Por Fernando Millán / El Tiempo
‘Fabián Ramírez’, uno de los negociadores de las Farc, no quiere que le sigan llamando comandante.
‘Ramírez’ es caqueteño, lleva 35 años en las Farc y se le conoció en los tiempos de la zona de distensión del proceso de paz frustrado del expresidente Andrés Pastrana. Hacía parte del bloque Efraín Guzmán de Urabá.
Su nombre real es José Benito Cabrera Cuevas y está a días de recuperar públicamente su identidad de origen.
En entrevista con El Tiempo, al frente del sitio donde sesiona la conferencia guerrillera, señaló que ese grupo, al dejar las armas, confrontará con argumentos y ‘sin politiquería’ a sus adversarios.
Había atendido a dos periodistas y le había rectificado a alguien que le dijo “comandante”.
¿Por qué ya no es comandante?
Porque ya no estamos manejando armas ni hombres. Porque ya buscamos el objetivo por la vía del diálogo, por la vía civilizada, de las masas, y entonces ahora somos militantes.
¿Qué se siente dar ese paso, después de estar 35 años en la guerrilla?
Que hemos aportado. Uno de los objetivos trazados por quienes conformaron esta guerrilla se está cumpliendo, cuando se dijo que la mejor salida era la política. Lo hemos logrado.
¿Y en lo personal?
Que ahora vamos a tener la posibilidad de convencer a la gente, mediante el argumento de fondo, de que no estamos equivocados, de que no somos terroristas ni criminales, ni asesinos ni narcotraficantes. Queremos darle un cambio a todo esto. Vamos a desarrollar lo acordado en La Habana.
¿Cuál es el temor de la base guerrillera frente a los acuerdos logrados?
Es que se le engañe a la población, que el Gobierno no vaya a cumplir con lo pactado. Creemos que va a cumplir, porque hay un acompañamiento y un seguimiento internacional. Nosotros hemos dicho: ‘No regresamos atrás. Vamos pa’ delante’. Si el Gobierno no cumple, es un mal indicativo.
El mensaje es que no vuelven a la guerra…
No volvemos a la guerra.
¿Cómo es la posición de ustedes frente a los adversarios políticos?
Los debemos tratar con altura, confrontarlos civilizadamente, con argumentos, no con mentiras. No puedo hablar mal de un adversario, juzgarlo en la plaza pública. Así no se convence. Ese estilo de política no es con nosotros. Vamos a hacer política, no vamos a hacer politiquería.