mayo 19, 2025 10:59 pm
Visita de Jefe del Comando Sur a Argentina y la tenebrosa sombra de las bases militares de EE.UU. en América Latina

Visita de Jefe del Comando Sur a Argentina y la tenebrosa sombra de las bases militares de EE.UU. en América Latina

Almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur de los EE.UU.

POR INGRID URGELLES /

La visita del jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, a Buenos Aires reabre el debate sobre la influencia militar de Estados Unidos en la región y la disputa por recursos estratégicos.

El pasado martes 29 de abril, el nuevo jefe del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM), el almirante Alvin Holsey, aterrizó en Buenos Aires para reunirse con autoridades del Gobierno argentino. La visita, presentada como parte de una agenda de cooperación para el “fortalecimiento de vínculos estratégicos y la seguridad regional”, vuelve a poner bajo la lupa la persistente presencia militar de Estados Unidos en la región. La vieja Doctrina Monroe sigue más viva que nunca.

Durante la jornada, Holsey se reunió con el presidente Javier Milei y el ministro de Defensa, Luis Petri, en la Casa Rosada. «Estamos atravesando una etapa de gran sintonía con Estados Unidos, con una agenda común que incluye seguridad, economía, defensa y lucha contra el terrorismo», señaló Petri. La visita refuerza los vínculos entre ambos países. En 2024, la exjefa del Comando Sur, Laura Richardson, ya había viajado a Ushuaia, una región de interés estratégico para Estados Unidos por su cercanía con la Antártida. Holsey también visitó la base naval en el extremo sur.

Este acercamiento coincide con la decisión del Gobierno argentino de cancelar un proyecto chino en 2023 para construir un puerto con salida hacia la Antártida. Milei ha declarado su preferencia por una alianza estratégica con Washington antes que con Beijing.

El jefe del Comando Sur Alvin Holsey, fue recibido por el presidente argentino Javier Milei, y el ministro de Defensa, Luis Petri.

El triángulo del litio

Detrás de la retórica de la cooperación, Estados Unidos articula otros intereses: el control de recursos naturales estratégicos como el litio, tierras raras y el agua dulce; la vigilancia cualquier movimiento social que se vincule a ideologías de izquierda; y la contención de la influencia de su principal rival: China.

En una intervención pública de 2023, la generala Richardson habló abiertamente del «triángulo del litio» entre Argentina, Bolivia y Chile como una región de «interés nacional para Estados Unidos». La militar también se refirió al potencial estratégico de la Amazonía y a la importancia de las rutas de acceso a la Antártida:

“¿Por qué esa región es importante? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras. Tienes el triángulo de litio que es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile. Tienes las reservas de petróleo más grandes, crudo ligero y dulce descubierto en Guyana hace más o menos un año. También tienes los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro. China recibe el 36 % de su comida de esa región. Tenemos el Amazonas, el pulmón del mundo. Tenemos el 31 % del agua dulce del mundo en esa región también. Es algo fuera de lo común”, señaló Richardson.

Efectivamente, las reservas más grandes del mundo las tiene Bolivia, con más de 21 millones de toneladas, Argentina, con más de 19 millones y Chile, con 10 toneladas. En esa oportunidad, Evo Morales respondió a la militar: “América Latina no es patio trasero ni su hacienda para explotar recursos naturales”.

El brazo militar de EE.UU. en Latinoamérica

Desde su sede en Doral, Florida, el Comando Sur (SOUTHCOM) coordina las operaciones militares de Estados Unidos en América Central, Suramérica y el Caribe. Es una de las once estructuras de mando unificado del Departamento de Defensa estadounidense y de acuerdo con la falsa retórica de Washington su misión oficial es “fortalecer la seguridad regional” y “promover la estabilidad”.

Creado en 1963, el Comando Sur tiene sus raíces en estructuras militares anteriores que operaban en el Canal de Panamá. Desde entonces, ha ido ampliando su alcance y funciones, particularmente tras el fin de la Guerra Fría, cuando se redefinieron sus prioridades hacia la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y las “amenazas híbridas”. Su papel también incluye asistencia en desastres naturales y cooperación con fuerzas armadas locales, aunque muchos críticos consideran que estas acciones encubren una agenda geopolítica más profunda.

En la práctica, el Comando Sur ha servido como plataforma para sostener la influencia militar estadounidense en América Latina. Mediante ejercicios conjuntos, programas de entrenamiento, intercambios militares y el uso de bases estratégicas, SOUTHCOM mantiene una presencia constante en países clave de la región.

