¿QUEQUÉ?
La intención del Gobierno de Colombia de proyectar acciones tendientes a que el país deje de depender de los combustibles fósiles que, como es de conocimiento general, son de altísimo nivel de contaminación medioambiental, es dable y es interesante su estrategia de planeación ambiental, sin embargo, la transición hacia energías alternativas no es nada fácil, constituye una lucha política radical multidiversa.
Esa es una de las reflexiones que se hicieron durante el foro Energía en movimiento. Charlas para la transición energética, un espacio convocado el pasado martes 22 de abril por la Unidad de Planeación Minero Energético (UPME) y la Universidad de la Salle, en el que participaron entre otros, el activista sueco, profesor de la universidad de Lund, Andreas Malm y la exministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad González.

Malm, reconocido por sus disquisiciones sobre el medio ambiente y autor del reconocido libro ‘El capital fósil’ elogió la planificación ambiental que lidera en Colombia el Gobierno del presidente Gustavo Petro.
Dijo que Colombia hoy es una referencia a nivel mundial por su propuesta de transición energética para reemplazar el consumo de carbón y petróleo.
Destacó que el Gobierno colombiano en esa perspectiva ha prohibido el fracking así como ha detenido la entrega de nuevas licencias de exploración para empresas de petróleo en el país.
De esta manera, agregó, se logra que se tome conciencia sobre las realidades de la destrucción medioambiental que genera el extractivismo, pues está comprobado que el 75 % de los químicos utilizados para una práctica de riesgo como el fracking terminan contaminando aguas que no pueden ser recuperadas.

El activista sueco lamentó que Colombia actúe sola en el concierto mundial en su propósito por reemplazar las energías fósiles, aunque es comprensible habida cuenta los grandes intereses económicos que se mueven detrás de la explotación petrolera y minera. Sin embargo, dijo que las alternativas de transición energética se proyectarán al mundo desde el Sur global y no desde Europa.
Esa propuesta alternativa, señaló Malm, necesariamente debe estar acompañada de una amplia participación y movilización social que refrende el compromiso popular en defensa del medio ambiente.
“La disputa está en cómo hacer la transición”: Muhamad
Por su parte, la exministra de Ambiente, Susana Muhamad, precisó que la transición energética constituye “una lucha política radical de fondo” para lo cual se necesita de una masa crítica capaz de dar las diversas batallas que se requieren en un país como Colombia que lo quisieron volver petrolero sin ser un gran productor de este combustible fósil, cuyas reservas (menos del 0.5 %) no alcanzan para aparecer entre las 20 naciones en el ranking mundial, según la tabla comparativa de 2024.
Tradicionalmente los gobiernos en Colombia han apuntado a que el país aumente su capacidad de exploración y explotación de combustibles fósiles, hasta el punto de que lo hicieron dependiente de ellos. El 30.3 % de sus exportaciones en 2024 dependieron de petróleo y carbón.

El escenario de Colombia hoy en materia petrolera es que es un país dependiente de crudos pesados, con reservas ineficientes de baja calidad, anclado a un modelo extractivista minero en el que no ha habido redistribución por concepto de su actividad explotadora. Recursos del orden de 12 billones de pesos por este concepto están desparecidos como consecuencia del robo. La profundización de este modelo lo que ha generado ha sido el retraso de la agricultura y su reindustrialización. Una trampa mortal que le tendieron al país.
Si bien Colombia no niega el cambio climático, puesto que todas las fuerzas del espectro político reconocen su existencia, “la disputa está en cómo hacer la transición: si no se planea con justicia social, puede volverse en contra. Por eso, las decisiones deben tomarse hoy, no en 15 años”, sostuvo Muhamad.
Dijo que para avanzar en transición energética es preciso repensar las comunidades. “Ello, no es fácil. Requiere decisiones difíciles, negociación política real y un nuevo pacto entre Estado, territorios y sociedad”, recalcó.
Eso obliga, explicó, “cambiar las reglas del juego y poner a los territorios en el centro”, escenario en el que pueden dar lugar a nuevas dinámicas comunitarias.
Si no se da una lucha fuerte en medio de una disputa de intereses, no se logrará avanzar en el proceso de la transición energética y se terminarán imponiendo las fuerzas tradicionales del mercado, señaló la exministra.
Puntualizó que durante el Gobierno del presidente Petro se ha logrado elaborar un portafolio de transición climática que contempla acciones para desarrollar una agricultura baja en carbón y la ejecución de la reforma agraria que vaya integrada a un proceso de industrialización.
“No va a haber transición energética sin inversión pública” porque es imprescindible que el Estado emerja desde los territorios”, preciso. Se trata, en definitiva, de generar una economía para las necesidades del ser humano y no para la ganancia del gran capital.
Esto no se resuelve, como sostienen algunos neoliberales, con “capitalismo verde” promovido por los sectores privados para favorecer a la industria minero-energética y los requerimientos del mercado sino respondiendo a las ingentes demandas sociales.