más fuerte; hay algo, que nos diferencia a unas mujeres de otras a pesar de nuestra comunidad de género. Son los intereses ligados a las causas populares, a la libertad real, a la democracia con contenido progresivo de derechos sociales justiciables e irrenunciables, a título de derecho adquirido, a título de derecho de propiedad, no susceptibles de ser reversados mediante el retroceso social incorporado a normas posteriores.

No es suficiente el interés de genero. Lo ideal es identidad de genero, acompañada de la comunidad de intereses en materia de reinvindicaciones laborales, identidad en la lucha por la democrática e identidad en la concepción de la gestión social. Y esto no forma parte de una elucubración ideológica abstracta. Lo vemos en la vida diaria. Ayer o anteayer no más, en el Congreso de la República, cuando se realizaba un debate alrededor de la llamada Ley de Justicia y Paz. Allí pudimos observar a ellas divididas, enfrentadas, confrontadas por un interés de fondo y no de forma. Enfrentadas sobre el contenido de esa ley que tanto afectará el futuro de todas y de todos.

Una de ellas, o mejor una de nosotras, exigiendo que el proceso de Ralito se adelante aplicando con criterios humanos de verdad y reparación a la sociedad y a las víctimas, principalmente mujeres con niños menores, condenando la impunidad legislada de las masacres y crímenes de lesa humanidad del paramilitarismo. Como consecuencia de su actitud valerosa y decente a lo largo de la discusión de esa pieza legislativa que será objeto de no pocas glosas, tanto a nivel nacional como internacional, recibió la rechifla del 35% que los mismos jefes paramilitares dicen tener en el seno del Congreso, convertido en un 70%, como ella, desencantada por el espectáculo de un parlamento convertido en gallera, ripostó, por el seguidismo abjecto a normas de favorecimiento inaceptables.

Pero al lado de ella, hay otras mujeres, ¡Quién lo creyera! Otras que se confunden con el paramilitarismo, que lo defienden sin tapujos, que se identifican con sus exponentes, incluso en cartillas financiadas y publicitadas profusamente por ese narcotráfico disfrazado de contrainsurgencia. Fueron ellas quienes dirigieron la rechifla contra una de Nosotras.

Esta es una simple reflexión que debe conducirnos, a meditar sobre cómo afrontar los problemas de género. Sobre cómo no es suficiente que alguien se identifique como ella, para merecer nuestro respeto y apoyo.

Sobre cómo en nuestra comunidad de género, es necesario que ella se identifique con nosotras en la lucha por la democracia;

Sobre como en nuestra comunidad de género es indispensable que ella se identifique con nosotras en la lucha por la paz (recordemos aquí la guerra de las Malvinas liderada por la señora Thatcher);

Sobre como es necesario que ella se identifique con nosotras en la defensa de nuestros derechos sindicales, especialmente los directamente referidos a la mujer trabajadora;

Que ella se identifique con nosotras y nosotros, por la derogatoria de la ley que flexibiliza la legislación laboral;

Que ella se identifique con nosotras y nosotros por la convocatoria de un referendo que nos permita derrotar el TLC como derrotamos el referendo del año antepasado, (recordemos que todos estos tratados de libre comercio, como el que se negocia, incluso más aprisa de lo que aconseja el señor Clinton; que independientemente de la velocidad con que se negocie, de imponerse su contenido, perjudicará a toda la clase trabajadora, a los pequeños y medianos empresarios nacionales, no ligados a las empresas internacionales, a los campesinos y a las campesinas, pero en especial a las mujeres que somos discriminadas al momento de recibir el salario, para el caso del TLC el salario submínimo en las maquilas que no respeten pinta, al momento de no pagar prestaciones sociales.

Que esas políticas neoliberales que se pretende entronizar con tratado internacional por encima de la Constitución, de nuestra Constitución, discriminan a las mujeres que en su gran mayoría son las gestoras de los servicios sociales, mal remuneradas cuando se privatizan la educación y la salud,

Salud y educación en todos los niveles que son bienes públicos que ahora con las políticas de libre comercio se mercantilizan, se sujetan, en sus beneficios impactos sociales, a la ley del dólar, a la ley del mercado, en vez de a la ley del dolor, de la necesidad, de la saludable intervención del Estado.

Es lo que combate nuestro Alcalde mayor, Lucho garzón con su programa de Bogotá Sin Indiferencia que ojalá pronto sea Colombia sin Indiferencia. Es lo que combate con Bogotá sin Hambre y salud a su Hogar.

Busquemos desde el género nuestros intereses reales y comunes. Los particulares de género, dentro de los generales de la justicia social y de la igual libertad y dignidad para todas y todos. Es lo que convoca a este foro de mujeres trabajadoras del Distrito Capital de Bogotá. A quienes nos unen intereses de género, pero por sobre todo, nuestros intereses comunes por una patria solidaria y soberana. Nuestra lucha es por esa Colombia, en que nosotras y nosotros, nos tendremos que encontrar, para sacar adelante nuestros intereses compartidos.

Bogotá, 22 de junio de 2005.

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