febrero 16, 2025 9:14 pm
Soberanía nacional bajo ataque

Soberanía nacional bajo ataque

EDITORIAL TSC /

En el contexto político actual, la soberanía nacional de Colombia se encuentra bajo ataque. No solo enfrenta amenazas externas, como la injerencia de potencias extranjeras, sino también internas, habida cuenta que actores políticos y económicos priorizan sus intereses particulares sobre el bienestar colectivo. La reciente denuncia del presidente Gustavo Petro sobre la solicitud de sanciones por parte de Estados Unidos contra Colombia, promovida por sectores de la ultraderecha y figuras políticas nacionales, abre un debate crucial sobre cómo el modelo económico neoliberal, impuesto hace más de tres décadas, ha permeado la opinión de amplios sectores de la sociedad colombiana en el sentido en que aspectos fundamentales de la nacionalidad de un país como la dignidad y la soberanía nacionales pasan a un segundo plano y lo que solo interesa es que el concepto de nación esté subordinado a los intereses de las élites, del decadente establishment.

Alerta

La denuncia del presidente Petro de los móviles que hay detrás de quienes promueven sanciones al país por parte del Gobierno de Washington no solo buscan debilitar a un gobierno que promueve la equidad social, sino que también refleja una clara traición a los intereses nacionales.

Es evidente que los sectores de la derecha y del camuflado “centro político” (que no es más que un conservatismo vergonzante) apuntan a que el Gobierno estadounidense afecte con sanciones a la gestión de Petro para hacer efectivo el “golpe blando” que vienen promoviendo desde 2022 haciéndole un grave daño al país en materia económica, comercial y política, afectando directamente el bienestar del pueblo colombiano, especialmente a los sectores más vulnerables.

Esta denuncia no es un hecho aislado. Históricamente, las élites políticas y económicas han utilizado su influencia para proteger sus intereses, incluso a costa de la estabilidad del país. La solicitud de sanciones internacionales es una muestra más de cómo estos grupos priorizan su beneficio personal sobre el bien común.

El caso de Bernie Moreno: ejemplo de corrupción y traición

 

El senador colombo-estadounidense Bernie Moreno, hermano del consentido de la casa Pastrana, Luis Alberto Moreno Mejía, exministro neoliberal y expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se ha convertido en un símbolo de la injerencia extranjera en Colombia.

Su relación con familiares y empresarios colombianos involucrados en escándalos financieros sugiere que su hostilidad hacia el presidente Petro no es casual, sino una represalia contra denuncias previas de corrupción. Moreno ha sido vinculado con el cuestionado exfiscal pastranista Luis Camilo Osorio, acusado de favorecer durante su paso por el ente investigador (2001-2005) intereses paramilitares y de archivar investigaciones contra las élites corruptas.

El cuestionado exfiscal Luis Camilo Osorio ficha política del expresidente Andrés Pastrana Arango.

De ahí que Moreno, senador republicano por el estado de Ohio se uno de los promotores para que el Gobierno Trump imponga sanciones a Colombia.

Este caso ejemplifica cómo las redes de corrupción y traición se extienden más allá de las fronteras nacionales. Las élites colombianas, en complicidad con actores extranjeros, han utilizado su poder para saquear los recursos del país y perpetuar un sistema de impunidad que beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría.

Sanciones como arma política

Los sectores ultraconservadores han utilizado históricamente su influencia para desestabilizar gobiernos progresistas en América Latina. En Colombia, estos grupos vienen promoviendo sanciones internacionales como una herramienta para debilitar al Gobierno de Petro y mantener el control sobre los recursos nacionales.

El intervencionismo extranjero, disfrazado de “defensa de la democracia”, ha sido utilizado como pretexto para justificar bloqueos económicos que afectan a los más vulnerables. Mientras tanto, las élites responsables de la corrupción y la violencia continúan acumulando riquezas y evadiendo la justicia.

La denuncia del presidente Petro no solo señala a los responsables de la traición a la patria, sino que también abre la posibilidad de una revisión histórica de los abusos cometidos por las élites políticas y económicas. La soberanía nacional no puede estar sujeta a los intereses de quienes han saqueado los recursos del país y han promovido la violencia.

La historia de Colombia está marcada por la lucha entre quienes buscan un país más justo y quienes lo ven como un botín. La traición a la patria no solo se manifiesta en la corrupción, sino también en la entrega del país a intereses extranjeros.

El desafío actual de los sectores progresistas y democráticos colombiano tiene que ser la construcción de una democracia que no dependa de la aprobación de potencias extranjeras, sino del compromiso de su pueblo con la verdad y la justicia. Solo así se podrá garantizar que Colombia avance hacia una sociedad más equitativa y soberana.

La lucha por la dignidad nacional es, en última instancia, una lucha por la justicia, la equidad y la soberanía. Y es una lucha que se debe dar en unidad, como pueblo audaz y consciente de su poder.

 

 

 

 

 

 

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