El jefe del Comando Sur de los EE.UU., Alvin Holsey, recibe honores militares en el Ministerio de Defensa de Argentina.

Las bases militares estadounidenses: una presencia extendida y opaca

Actualmente, Estados Unidos tiene 800 bases militares en más de setenta países por todo el mundo, según datos recopilados por David Vine, de la American University de Washington. El investigador ha manifestado que “el secreto y la transparencia de la red de bases” hace imposible determinar el número exacto, lo que produce que estas cifras generalmente sean rebajadas. El presupuesto de defensa, que alimenta al Complejo Militar-Industrial, cuenta con más de 700.000 millones de dólares anuales, por lo que permite una proyección militar a esta escala en el mundo. Se trata del potencial bélico más grande del mundo en la actualidad.

Japón es el país que alberga el mayor número de bases militares de Estados Unidos, con un total de 120 instalaciones y 57.300 efectivos. Este despliegue tiene sus orígenes en los acuerdos de rendición al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón se vio obligado a aceptar la presencia militar estadounidense en su territorio.

Por otro lado, en Corea del Sur, Estados Unidos mantiene 28.500 efectivos, como parte de su compromiso con la defensa de Seúl frente a la amenaza de Corea del Norte en la Guerra Civil de 1950.

En el caso europeo, Alemania es el país que tiene mayor presencia militar estadounidense en el continente: 33.900 efectivos. La base aérea de Ramstein es el centro militar que acoge el hospital más grande de EE.UU. en el extranjero. Es también un punto clave para el envío de tropas a Afganistán e Irak.

Presencia militar en América Latina

Para el investigador Froylán Enciso, la presencia militar de Estados Unidos en América Latina se ha justificado históricamente mediante el “combate a las drogas, el crimen organizado y el terrorismo”. A partir de la construcción del canal de Panamá en 1903, la independencia de Cuba en 1902 y la de Puerto Rico en 1898, Estados Unidos comenzó a crear una red de bases en la región con la intención de tener presencia ante “movimientos potencialmente conflictivos y estratégicos para su política exterior” y así proteger sus intereses.

La red de bases se crea como un proyecto colonialista de principios del siglo XX y prosigue con la Doctrina Monroe y, especialmente, con la Guerra Fría, periodo en que EE.UU. se enfocó en prevenir la expansión del comunismo mediante golpes de Estado en América Latina. En los últimos años, para Enciso, el mantenimiento de las bases se justifica a partir de la guerra contra las drogas y el terrorismo. Cambia el enemigo, pero el colonialismo persiste. Hoy en día, Estados Unidos ha cambiado nuevamente la agenda: evitar el avance de China, su principal rival económico.

De las 800 bases militares de EE.UU. en el mundo, 76 están ubicadas en América Latina. Panamá, con 12 bases y Puerto Rico, con otras 12, son los países que tienen mayor presencia estadounidense. Le siguen Colombia con 9 y Perú con 8. Estas instalaciones en el continente incluyen bases formales, centros de entrenamiento, estaciones de radar y centros logísticos. La base militar más conocida es la de Guantánamo en Cuba. Se trata del establecimiento más antiguo en el extranjero desde su apertura en el siglo XIX.

Algunas de estas instalaciones operan en el marco de acuerdos bilaterales firmados hace décadas; otras lo hacen de manera más difusa. Sin embargo, todas comparten una característica: permiten una injerencia constante —y en muchos casos poco transparente— en las políticas de defensa y seguridad de los Estados latinoamericanos.

Según el investigador Froylán Enciso, la ausencia de bases militares formales no implica una disminución de las operaciones estadounidenses en la región. De hecho, existen numerosas bases informales y secretas, conocidas como “cuasibases”, en casi todos los países de la costa del Pacífico. La diferencia entre una base y una cuasibase radica únicamente en el marco legal: no hay distinción en cuanto a tamaño o capacidad operativa, pero sí en la formalidad del acuerdo que permite su funcionamiento. Esto convierte a las cuasibases en instalaciones militares secretas e informales. Se clasifican en tres tipos: 1) las “gas-and-go”, donde los aviones pueden aterrizar y reabastecerse; 2) las “temporary ground access”, que permiten la presencia de tropas y operaciones dentro de bases locales; y 3) las “long-term”, las más cercanas a una base formal, aunque sin respaldo legal. Estas últimas operan en Colombia y Honduras.

