enero 24, 2025 11:44 am
Ecos del discurso de Petro en Cartagena ante amenaza golpista: la población movilizada germina una democracia en la que es protagonista y no solo espectadora o electora

Ecos del discurso de Petro en Cartagena ante amenaza golpista: la población movilizada germina una democracia en la que es protagonista y no solo espectadora o electora

EDITORIAL TSC /

Ante las evidentes acciones de la oposición de derecha para avanzar en el ‘lawfare’ (guerra jurídica) y consolidar un “golpe blando” contra el Gobierno del Cambio, el presidente Gustavo Petro, durante un contundente discurso pronunciado en el barrio El Pozón en Cartagena de Indias el pasado miércoles 8 de mayo, reflexionó respecto de “cómo vamos a responder”.

Al expresar que de ninguna manera su proceder ante la materialización de acciones golpistas respondería con la utilización de la fuerza pública y/o la violación de derechos humanos, el primer mandatario sostuvo que, por el contrario, la respuesta está en la movilización popular, mediante la organización y la toma de conciencia de los sectores populares y los ciudadanos de buena voluntad que apoyan el programa de gobierno que logró el respaldo de más de 11 millones de votos en los comicios presidenciales de 2022.

“Es decir, que si deciden violar el voto popular en Colombia del año 2022, se instaura en Colombia el poder constituyente, de una vez, a través de la movilización masiva del pueblo colombiano”, señaló el Presidente.

 

Es que “si el pueblo se queda en su casa, arrasan con el Gobierno Popular y creo que repetirán, multiplicado por diez, las páginas de sangre que ellos, el régimen de corrupción ya ha escrito en Colombia y nos lo ha demostrado”, agregó.

Dijo además que ha llegado el momento “si se deja burlar el voto popular o no”, habida cuenta que es muy difícil, en un país como Colombia, en el que una oligarquía corrupta, mezquina y criminal ha usufructuado históricamente las arcas del Estado para su concupiscente beneficio, “aceptara las reglas del juego democrático”. Por ello invitó al pueblo colombiano a “cambiar la historia, a profundizar la democracia” para “que de verdad el cambio sea real y posible”.

El categórico pronunciamiento de Petro coincide con el análisis que hace el reconocido teórico y exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en su más reciente ensayo ‘La democracia como agravio’ (CLACSO, 2024), presentado hace pocos días en la Feria del Libro de Buenos Aires, en el que reflexiona en torno a la lucha por el poder y los retos de los progresismos y la izquierda en un mundo convulsionado en que lo característico es la expansión de la ultraderecha con las consecuencias que ello representa.

García Linera coincide con Petro en que ante la permanente amenaza de la derecha de atentar contra los regímenes democráticos que aparentan respetar solo cuando sus representantes ostentan el poder, la respuesta de los gobiernos progresistas y las bases populares que los respaldan debe ser con más democracia.

En un mundo en el que la democracia liberal está en crisis porque no es capaz de solucionar los acuciantes problemas las mayorías, la lucha por el poder adquiere más resonancia porque está de por medio la disputa de dos visiones políticas contrapuestas: la defensa del interés público y la búsqueda por el bienestar social versus la consolidación del expoliador modelo neoliberal que busca el despojo del Estado en beneficio del gran capital. Dentro de esta pugna, explica García Linera “la democracia liberal siempre va a tender a generar algún tipo de agravio a las mayorías, sea por pobreza, o por desigualdad, o por injusticia”. Pero, al mismo tiempo, da lugar para la insubordinación social como sucedió en Colombia con las históricas movilizaciones de 2019 y 2021.

Es lo que el teórico social boliviano denomina “una democracia compuesta” y a la que apuesta el presidente Petro para enfrentar las acciones golpistas de la ultraderecha. Ella consiste, según palabras de García Linera, en que se “tiene que zurcir democracia liberal más democracia sindical, más democracia barrial, más democracia de acción colectiva, más democracia comunal, más democracias plebeyas”.

“¿Qué sucede cuando la gente de a pie, la que va a trabajar desde la madrugada hasta la noche, haciendo uso de su derecho a organizarse, rechaza decisiones oligárquicas de los que dominan y se moviliza para alumbrar o buscar otras maneras distintas de ser reconocidos como personas con derechos?”, se pregunta García Linera, para quien “la población movilizada germina otra democracia en la que ella es la protagonista y no solo espectadora o electora”.

El poder del constituyente primario

Desde el ámbito jurídico, el excongresista liberal Darío Martínez Betancourt, público un sugerente análisis sobre la capacidad que tiene el pueblo de asumir su poder como constituyente primario para, por ejemplo, reformar de manera directa la Carta Política vía un referendo o una Asamblea Constituyente.

“El argumento formal para negar la propuesta del presidente Gustavo Petro, es el de estar reglado en la Constitución el trámite para que sea únicamente el Congreso el que pueda convocar la Constituyente, según el artículo 376 de la Carta Política. Eso es cierto en puro derecho positivo, pero no se descarta por obvias razones filosóficas, jurídicas y políticas, que el pueblo pueda convocar directamente una Constituyente u otro mecanismo para reformar la Constitución. Ese mismo pueblo, ratificaría o derogaría la revisión constitucional de la Corte, tal como lo hizo la Constituyente anterior, que la prohibió”, explica Martínez Betancourt.

De manera que, ante el agotamiento de la democracia liberal y los intentos golpistas de la derecha, lo que se abre paso es la democracia participativa, plebeya, en movimiento que, como dice Petro, se materializa en las calles, en las barriadas, en las veredas, en las fábricas, en las universidades, en el campo, en las ciudades, en fin, en la Colombia profunda: con pueblo, con fuerzas vivas, con las primeras y segundas líneas, con todos los actores que quieran pasar la página de las violencias y la guerra.

Es que solo con la movilización, con la organización y la toma de conciencia del pueblo se lograra construir el pacto social de la paz en Colombia.

La movilización social, tomando pacífica pero activamente las calles, es el camino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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