En Colombia, bajo el argumento de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, el acuerdo militar de 2009 habilitó a tropas estadounidenses a utilizar siete bases militares. En Paraguay, la base de Mariscal Estigarribia, aunque sin presencia permanente de tropas, dispone de una pista capaz de recibir aviones de gran porte, lo que la convierte en un punto clave para un despliegue rápido. La existencia de estas infraestructuras —formales o encubiertas— revela una red de control regional que refuerza la capacidad operativa del Pentágono y evidencia la continuidad de una política hemisférica centrada en la militarización como herramienta de influencia geopolítica.

Las bases de Trump

En un artículo del investigador Daniel Kersffeld, se realiza un recorrido continental para destacar las negociaciones que está impulsando la administración de Donald Trump en distintos países de la región, con el objetivo de reinstalar bases militares estratégicas en su disputa económica con China. Kersffel afirma que es muy probable que “en el corto plazo aumente el número de bases militares de los Estados Unidos en América Latina y el Caribe”.

En el caso de Panamá, el 24 de abril pasado, durante una visita oficial, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, firmó un Acuerdo de Entendimiento con la administración de José Raúl Moulino. El acuerdo permite el despliegue de tropas estadounidenses en tres bases construidas por el Pentágono cuando controlaba el canal: la Base Aeronaval Sherman, la Estación Naval Rodman y la Base Aérea Howard. Además, autoriza a los buques militares de Estados Unidos a navegar por el Canal de Panamá con prioridad y sin costo.

En Ecuador, bajo el Gobierno ultraconservador de Daniel Noboa, se han entablado negociaciones para reinstalar una base militar en las islas Galápagos, donde Estados Unidas ya había tenido presencia durante la Segunda Guerra Mundial. La prioridad del Pentágono es frenar el avance de China en la región. Pese a existir una prohibición constitucional de instalar bases extranjeras en territorio ecuatoriano, Noboa no descarta promover una reforma para habilitar la militarización en las Galápagos.

Guyana también ha adquirido relevancia estratégica para Washington, especialmente tras el aumento de las tensiones con Venezuela en torno a la explotación petrolera en el Esequibo. En ese contexto, Estados Unidos ha acondicionado el Aeródromo Brigadier Gary Beaton y se encuentra construyendo cuatro estaciones fluviales en el país.

Finalmente, en la Argentina de Milei, la actual visita del Comando Sur reafirma la intención de Estados Unidos de construir una base militar en Tierra del Fuego, que garantice un acceso preferencial al Atlántico Sur y a la Antártida, por lo que Washington compartiría con Reino Unido esa vía.

Una región en disputa

La visita de Holsey a Argentina no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia de largo plazo. En un contexto global marcado por la disputa por recursos estratégicos, el ascenso de nuevas potencias y el avance de la multipolaridad, América Latina vuelve a situarse como escenario de tensiones geopolíticas. Mientras se refuerzan los lazos con Estados Unidos, también crecen las voces que advierten sobre una pérdida de soberanía y una subordinación preocupante de las políticas nacionales a los intereses del Pentágono.

La llegada de Holsey a Buenos Aires generó reacciones críticas desde diversos sectores sociales. El Capítulo Argentino de la Internacional Antifascista emitió un comunicado en el que condenó la visita del Jefe del Comando Sur, a la que calificaron como una «ocupación encubierta».

Sede del Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM) ubicada en Doral, Florida, dentro del área metropolitana de Miami.

La organización denunció que esta presencia busca «militarizar zonas estratégicas» como Ushuaia y la Triple Frontera, consolidando una «dominación estadounidense» en la región. Además, señalaron que el Comando Sur actúa como «brazo armado del capital transnacional», en complicidad con gobiernos de extrema derecha y corporaciones tecnológicas.

El comunicado también criticó al presidente Javier Milei por «subordinar la política exterior argentina a los dictados de Washington» y llamó a la movilización popular para rechazar toda forma de injerencia extranjera. «No debemos naturalizar la ocupación militar bajo el discurso de la cooperación», expresaron.

Por su parte, la Federación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU) manifestó una “profunda preocupación” ante la visita del Comando Sur. El comunicado cierra con un llamado a la comunidad universitaria a la “acción” y a mantener una “actitud firme y en alerta ante estos desarrollos geopolíticos que pueden afectar la autonomía nacional”.

Estas reacciones reflejan el creciente malestar ante el avance de una agenda militar en América Latina que, para muchos, pone en riesgo la soberanía regional.

Diario Red, España.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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